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PABLO CALVO
Domingo, 20 de julio 2008, 13:18
El 19 de julio de 1936, domingo, los vecinos de Cáceres se echaron a la calle. Estaban llamados a participar en un referéndum convocado por el Ayuntamiento para decidir si merecía la pena realizar una importante inversión en hacer las canalizaciones del agua en la ciudad. En esa tarea estaban, y el Partido Comunista en celebrar su congreso provincial, por cierto, cuando comenzaron a llegar las primeras noticias de que Queipo de Llano había tomado Sevilla, es decir, de que estaba en marcha un golpe de estado.
A las diez y media de la mañana de esa jornada, los militares acuartelados en Cáceres tomaron la ciudad, todo lo contrario que en Badajoz, que se mantuvo fiel al Gobierno de la República. Al general Castelló le valió ser nombrado dos días más tarde ministro de la Guerra, pero no pudo evitar la represión que se desató durante ese trágico verano.
«Extremadura es un claro ejemplo de la división que se produjo, de las dos Españas», afirma Julián Chaves Palacios, profesor de Historia Contemporánea de la Uex y director del programa para la Recuperación de la Memoria Histórica. Una provincia, la cacereña, tomó partido por los sublevados. «La prisión de Cáceres se quedó enseguida pequeña y hubo que utilizar la que ya se estaba construyendo, aún sin terminar», explica Chaves. Badajoz resistió hasta la llegada de las tropas del General Yagüe. «Fue el momento que marca un antes y un después en la tragedia, en el hito represivo de Extremadura, aunque represión hubo por ambos bandos», añade el historiador.
Las cifras hablan de alrededor de 15.500 muertos en la región: en Badajoz fueron 12.000 fusilados por los nacionales y entre 1.400 y 1.500 asesinados en zona republicana; en la provincia de Cáceres 1.830 en zona nacional y 130 en zona republicana.
«De Cáceres, sobre todo en lo relativo a las operaciones militares, la represión, sublevación y la vida cotidiana, buena parte lo tenemos estudiado. Nos estamos centrando en el alcance de la represión en Badajoz», responde el profesor Chaves cuando se pregunta si aún falta mucho por saber sobre este episodio sangriento. De las 12.000 víctimas de la represión franquista en Badajoz, la provincia más afectada, el programa para la Recuperación de la Memoria Histórica tiene localizados y sabe de las circunstancias de su muerte de 9.000 aproximadamente. Quedan, pues, 3.000 extremeños de los que se desconoce su paradero, dónde fueron enterrados, qué pasó con ellos.
«Es complicado porque se procuraba eliminar cualquier huella documental» apunta Chaves. Se continúan revisando cientos de papeles relacionados con prisiones, consejos de guerra, expedientes de incautación, registros civiles... o valiéndose de testimonios orales para comenzar a tirar del hilo de la verdad.
Memoria Histórica va a dar un paso más. Ya está en trámites la digitalización de los fondos relacionados con Extremadura guardados en el Archivo Histórico de Ávila (que tiene bastante documentos del Gobierno Civil de Badajoz), y el Archivo de la Guerra Civil de Salamanca, consultados a menudo por los cinco investigadores que participan en el programa. Ya están en marcha los convenios oportunos, y el objetivo, explica Chaves, es «hacer más accesible, no sólo a los investigadores interesados en esta materia, sino a todos los extremeños», los documentos que arrojan luz sobre lo sucedido en las ciudades extremeñas durante aquellos días.
«Lo ideal es que los documentos digitalizados sean colgados en la red. Nuestra web, por ejemplo, se está mostrando como una forma muy ágil para conocer e interactuar con los afectados: ellos nos piden que busquemos a sus familiares, y nosotros les pedimos que nos aporten datos de su peripecia vital para ir encajando las piezas de este puzzle».
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