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J. L. AROCA
Miércoles, 9 de julio 2008, 12:39
Con ella se podría cubrir casi la mitad del consumo energético de los hogares extremeños. Es la más eficaz para calefacción y agua caliente. Sin embargo, la biomasa, los restos vegetales, no acaba de arrancar y en la primera convocatoria de ayudas sólo se ha gastado el 20 por ciento del presupuesto.
«Es un fracaso», reconoce sin disimulo la Consejería de Industria, Energía y Medio Ambiente. La convocatoria «ha pasado sin pena ni gloria», admite su servicio de planificación energética.
Ha dado a conocer los resultados del convenio 2006 con el instituto estatal para la diversificación y el ahorro de la energía (IDAE). Había presupuestados 225.000 euros para subvencionar con hasta un 30% los proyectos de utilización doméstica de la biomasa, a base de calderas que producen calefacción y agua caliente. Finalmente sólo se ejecutaron cuatro instalaciones en edificios por un total de 48.000 euros, poco más del 20 por ciento de lo presupuestado.
Tampoco fue para tirar cohetes el resultado de la línea de ayudas a la energía solar térmica, que se cumplió en un 50 por ciento, si bien dio lugar a 86 instalaciones. El éxito mayor fue para la solar fotovoltaica (producción de electricidad para autoconsumo) que rebasó las disponibilidades presupuestarias y generó 55 instalaciones.
Problema nacional
El escaso desarrollo de la biomasa como fuente energética es un mal de toda España, señala el Gobierno regional. Como productora de electricidad, especialmente, dado que las técnicas todavía no son buenas y las experiencias habidas han desembocado en fracaso, como fue la planta de Helechosa de los Montes.
Otra cosa es el aprovechamiento térmico de la madera y residuos forestales, podas de frutales, vid y olivo, residuos de la aceituna como el orujillo, o la cáscara de arroz y frutos secos, que es «muy eficiente» pero no está extendido por «desconocimiento», opina Fernando López, director de la Agencia Extremeña de la Energía.
Además del aura de 'antiguo e incómodo' que rodea a materiales como madera y leña, las calderas de biomasa domésticas o industriales son las grandes desconocidas.
«Sin embargo, en países como Italia el noventa por ciento de la calefacción es a base de biomasa», apunta Fernando Gómez, promotor de la industria Biomex situada en Valdelacalzada y que se dedica desde hace dos meses a fabricar 'pellets' (pastillas) de biomasa.
Segunda convocatoria
La segunda orden de ayudas de la Junta de Extremadura a las energías renovables para uso propio se publicará antes de que acabe este mes y está dotada con 970.896 euros, de los cuales la biomasa vuelve a ocupar casi un 30 por ciento del montante con 261.000 euros.
Para instalaciones de solar térmica encaminadas a la diversificación energética hay una partida de 603.000 euros (vuelve a concentrar el 60 por ciento del presupuesto), y para la solar fotovoltaica, 105.000 euros.
En las instalaciones de solar térmica (útiles para calefacción y agua caliente en edificios), la subvención llega hasta el 37 por ciento de la inversión, y en biomasa se mantiene hasta el 30 por ciento. En este último caso se estima que el coste de instalación por kilovatio no debe sobrepasar los 500 euros.
Es muy probable que en esta segunda convocatoria la biomasa no acabe en el fracaso que supuso la primera.
El grupo Biomex de Valdelacalzada, que también es instalador de este tipo de calderas, tiene ya 50 solicitudes preparadas.
El hospital de Zafra va a ser el mejor ejemplo de la utilización moderna de la biomasa a escala industrial en Extremadura, para la calefacción y agua caliente del edificio.
Experiencia en Zafra
Acaba de instalarse una gran caldera que empieza a funcionar después del verano y cuyas promesas son espectaculares, según los datos del director de la Agencia Extremeña de la Energía, Fernando López. Actualmente, el consumo anual de gasóleo en ese hospital es de 114.612 litros para una energía equivalente a 811.651 kilovatios/hora.
Con la nueva caldera de biomasa se estima un consumo de 174 toneladas anuales de ese material, que, a un coste de 81,2 euros por tonelada, supone un gasto de 14.167 euros cada ejercicio.
El ahorro cada año, según la Agencia de la Energía, será de 30.594 euros, con lo cual la amortización de la nueva caldera se va a producir en tan sólo 2,71 años; como su vida útil es de 20 años a lo largo de ese período el ahorro total calculado es de 611.880 euros.
En las instalaciones domésticas o colectivas para producción de agua caliente y calefacción, la amortización igualmente no dura más de dos años.
«Las calderas actuales son muy eficientes y cómodas con su mando a distancia y termostato», explica Fernando López de la Agencia de la Energía.
Antiguamente, el problema era el suministro de material combustible, que ahora está solucionado con los 'pellets'. «Son tan buenas -explica- como las de gas natural y mucho mejores que las de gasóleo».
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