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Domingo, 20 de julio 2008, 12:13
Alconera llegó a tener 1.639 habitantes en el año 1950. Cuarenta años después, tenía 700. Hoy, los mantiene. Alconera siempre destacó por sus canteras de mármol granito, arcilla, caliza. Era un pueblo rico en piedra, pero pobre en todo lo demás: sin vivienda, sin alcantarillado, sin agua... No acababa de despegar porque no se aprovechaba su riqueza.
De sus canteras de mármol, explotadas por un grupo italiano, vivían directamente unas 25 familias, pero esas canteras cerraron en 1972 y se produjo una gran emigración a Madrid y Barcelona. El mármol de Alconera se vendía desde Italia como mármol de Carrara y con él se hizo el edificio madrileño del Banco de España. Cuando hace algunos años hubo que reformar el inmueble bancario, un grupo valenciano reabrió las canteras para extraer algo de mármol. Después, volvieron a cerrar.
El pueblo, a pesar de ser rico en piedra y de mantener abiertos algunos hornos y talleres relacionados con este sector, parecía agonizar. La agricultura y la ganadería no bastaban para fijar en Alconera a la población y el futuro era complicado.
Hace una decena de años, se anunció la llegada a Alconera de la industria Cementos Balboa, una factoría cementera que, se decía, crearía 1.200 puestos de trabajo y relanzaría la comarca. La cementera se instalaba con el fin de utilizar la materia prima del término municipal, tan abundante y tan mal aprovechada. En la carretera de La Lapa, de unas canteras de arcilla se extraería el 20% de la mezcla precisa para hacer cemento. Otras canteras de caliza facilitarían el 80% restante de la mezcla.
A cinco kilómetros de esas canteras, que podrán surtir de materia prima durante decenas de años, se instalaba la fábrica, un mamotreto espectacular situado en el arcén de la carretera de Zafra a Jerez y Fregenal. Las críticas no tardaron en aparecer: se destrozaría la sierra, correría peligro la flora y la fauna, se contaminarían los acuíferos, habría consecuencias negativas para la salud y se exageraba con el número de 1.200 empleos.
La cementera comenzó a funcionar en mayo de 2005. Acaban de cumplirse tres años de su puesta en marcha cuando llegamos a Alconera. Lo primero que llama la atención es la gigantesca factoría situada en el cruce de la carretera general, pero cuando entramos en el pueblo, no se ven carteles ni pintadas contra la cementera. Es más, si atendemos a la cartelería, Alconera parece un pueblo donde la gente es feliz.
En la plaza, entre la iglesia y el ayuntamiento, varios pasquines anuncian cursos de batuka «para que te pongas las pilas», excursión de la asociación juvenil a Matalascañas, «que es lo más cerquita y hay mucha marcha», y cena, botellón, acampada y desayuno de la Asociación de Mujeres Siglo XXI en la piscina natural, rubricado con una frase que parece encarnar la filosofía local: «¿Nos lo pasaremos genial!».
Dejando a un lado los carteles, hablamos con las personas. Charlamos con un jubilado, con dos jóvenes, con tres señoras... La encuesta no tiene nada de científico, pero lo cierto es que nadie critica la cementera, se extrañan incluso de que se les pregunte por ella, no notan efectos negativos en la salud y coinciden en un punto: «Ha sido lo mejor que le ha pasado al pueblo y a la comarca».
Paro cero masculino
La cementera tampoco ha sido la gran empleadora que se prometía: tiene 120 trabajadores, no 1.200. De ellos, unos 70 son de Alconera y, aseguran en el pueblo, ninguno cobra menos de mil euros. En Alconera hay paro cero masculino y solo hay cinco hombres en el PER, «aunque están ahí porque no quieren trabajar en otro lado». Lo de que son cinco lo corroboran las cifras oficiales, lo de que no quieren trabajar en otro sitio es una opinión popular.
Las mujeres lo tienen más complicado: ellas son quienes reparten las cartas y hacen de jardineras o de barrenderas, pero sigue habiendo paro femenino, al menos hasta que salga adelante el proyecto favorito del alcalde.
Manuel Galea Santos es alcalde de Alconera desde el año 1983 con mayoría absoluta. Ya se ha olvidado de aquellos años en que una mañana sí y otra también salía de casa y se encontraba pintadas calificándolo de lo peor. «Ya no hay contestación política con lo de la cementera. En el pueblo no hay queja y hasta los de La Lapa, que eran los más disconformes porque decían que les iban a cortar el agua y enfermarían, ya están conformes».
Algunas voces críticas lamentan que la cementera, con su promesa de empleo y sueldo, sea la culpable del fracaso escolar en Alconera. En el pueblo hay una decena de estudiantes universitarios y el doble de estudiantes de Formación Profesional. El ayuntamiento contrata a una profesora para que ayude a sacarse el graduado escolar a cuatro chicos y a cuatro señoras, pero los jóvenes no han ido a clase en todo el año. «Eso no es por la cementera. Sucede así en Zafra y en Badajoz: los padres no obligan a estudiar y el empollón es discriminado», argumenta la concejala de Cultura.
«La principal industria es la cementera, pero también están los 15 trabajadores de la empresa de transportes que traslada la materia prima desde las canteras. En el sector de la piedra, tenemos las canteras de granito y los talleres de mármol que dan empleo a 25-30 personas», calcula el alcalde.
Además de ser una potencia en piedra, Alconera se está convirtiendo en un importante centro de energías alternativas. «En una finca de 217 hectáreas que el ayuntamiento compró por 217 pesetas, se ha instalado un Parque Solar Fotovoltaico de 120 hectáreas que paga 8.000 euros mensuales de alquiler al ayuntamiento, va a producir 15 megavatios y dar empleo fijo a una veintena de personas. En el polígono industrial, un grupo alemán pretende levantar una empresa de biomasa, que aprovechará masa forestal, invirtiendo 50 millones de euros. Ya nos hemos entrevistado con el consejero para agilizar la instalación. Finalmente, habrá un parque eólico en la zona de Santo Domingo de 10 megavatios».
Manuel Galea hace las cuentas municipales en euros y en pesetas: «Nuestro presupuesto municipal es de un millón de euros, pero la cementera, tras los dos años de exención, paga ya un IAE de 40 millones de pesetas, la planta solar pagará IAE según la producción, más los 8.000 euros del alquiler mensual, más los otros proyectos... Eso son otros cien millones de las antiguas pesetas».
Con estas cuentas y los tres empleos por megavatio que ha de crear el parque eólico, el alcalde se ha embarcado en su proyecto favorito: convertir el antiguo cuartel de la Guardia Civil en una residencia de ancianos de 60 plazas con 30 mujeres empleadas y paro cero en el pueblo. Y hay más. Por ejemplo, energía eléctrica. Porque en Alconera la luz no es de Endesa, Fenosa ni Iberdrola, sino del propio ayuntamiento, que la distribuye y comercializa desde 1957. Solo hay otro caso de electricidad municipal en la provincia de Badajoz: Malcocinado. El presidente de la eléctrica es el alcalde y su objetivo es suministrar también al polígono industrial, que la empresa sea rentable y sus beneficios repercutan en el pueblo.
Esta actividad industrial se nota en la construcción de viviendas para jóvenes, que se quedan en Alconera, y para emigrantes, que retornan al pueblo donde nacieron. En este momento se construyen 72, una cantidad sorprendente en una localidad de 700 habitantes. Para rematar el optimismo, el alcalde dibuja el trazado de la autovía Jerez-Zafra, que pasará junto a la cementera y empatará con la Vía de la Plata y la Badajoz-Granada.
Dejamos el pueblo y partimos en busca de las canteras por la carretera de La Lapa. Por el camino nos encontramos con un enclave que parece más el Valle del Jerte que estas sierras ocres del sur extremeño. Es la piscina natural de Alconera, rodeada de 10.000 metros de césped y árboles. Más allá, la sierra mordida por las excavaciones. El impacto visual de la cantera, escondida entre colinas, no es brutal. No se ven nubes de polvo y hasta las hojas de los olivos cercanos están limpias. Ni la cementera ni las canteras son estéticas, pero Alconera, tres años después, parece un pueblo feliz. Alconera
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