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ARACELY R. ROBUSTILLO
Sábado, 31 de mayo 2008, 11:36
Su nombre forma parte de la leyenda. Es la mayor y la mejor aportación extremeña al universo de los artistas malditos, esos seres geniales y oscuros a los que la gente admira y teme en las mismas proporciones. Roberto Iniesta (Plasencia, 1962), y su música forman parte de la banda sonora de varias generaciones de extremeños que veneran su rock transgresivo por ser el baluarte de la rebeldía necesaria en unos años difíciles.
'Robe' dejó de ser patrimonio exclusivo regional desde hace años y sus 'fieles', que se cuentan por millones, recitan los versos de su poesía desgarrada, a lo largo y ancho de España y parte de Latinoamérica. Convertido en mito, todavía recuerda los años en los que en su ciudad le prohibieron cantar en más de una ocasión y le negaron algún tipo de apoyo institucional, y se echa unas risas.
El 'hijo pródigo' vuelve a casa esta noche, 13 años después, y reconoce que cuando salte al escenario del campo de fútbol placentino tendrá que hacer un esfuerzo para que no se le haga 'un nudillo' en la garganta y estar a la altura. A él todo se le perdonaría.
-¿Se ha asegurado de que todo está listo para el concierto de esta noche en Plasencia? He leído por ahí que hace casi 20 años tuvieron que quedarse en calzoncillos en la calle para cambiarse y que al final se quedaron sin tocar...
-(Se ríe). Esa historia que mencionas fue un rollo raro que organizaba la SER. Íbamos a tocar en play-back. Por aquel entonces había que aceptar cualquier cosa y era una forma de dar un poco 'el cante' y de que se nos conociera. Pero al final no nos dejaron tocar. Nos quedamos en el bar esperando a que nos llamaran porque no había camerinos ni nada de nada.
-¿Cómo se siente cuando mira atrás y recuerda ese tipo de cosas?
-Cuando estás empezando tienes que tragar con cosas que luego nunca harías y mucha gente después te pregunta si consideras que te has vendido o no. Realmente, cuando más te tienes que vender y hacer cosas que no quieres es cuando estás empezando, porque estás dispuesto a hacer lo que sea. Cuando las cosas te van bien es realmente cuando puedes imponer un poco tu criterio y empezar a elegir.
-Ahora vuelve a casa (Plasencia) por la puerta grande, ¿está satisfecho?
-Pues me siento muy bien. Ahora puedo hacer las cosas un poco como yo quiero y siendo fiel a mi manera de verlas.
-¿Y cómo cree que va a ser cantar el 'Jesucristo García' en el campo de fútbol de su ciudad después de 13 años de ausencia?
-La verdad es que va a ser un momento muy especial y lo sé. Una de esas ocasiones en las que tienes que intentar 'estar bien' y cantar lo mejor que puedas hasta cierto punto, porque sabes que puede llegar un momento en el que se te haga un 'nudillo' en la garganta y la cosa sale peor... Te cuesta más trabajo. La gente hace que el ambiente suba tanto que tienes que intentar usar la cabeza, mantenerte frío e intentar no emocionarte demasiado.
-Dicen por ahí que han tenido que convencerle para empezar la gira sin que el disco, 'La ley innata', estuviera en la calle. Después de 6 años tampoco habría demasiada prisa...
-La historia es que yo no quería hacer otra gira hasta que no hubiera un disco nuevo o, al menos, cosas nuevas que tocar. Después me animé, porque, aunque todavía no tenía claro si había o no había disco, el hecho de tener algo diferente que tocar ya me animaba. Al final me he dado cuenta de que sí que teníamos material para un nuevo trabajo y es verdad que jode un poco que no haya salido antes de la gira, porque después de tanto tiempo, lo suyo era hacer las cosas bien, pero ha salido así. Está claro que con prisas no se pueden hacer las cosas. También sé que no es tan importante y que, cuando pase el tiempo, que el disco haya salido un poco después de la gira será una anécdota. Sin embargo, si haces las cosas mal y no te quedas satisfecho con el resultado es peor, porque se queda ahí para siempre.
Rockero-escritor
-¿Cómo fue el reencuentro con el público el 17 de mayo en Santander después de 4 años de silencio?
-Fue muy bien. Al principio estaba nervioso (se ríe). Imagínate, después de cuatro años, claro que sí. Sobre todo por las ganas de que las cosas salgan bien. Ves a la gente con tanta ilusión y esperando tanto que quieres que todo resulte perfecto. Luego sales al escenario y se te olvida un poco todo. Estás ahí, pegándole y todo lo demás desaparece.
-¿Hay alguna posibilidad de que suba esta noche al escenario Manolillo Chinato?
-No lo sé. Puede surgir en el momento pero no lo sé. Nunca hemos hecho nada premeditado. Sé que si sabe que tiene que subir al escenario le cambia el punto y no es lo mismo. Yo prefiero que venga como espectador y a disfrutar. Ya veremos. Él siempre ha colaborado en momentos puntuales y porque ha surgido. Para mí es una persona muy especial y conectamos muy bien. Me gusta mucho lo que escribe y poco a poco fui usando cositas suyas. Todo el mundo sabe, por ejemplo, que la canción 'Ama' es suya, pero hay otras muchas de sus frases intercaladas en mis canciones, aunque a veces es difícil especificar cuáles son, porque les cambias el sentido. Pero su sello está ahí y es inconfundible.
-El primer libro de poemas de Chinato ha vendido más de 5.000 ejemplares, corre el rumor de que usted trabaja hace años en uno, ¿qué hay de verdad?
-Hace tiempo que trabajo en un libro y ya lo estoy terminando. Espero que antes de acabar la gira esté ya cerrado. Como es el primero voy corrigiéndolo página por página. Me gusta lo que he hecho y tengo ganas de que las cosas salgan bien. Pero no es un libro de poesía, como dicen por ahí. No es lo mismo escribir una poesía, porque en ella los sentimientos salen del corazón y a veces ni pasan por la cabeza, que escribir prosa, que nace en la cabeza y pasa por el corazón, es más suave. Ha sido una experiencia que me ha gustado mucho, toda una aventura.
-Siempre se ha definido como un poeta, ¿le resulta más o menos difícil escribir narrativa?
-Es distinto. A veces te tiras mogollón de tiempo intentando componer y luego en un rato, te sale una canción. Puedes eternizarte meses esperando y al final el tiempo de inspiración llega cuando menos te lo esperas, y es cortito. Eso es algo que no me gusta y que es poco agradecido. En cambio en la prosa hay mucho más tiempo de creación y te sientes satisfecho si consigues clavar una frase, o arreglar otra que ya habías escrito. Otra cosa ya es lo que le guste a la gente, pero para mí, eso es una cosa suplementaria. Yo todo este tiempo que me he tirado escribiendo he disfrutado mucho, a lo mejor luego la gente lee el libro y piensa que es una puta mierda y me joderá en ese momento. Pero todo el tiempo que yo me he pasado haciéndolo, en el que he sido feliz, eso no me lo quita nadie.
-Nos han acusado hace bien poco de ser uno de los países más permisivos en lo que a piratería se refiere, ¿lo comparte?
-Cada vez es más difícil que las casas discográficas saquen cosas nuevas. De hecho, quienes más están notando este rollo de la piratería y de que la gente sólo se baja la música de Internet son los grupos que están empezando. La gente que ya llevamos tiempo, sacamos tema de un sitio o de otro. Pero para los grupos nuevos las cosas son mucho más complicadas porque las casas discográficas apuestan sólo por la gente que ya está arriba, porque saben que no van a sacar dinero de gente a la que nadie conoce. Eso hace que muchos buenos grupos se queden por el camino. Hay que tener mucha paciencia e invertir tanto dinero en los proyectos que para muchos el camino es demasiado largo.
-Pero hay otras opciones, como Internet, una supuesta ventana al mundo llena de posibilidades...
-Internet es más fácil, sí, pero yo creo que ahí sólo salen sandeces que le harán mucha gracia a la gente... Pero grupos buenos es difícil que salgan y es una pena. Cada día se pierden en el camino bandas que tendrían mucho que decir y que podrían llegar a ser alguien.
-¿Ha pensado alguna vez que Extremoduro podía haber sido una de esas bandas?¿Qué cree que les hizo salir adelante?
-Claro que sí lo he pensado y creo que lo que nos ayudó fue la cabezonería. Sacar adelante el primer disco fue una aventura... Pero la historia se repitió con el segundo, con el tercero, con el cuarto... Fichamos con la casa discográfica que tenemos ahora en el tercero y cuando realmente empezamos a vivir de la música fue en 'Agíla' (1996), nuestro quinto disco. Hasta ese momento vivimos una época muy larga de estar ahí, peleándonoslo y planteándote «¿Qué coño hago aquí sino llego a ninguna parte?». Por supuesto que pudo haber pasado que 'Extremoduro' se quedara en el camino. Las casas discográficas no son las que más entienden de música, son las que más saben del negocio musical y punto.
-¿Por eso decidió crear junto a Iñaki Antón un sello discográfico, para dar una oportunidad a los que empiezan desde la experiencia del que ha superado esa fase?
-Eso surgió porque llevaba mucho tiempo intentando componer, con la guitarra en las manos sin que surgiera nada. Creamos nuestra discográfica por eso, porque en esos momentos agradeces trabajar en algo real y hacer algo no tan diferente a lo que normalmente haces. Lo que más ilusión supone, una vez dentro, es que los grupos por los que apuestas puedan tirar pa'alante y puedan vivir de esto, que es difícil porque de un grupo nuevo no se venden discos.
Cuestión de inspiración
-¿A la hora de componer es metódico o caótico?
-No soy metódico en absoluto. Yo creo que las cosas te salen cuando te pones a ello y estás en tu espacio con tus cosas y tu guitarra, en unos horarios en los que sabes que no te va a molestar nadie. También es verdad que la inspiración te puede surgir en cualquier otro momento. Por eso yo tengo varias guitarras distribuídas por la casa, por si me surge una idea tener una a mano porque si no, me da pereza y se me pasa el punto. En cualquier momento te puede surgir la idea pero es difícil saber cuándo. No soy un compositor de método. Si yo supiera que hay un método para que me salieran las cosas como yo quiero lo cumpliría a rajatabla...
-Veinte años después, ¿no lo ha encontrado?
-Para nada. Y la prueba es que esta vez me he tirado seis años sin sacar un disco, y créeme, seis años son muchos días en los que lo has intentado y no has podido conseguir nada con el mal rollo que te da eso. En todo ese tiempo te da tiempo a todo, a frustrarte mucho y a estar todo el día en un sofá 'tirao', pero es que no sabes qué hacer. Piensas en otras épocas en las que te era relativamente fácil componer y te preguntas: «Ostias, y ¿cómo hacía yo eso?». Te quedas con la sensación de que en tu cabeza hay un botón, no sabes cuál, que si tienes la suerte de pulsarlo, empiezan a salir cosas y dices «coño, qué bonito» y sigues. Te dices a ti mismo que ya se ha pasado la etapa en blanco y crees saber lo que es necesario para lograr componer. Pero nunca tienes muy claro donde está el dichoso botón y llegas a pensar que a lo mejor todo ha sido sólo pura casualidad.
-Once discos no pueden ser fruto de la casualidad... Quizá simplemente acusa la presión...
-La peor presión es a la que se somete uno mismo. Yo no la sufro por parte de los fans o de la compañía discográfica, soy yo el que más ganas y más miedos tiene y el que más exigente es consigo mismo.
-¿Qué tiene que tener una canción para que le dé su visto bueno?
-Para mí, se trata de hacer canciones que tengan el 'puntito' de que te motiven o no. Puede que te pongan la carne de gallina y puede que no. Yo no creo que sea posible componer una canción y arreglarla y volverla a arreglar. Las canciones 'te ponen' o no. Yo no sé hacerlo de otra manera. Nunca sacaría un trabajo con temas que me gusten a medias o de las que no estoy convencido. Si haces un tema y lo tienes que defender en un escenario tienes que estar plenamente convencido de él, te tiene que motivar, y cuando lo escuches te tiene que poner los pelos de punta y emocionarte.
Metáforas universales
-Sus letras, marcadas por el lenguaje universal y ambiguo de la metáfora, han llegado a diferentes públicos y generaciones, ¿lo considera un logro?
-Muchas veces escribo y no sé exactamente de qué hablo. Me gusta que las canciones no hablen de una cosa concreta y que cada uno le pueda dar su propia interpretación. De hecho, estoy seguro de que si le preguntas a diferentes personas sobre una misma canción mía te pueden contar cosas muy distintas. Lo importante es que te hagan pensar y te remuevan cosas por dentro, no hay una sola historia en cada canción.
-Ha habido artistas consagrados que han llegado a decir que en todos los grupos españoles del momento se puede escuchar su influencia y que, por ello, todos tienen que luchar por intentar parecerse cada vez menos a usted y ser más personales, ¿cómo es posible que un grupo que empezó definiéndose a sí mismo como 'rock transgresivo' se haya convertido en un referente?
-Para empezar, es un motivo de orgullo. Es muy difícil definirse a uno mismo como grupo. Yo intenté siempre ante todo ser original, aunque, lógicamente, también he tenido mis influencias porque lo que vas oyendo se te cuela de alguna forma en la cabeza. Cuando empezamos no había nada parecido a nosotros, era música bastante más 'moña'. Años después es verdad que veo, en grupos y artistas actuales, guiños a nuestra música y a nuestro estilo, aunque muchos de ellos superan con creces esa fase y tienen su propio espacio, como 'Marea', por ejemplo. Otros nos imitan descaradamente.
-¿Tiene la sensación de que ha merecido la pena, veinte años después?
-Claro que ha valido la pena, aunque el grupo se hubiera ido a la mierda, incluso. Cuando haces cosas difíciles, independientemente de que te salgan o no, disfrutas. Superarse siempre merece la pena y es bonito. Me gustan los retos.
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