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Monterroso (con gafas) y González, ante la patera quemada. Ahí se levantará el nuevo monumento. |HOY
Un faro marinero en plena llanura
EN ALDEACENTENERA

Un faro marinero en plena llanura

Aldeacentenera prepara su gran monumento: un faro de ocho metros que lucirá por las noches

ANTONIO J. ARMERO

Lunes, 27 de octubre 2008, 12:13

SI a Aldeacentenera (treinta kilómetros al este de Trujillo) le salen bien sus planes, será el primer pueblo extremeño en contar con un faro marinero. Con su luz nocturna y todo. Ítem más: ¿Habrá en España muchos pueblos de interior con faros marineros? El alcalde del pueblo, Kiko Monterroso, anda estos días dándole vueltas a la cabeza, pergeñando el que será el monumento más significativo de la localidad. Todo empezó el pasado verano, cuando alguien quemó 'La patera de la esperanza', la obra que lucía en la rotonda de entrada al municipio. Era una barcaza que el artista cacereño Emilio González había rescatado del olvido a través de la Cruz Roja de Algeciras. Había servido a un grupo de inmigrantes para cruzar el Estrecho, y a Emilio González le pareció el objeto ideal para hacer una reflexión artística sobre la inmigración. Se la trajo hasta Cáceres y la convirtió en obra de arte al revestirla de camisas, camisetas, pantalones y chanclas repartidas por todo el enorme cayuco. Durante un tiempo, la patera de la esperanza lució en una glorieta a la entrada de la localidad, pero un fin de semana del mes de julio, en plena madrugada, alguien le prendió fuego. El barco quedó reducido a un conjunto de tablas de madera negras, que todavía hoy permanece en ese lugar. Ese triste final movió tanto a Emilio González como a Kiko Monterroso a buscar una solución para que ese lugar volviera a cumplir su función artística. El autor se puso manos a la obra y concibió un proyecto de lo más ambicioso: un faro marinero de ocho metros de altura. Tendrá seis cubos de 110 centímetros por cada lado, y se levantará sobre una base de hormigón. Estos detalles se los contó Emilio González al alcalde de Aldeacentenera, que acogió de buen grado la propuesta y ahora está pensando cómo completarla. «Vamos a hacer una cosa seria -asegura Monterroso-. La idea del faro es buena y lo haremos, pero queremos que tenga aún más contenido». Y entre las opciones que manejan está rodear al faro de elementos naturales que simulen la apariencia de un acantilado, de manera que esa glorieta se parezca cuanto más mejor al entorno natural que suelen tener los faros marineros. El alcalde piensa en colocar una roca de dos o tres toneladas de peso. «Y estamos viendo también la manera de llevar agua hasta el monumento, y también de que la patera quemada esté representada en el conjunto, a modo de recuerdo», detalla Kiko Monterroso, que quiere incorporar al proyecto a Antonio Martín, ceramista del municipio, y al cubano Héctor Gallo. La idea general a la que está dando forma no tiene nada de casual. Hay una cuestión de fondo que la dota de sentido. «Ahora mismo, debe haber en Bermeo tantos aldeanos como en el pueblo», ilustra Kiko Monterroso. El carácter emigrante de Aldeacentenera, detalla el alcalde, viene de lejos. Varios vecinos del pueblo se fueron a Bermeo (Vizcaya) a trabajar como marineros. A esos primeros les siguieron otros, y después y otros más, y hoy hay en Bermeo unos cuantos naturales del municipio ganándose la vida en barcos o en industrias relacionadas con el mar. Si todo sale bien, conforme al guión previsto por el alcalde, igual la próxima vez que regresen a su pueblo se vuelven a encontrar con el mar. Aunque sea a través de una evocación, de una metáfora doble, sobre emigrantes e inmigrantes, en plena llanura.

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