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PLASENCIA

La casona del Berrocal es otro yacimiento que no ha sido explorado

La villa palaciega extramuros tenía en el XVI vergel, fuentes, huerta y pensil con claustro

A.S.O.

Domingo, 3 de febrero 2008, 13:09

Aun conserva el empaque de la monumentalidad que tuvo. Sus balcones, los contrafuertes en arco, los sólidos muros o los restos de la cerca que albergaban un primoroso vergel entre canchales. Es la casona del Berrocal, sita al inicio de la calle San Julián. Surgida entre las rocas, los restos del palacio aún guarda muchas incógnitas a los placentinos. Desde su origen, hasta las leyendas y relatos de conspiraciones y brujería.

Edificada en el XVI, dice López Martín en 'Paisaje Urbano...', fue propiedad de Martín Vaez, regidor de Plasencia, «no hecha de cualquier manera sin con gran dispendio», en cita de luis Le Toro. El extraño palacio fue comprado, a finales del XVI, por el chantre Pedro Bermúdez de Villalva y vendida por sus testamentarios a los Agustinos por 2.500 ducados. Toda una fortuna. En 1607, el capitulo general de la orden, aprueba la venta a Diego de Carvajal, capellán real y tesorero de la Catedral por la misma cifra. En poder de los carvajales sigue durante la Guerra de Sucesión. Ya entonces empieza su deterioro y tiene uso pecuario.También fue lugar de cita de comuneros y dice la voz popular que hasta de la brujas. placentinas En un imagen de 1914 aún conserva el claustro que había en un pensil situado sobre la planta original que se conserva del palacio. En los años 20 es desmontado y comprado por un americano. Asimismo, tenía un cuerpo más y unas conocidas fuentes y aljibe. Una de ellas, dice De Toro, «de agua viva que brota copiosamente de la piedra y otra tan buena, hecha sin escatimar». Una piedra que hubo entre los dos arcos exteriores recogía la críptica frase evangélica (San Juan C 4º, 10-13) 'Arriba está la agua viva, porque quien bebe de mí tornará con sed aquí».

El PEPRI y el PGOU otorgan cierto grado de protección ala casona y entorno. El primero apuesta por recuperar los restos del palacio para crear un centro cultural y señalala insoslayable investigación histórica y arqueológica del enclave. El PGOU da un paso más y considera casa y alrededores como zona de servidumbre arqueológica, reconociendo su condición de yacimiento. Nada de esto se ha hecho. Tras la casona, en lo alto de los canchos de la 'cueva de los moros' se erigía la tau o cruz del cementerio judío.

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