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El joven Jony, héroe del pasado dominog, estuvo muy activo en los 45 minutos que jugó y puso en aprietos a toda una defensa de Primera como la del Recreativo. / C. MORENO
El Badajoz entra en la aristocracia
IMÁGENES PARA RECORDAR

El Badajoz entra en la aristocracia

La afición blanquinegra vibró con la entrega de los suyos y pudo disfrutar de una noche mágica El bravo equipo de Colín plantó cara al Recreativo y se permitió el lujo de adelantarse con gol de D'Amico

JAVI PÉREZ

Jueves, 11 de octubre 2007, 12:47

La noche comenzó estupenda. El Badajoz se vestía de etiqueta para entrar en el selecto club de la Real Orden del Mérito Deportivo. Además, el equipo blanquinegro ganaba, el palco estaba lleno de autoridades -algo insólito, por cierto, en estos lares- y el público no paraba de animar fiel como siempre. Parecía un cuento de hadas. El alcalde Celdrán en el palco, también representantes de la Junta, el Badajoz jugando contra el Recre -¿un Primera!- y encima se veía 1-0 en el marcador. ¿Qué grande eres D'Amico! Todo era demasiado perfecto, de no ser... porque siempre hay un pero. Los huecos de la grada. Demasiados. Aunque en este caso nada achacable a la incansable afición blanquinegra. Otra placa se merecerían ellos. Para mérito, el suyo. Otra vez los 3.000 de siempre y 500 más. Una cifra considerable, pero pobre, para el esfuerzo de 'Ambición blanquinegra' y el noble gesto del Recreativo de Huelva. Así no hay manera.

Desgraciadamente los chavales de la escuela de fútbol del Badajoz no pudieron saltar al césped como estaba previsto al no tener el nuevo patrocinador preparadas las equipaciones. Los pequeñines se quedaron sin su pequeño homenaje, pero disfrutaron lo suyo en la grada. Jugadores y colaboradores del club repartían cromos de la Liga y se amontonaban como quien busca un tesoro.

«Para el Badajoz es un orgullo unirnos con esta distinción a los grandes clubes de España», manifestó Cecilio del Cid. Y así fue. El Badajoz comenzó como un 'gentelman', de traje y camisa impecable, y acabó como un guerrero, escudo y espada en mano, desmelenado, abierta la coraza, pero sin rendirse. La ocasión así lo requería hasta que poco a poco el Recre le fue cambiando su papel.

Sólo con ver a los dos onces cara a cara cada uno en su campo la diferencia ya era evidente. Pero el Badajoz sabía que era un partido para disfrutar y salió con cierto descaro, atrevido, como recordando con cierta nostalgia aquellos duelos en la categoría de plata. Tal fue esa regresión en la que se transportó en los primeros minutos que hasta saboreó la sensación de ir ganando a todo un Primera. D'Amico se pegó una carrera de 30 metros para batir a Barbosa con cierta complicidad del colegiado Pardo Martínez que desautorizó a su asistente. Pero sólo duró un instante porque Varela pegó un chasquillo y le devolvió al mundo presente.

Fue el minuto de gloria de los blanquinegros que en este inicio quiso poner el cascabel al gato. Jony provocó la primera falta, mientras D'Amico intentaba convencer a los suyos que a esos 'grandullones' que tenían enfrente había que jugarles como lo hace el equipo cada domingo, con respeto, eso sí, pero sin arrodillarse. El argentino es un 'viejo zorro' y sabe de qué van este tipo de cacerías. Se erigió en el capitán general y los pacenses por instantes se creyeron la 'Armada invencible'.

Fuera los nervios iniciales, incluso Ángel se atrevió con una floritura y dejó a Varela clavado en la esquina. Antes, Chamorro dejó claro que no se iban a entregar tan fácilmente al sacar bajo palos un gol cantado de Marquitos. El coraje y su bravura le hacía crecerse por impulsos.

El equipo de Colín aguantó como pudo, heroico, porque al Recre le bastaba con jugar andando. Con una colocación perfecta sobre el césped, los de Víctor Muñoz se permitían el lujo de retener al trote el empuje de los chavales del Badajoz. El equipo onubense se olvidó de protocolos con el anfitrión, recogió la alfombra roja e impuso sus propias normas. El Decano vio su orgullo herido, no podía consentir ese tuteo de un Tercera, grande de España sí pero modesto al fin y al cabo, y Varela igualó el marcador al rematar de cabeza solo ante Poli un centro de Martins desde la izquierda. Poco después le tocó a Bouzón elevarse como un helicóptero y cabecear a la red, impecable, un centro de saque de esquina.

En el segundo acto, los otros once valientes salieron con el mismo chip que los primeros, controlados en todo momento por D'Amico, que pareció volver a una segunda juventud. Congo volvía poner algo de normalidad y Bernal salió para confirmar la diferencia de clases. Pero para entonces la fiesta ya estaba en la grada.

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