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ARACELY R. ROBUSTILLO
Viernes, 11 de julio 2008, 21:00
Badajoz se despierta hoy con la resaca de una velada musical inolvidable llena de arte y de duende por partida doble. Y es que muy pocas veces coinciden en un mismo espacio y tiempo, figuras de relumbrón del panorama musical nacional e internacional. Diego El Cigala, Lamari y los suyos y los lusos 'A Naifa', ponían ayer la capital pacense 'boca abajo' bajo el influjo de unos acordes que no conocían de fronteras ni de idiomas y que, sin embargo, sonaron muy ceranos.
Los portugueses 'A Naifa. Uma inocente inclinação para o mal' dieron el pistoletazo de salida a una noche llena de promesas. El auditorio Ricardo Carapeto se estrenaba como escenario de la primera edición del festival de flamenco y fado 'Badasom' y hasta él se desplazaron más de 1.500 personas. Los portugueses rompieron el hielo con un primer plato con ingredientes variados: poesía portuguesa, estética musical urbana y estilos contemporáneos, delicioso de digerir.
Pero el público esperaba a Diego 'El Cigala'. La presentación de su último trabajo 'Dos lágrimas' venía precedida del clamoroso éxito de su anterior disco, 'Lágrimas negras', que 'alumbrado' junto a Bebo Valdés, llegó a vender un millón de copias.
En esta segunda entrega y con la ausencia del genial cubano al piano, El Cigala fue desgranando sobre las tablas una forma de cantar, de alguna manera marcada ya para siempre por la cadencia y el son de la música cubana. Acompañado por 'Jumitos' al piano, Diego Morao, en la guitarra española, Yelfy Heredia, al contrabajo y Sabu Porrina en la percusión, el cantaor madrileño se fue paseando por temas clásicos como 'Dos Gardenias' de Antonio Machín, 'María de la O' de Rafael de León o 'Dos Cruces' de Antonio Molina con la naturalidad de los grandes.
Continuando con la misma línea de fusión del flamenco, la música tradicional latinoamericana y la copla, Diego puso el acento en el sentimiento y en una interpretación que le confiere un aire de nostalgia ininterrumpida que supo llegar hasta un público extremeño que le aplaudió con ganas.
'Flamenco chill'
En la parte alta de la ciudad y en un escenario ubicado en uno de los lugares más emblemáticos de Badajoz, su Alcazaba, hacían acto de presencia, eso sí, un poco más tarde, Lamari y los suyos, o lo que es lo mismo, Chambao. El grupo, uno de los buques insignia de la música flamenca-electrónica conocida como 'Flamenco chill', ofreció a los presentes, que fueron más de 3.000, un amplio recorrido por varios de sus trabajos, incluído, por supuesto el último e intimista 'Con otro aire'.
Una incombustible 'Mari', cuya voz inconfundible parecía abarcar todos los recovecos de la noche pacense, supo conectar en todo momento con un público entregado que coreaba las letras de una música 100% fusión. Una noche inolvidable 'a reventar' de música y de raza, que será difícil de olvidar y repetir en una sola ciudad.
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