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¿Qué ha pasado hoy, 25 de abril, en Extremadura?
A. Vidal (mecánico), Pedro Díaz ( piloto), Juan Carlos Soto ( enfermero) y Jesús Ugarte ( médico)./ GUERRERO
A bordo de un helicóptero salva vidas
REGIONAL

A bordo de un helicóptero salva vidas

Las aeronaves del SES hacen 300 servicios anuales desde sus bases de Don Benito-Villanueva y Malpartida de Cáceres Los aparatos alcanzan 250 kilómetros por hora de velocidad

EVARISTO FERNÁNDEZ DE VEGA

Miércoles, 30 de julio 2008, 21:28

Si todo el tiempo es oro, aún más valiosos resultan los minutos que separan una vida de la casi segura muerte. Es ahí donde se hacen imprescindibles los helicópteros sanitarios del SES, dos modernas aeronaves que surcan los cielos de la región para acercar la atención sanitaria a los pacientes que no tienen espera.

A ciencia cierta, nadie sabe cuántas vidas pueden haber salvado estas dos aeronaves, pero los expertos en urgencias tienen claro que en un caso de infarto severo la ganancia de unos minutos puede evitar secuelas físicas que jamás se superarían.

La enorme extensión geográfica de Extremadura ha obligado al Servicio Extremeño de Salud a crear una amplia red de ambulancias médicas dotadas con todos los avances en materia de urgencias extrahospitalarias, pero esos vehículos de tierra son incapaces de atender a veces las emergencias que ocurren en las zonas más recónditas.

Es en esos casos cuando más necesarios se hacen los dos helicópteros sanitarios. Uno tiene su base permanente en el Hospital de Don Benito-Villanueva y el otro se localiza en polígono industrial de Malpartida de Cáceres, donde ocupa una antigua base de operaciones que era utilizada por los helicópteros encargados de la extinción de incendios.

Esa plataforma de aterrizaje comenzó a ser utilizada cuando se puso en marcha este servicio sanitario puntero, puesto que se buscaba una ubicación centrada (Malpartida está a pocos kilómetros de Cáceres) desde la que pudiera cubrirse toda la región. «Durante el verano nosotros funcionamos desde las 8 de la mañana hasta las 8 de la tarde, mientras que el helicóptero de Don Benito-Villanueva está activo de las 10 de la mañana a las 10 de la noche. Por tanto, cualquier emergencia que ocurra antes de las 10 de la mañana debe ser atendida por nuestro equipo», según ha confirmado Jesús Ugarte, el doctor que dirige uno de los equipos médicos que trabaja en Malpartida.

Cuando así sucede, este helicóptero despega con una dotación de personal que está compuesta por cuatro personas: un médico, un enfermero, un piloto y un mecánico. Cada uno tiene una función distinta, pero la coordinación de todos ellos es fundamental para lograr que la intervención sea eficaz. «La gran ventaja del helicóptero está en su rapidez, puesto que se desplaza a unos 130 o 135 nudos de velocidad (250 kilómetros por hora) sin necesidad de detenerse ante los obstáculos que ralentizan a las ambulancias», destaca uno de los pilotos de la nave que funciona desde Cáceres, Pedro Díaz Márquez.

A esta característica distintiva se une la facilidad que ofrece en el traslado de enfermos, una cualidad de la que habla Jesús Ugarte. «Para una persona politraumatizada el helicóptero es mucho más cómodo: las vibraciones son menores que en una ambulancia y no es necesario trazar curvas».

Posibles mareos

Aún así, este medio de transporte presenta el inconveniente de la altura, lo que obliga en algunos casos a sedar al paciente para evitar posibles mareos. «A veces el enfermo se marea durante el vuelo y eso una contrariedad añadida», confiesa la coordinadora del servicio, María Victoria Fernández Gómez.

En otras ocasiones el problema no está en los mareos, sino en la percepción que tiene el paciente de la gravedad de su patología. «Hay gente que se piensa que si lo subimos al helicóptero es porque está muy grave, cuando la realidad nos demuestra que no siempre es así. En esos casos tenemos que hacer mucha terapia con el enfermo y e incluso es preciso sedarlo un poquito para que se tranquilice», añade Ugarte.

Este médico tiene claro que la principal ventaja de este servicio es que acerca en un tiempo récord los cuidados hospitalarios a cualquier punto de la región. «Una vez en el lugar, el enfermo tiene la misma atención que recibiría en un hospital y eso es clave a la hora de atender un infarto, por poner un ejemplo».

Quienes trabajan en el helicóptero sanitario saben que lo importante en esos casos es ofrecer el mejor tratamiento al herido en el sitio donde se encuentre, puesto que una vez dentro del aparato se reducen las posibilidades de atenderlo. Tanto, que en pleno vuelo sería imposible realizar una desfibrilación, por lo que habría que tomar tierra para que el paciente pudiera superar una hipotética situación de parada cardíaca. «En esos casos tampoco hay problemas porque la nave puede aterrizar en cuestión de segundos», garantizó el piloto.

La certeza de que actuar en el aire es muy dificultoso obliga al equipo sanitario a preparar todo su instrumental antes de subir al aparato. «Si tienes que utilizar una vía o una medicación debes tenerla lista antes de subir», aclara Juan Carlos Soto, el enfermero que forma equipo con Jesús Ugarte.

María Victoria Fernández añade que el trabajo en el helicóptero es más complicado que en una ambulancia convencional por falta de espacio, pero cree que la celeridad compensa con creces esta desventaja.

La máxima expresión de esa limitación de espacios se vivió durante una intervención en la que participó Pedro Díaz Márquez. «El paciente debía medir más de 1,90 de estatura y pesaba del orden de 180 o 190 kilos, por lo que no hubo manera de introducirlo en el helicóptero».

En ese caso, una ambulancia medicalizada se hizo cargo del enfermo, un imprevisto que no anula el servicio que presta el helicóptero. «Lo más importante en esos casos es que logramos llevar una UCI móvil al lugar en el que hace falta».

De esa prestación se han beneficiado decenas de afectados por infarto de miocardio que en otras circunstancias habrían sufrido lesiones más severas e incluso la muerte. Igualmente se han salvado de morir multitud de accidentados de tráfico y lesionados cerebrales como el atendido esta misma semana por el helicóptero de Malpartida de Cáceres, en cuyo interior viajó una mujer aquejada de una hemorragia cerebral que se encontraba en el hospital de Coria y necesitaba ser atendida con urgencia por los especialistas del hospital Infanta Cristina de Badajoz.

Igualar la asistencia

En ese caso concreto, la paciente ya se encontraba en un centro hospitalario, pero son muchas las intervenciones que se producen en los límites de la provincia, unos lugares donde las prestaciones médicas son más escasas. «Teniendo en cuenta que la región es enorme y que hay puntos que distan hasta tres horas del Hospital Infanta Cristina, por poner un ejemplo, yo creo que el helicóptero da la posibilidad de dar una asistencia parecida o casi igual a la gente de toda la comunidad con independencia del lugar donde viva», destaca María Victoria Fernández.

De paso, los componentes de este equipo sanitario tienen la oportunidad de recorrer Extremadura desde el aire, un privilegio del que sólo disfrutan en los viajes de vuelta. «Al regreso solemos comentar el servicio, pero es evidente que desde el cielo se ve la región de una forma muy distinta», resalta Ugarte. «Ir por encima de un pantano es maravilloso -añade Pedro Díaz-, y también es impresionante sobrevolar las Villuercas, la Sierra de San Pedro o la dehesa extremeña».

A esos momentos de relax contribuye la tranquilidad que aporta el mecánico del equipo, quien se encarga de revisar el aparato tanto al inicio de la jornada como a la conclusión. «Este helicóptero lo hemos estrenado el día 28 de junio y es un EC-135 T2+ que cuesta en el mercado algo más de 4 millones de euros», concluye Pedro Díaz.

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