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ANA B. HERNÁNDEZ
Domingo, 1 de junio 2008, 11:44
Jordi conoció a Teresa hace unos 18 años. En Montehermoso. Durante el concierto de un grupo desconocido que apenas reunió a un centenar de personas en una sala. Roberto Iniesta era el que cantaba entonces en esa sala.
La historia de amor que Jordi y Teresa iniciaron durante esa actuación hoy sigue adelante. Se ha fortalecido como la devoción de la pareja por el creador de Extremoduro. Teresa está embarazada de su segunda hija, pero Jordi acudió al concierto de Plasencia acompañado de sus amigos. Los que también han seguido la trayectoria de Robe. «Recuerdo cuando le escuchaba en el Estambul, un local que ya ha desaparecido en la calle Vidrieras», rememoró Esteban.
Él, Jordi, Ismael, Óscar, Ángel y Javier, todos amigos y vecinos de Plasencia, no se perdieron ayer el gran concierto que colapsó la ciudad. Fueron fieles una vez más a su cantante. Acudieron al estadio municipal a escuchar a Robe cantar su 'Jesucristo García'.
Antonio, de 41 años, viajó desde Madrid para no perderse la misma canción. Se la ha oído muchas veces, «pero quiero hacerlo en su ciudad».
Andrea y Ana, de 26, presenciaron ayer el primer concierto en directo de Extremoduro. Se olvidaron por un día de las fiestas de su Cáceres natal y disfrutaron con el rock transgresor del placentino, al que se engancharon nada más escuchar su música, hace unos dos años.
Como ellas Omar, de 16 años, y sus amigos de Eljas (Sierra de Gata). También el de ayer fue su primer concierto, pero a pesar de su juventud la devoción por Roberto Iniesta no es reciente. Como cerca de 12.000 incondicionales. Seguidores fieles de ayer y de hoy del creador de Extremoduro. Regresó a su ciudad después de 13 años de ausencia y Plasencia se volcó con él.
A pesar del frío
«Ya estamos aquí, por fin, por fin». Fueron las primeras palabras que dedicó a los congregados. A un público que ayer desafió la lluvia y el frío y aguantó horas desapacibles para recibir por todo lo alto al placentino más internacional.
Cuando a las nueve de la noche se abrieron las puertas del estadio municipal una avalancha de gente, literalmente, tomó la entrada. Cientos de jóvenes y menos jóvenes que querían estar en la primera fila. Para disfrutar de su ídolo, de su guitarra y su música. No les importó la espera, más larga sin la actuación de los teloneros 'Doctor Deseo' por la lluvia. Cuando a eso de las diez y media de la noche las luces del escenario se encendieron el estadio municipal estalló.
Robe estaba en el escenario. Delante de su público. Del de siempre y del nuevo, porque su música sigue encandilando. De desconocidos, conocidos, amigos y familiares. Porque actuó en su ciudad. La que vió cómo un joven se abría con trabajo, esfuerzo y muchas dificultades camino en el complicado mundo de la música. La que ayer se rindió ante su ídolo. Ante un menos joven Robe Iniesta. Ante un placentino que logró su sueño. Ante una estrella internacional.
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