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JUAN DOMINGO FERNÁNDEZ
Miércoles, 20 de febrero 2008, 02:17
ES en el cine donde suceden las aventuras de 'Indiana Jones' o de 'Gladiator' pero si Emérita Augusta en vez de extremeña fuera estadounidense, ahora sería también otra factoría de sueños. La noticia la recogían los periódicos esta semana: el descubrimiento en Mérida de un «espectacular ajuar funerario» entre cuyos elementos figuraba una pieza de bronce de «Harpócrates, el dios del silencio». Se trata de un colgante que representa a un niño con la mano derecha sobre la boca. Jamás hasta ese momento había oído hablar de Harpócrates, al que a partir de ahora rindo pleitesía. ¿Díos mío, dios del silencio! Además, no solo del silencio entendido como la otra orilla del ruido, del tráfago, del alboroto, de la confusión y la bulla, sino del silencio que nace de la discreción, de la prudencia y el saber.
Según la noticia -publicada originariamente en 'Foro', la revista del Consorcio de la Ciudad Monumental, Histórico-Artística y Arqueológica de Mérida-, Harpócrates «encarnaba el secreto, que, como en el presente, se fortalece por el silencio y se debilita y desvanece por la revelación».
¿Alguien puede explicarme por qué se ha perdido el culto a Harpócrates? ¿Sacudidos quizás por los tarambana que nos someten al pandemónium de la banalidad?
No sé si a los norteamericanos, tan dados a fundar religiones 'ex novo', les interesará esta historia, pero yo estoy preparando un altar a Harpócrates para protegerme frente a la marabunta del político mendaz, de los vendeburras, de la publicidad engañosa y hasta del ruido de fondo de algunas tertulias de radio y televisión. ¿Que contra eso no hay dios que valga? Te lo ruego Harpócrates
http://blogs.hoy.es/Juandomingofernandez
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