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Gil Soto muestra un ejemplar de su libro ante la tumba de Godoy. / HOY
La novela que surgió en la tumba de Godoy
SOCIEDAD

La novela que surgió en la tumba de Godoy

José Luis Gil Soto presenta su novela 'La traición del rey' en el cementerio de París donde esta enterrado el político pacense

HOY

Sábado, 22 de noviembre 2008, 02:06

NO es habitual presentar una novela en un cementerio; pero éste no es un cementerio cualquiera». Así comenzó ayer por la mañana en París la presentación oficial de la novela 'La traición del rey', del escritor extremeño José Luis Gil Soto (Oliva de la Frontera, 1972). Una novela histórica publicada, dentro del apartado Grandes Éxitos por la editorial catalana Styria. Gil Soto recordó que esta obra, su primera novela, «surgió precisamente en este lugar -el cementerio parisino de Père-Lachaise- y era obligado presentarla oficialmente aquí, porque así lo imaginé desde el principio». Se trata, afirma, «de una forma de saldar la deuda que hace tres años contraje con un personaje que me atrapó desde que visité su tumba». Se refería así a la controvertida figura del político Manuel Godoy, único gobernante de la historia de España cuyos restos permanecen enterrados en el extranjero. «Espero que el fiel relato histórico que subyace bajo la ficción de 'La traición del rey' sirva también para reflexionar sobre la injusticia que significa el exilio, y más aún el olvido. No parece justo que nadie sufra el destierro en vida y luego permanezca más de siglo y medio sepultado tan lejos de la tierra bajo la que quiso descansar para siempre», reflexionó Gil. 'La traición del rey' sitúa al lector en 1784, cuando el joven Godoy llega a la Corte con el ánimo de servir al Rey en el Real Cuerpo de Guardias de Corps. Es hijo de un hidalgo de provincias, respetable pero sin fortuna. Tiene 17 años y no puede ni imaginar que con apenas 25 se convertirá en el hombre más poderoso y querido del país, y después en el más odiado. Fruto de una exhaustiva labor de documentación, que le ha llevado varios años de trabajo, Gil Soto ha reconstruido la vida y obra de Godoy situándola en su contexto histórico y relacionándola de forma precisa con la vida de los personajes con los que compartió el poder y su existencia: desde María Luisa de Parma hasta Napoleón, pasando por Goya, Cayetana de Alba, Pepita Tudó y Fernando VII. Fiel a los hechos Al contrario que otras novelas históricas, en 'La traición del rey' la Historia no es una excusa o un trasfondo sobre el que se levanta una ficción, sino al revés: en este caso la ficción adereza un relato muy fiel a los hechos y a la biografía del personaje. El relato está basado en sus memorias y en el testimonio de los historiadores que con tanta seriedad han tratado la época y su gobierno, recreando de forma amena una parcela de la Historia de España que resulta extraordinariamente interesante. «Manuel Godoy fue exiliado en 1808, tras el Motín de Aranjuez, un auténtico golpe de Estado, y no volvió jamás a su tierra. No lo hizo ni vivo, ni muerto. Sus restos siguen olvidados aquí, en este cementerio parisino habiéndose convertido en el único jefe de Gobierno español que permanece más allá de nuestras fronteras», explicó Gil Soto en la presentación de su novela, al tiempo que se preguntó: «¿A qué se debe tal indiferencia?». Leyendo 'La traición del rey' uno puede contestar a esa y otras preguntas relacionadas con la vida y obra de Godoy, por ejemplo, su supuesto romance con la reina María Luisa. Lo que Gil cuenta al respecto está basado en la lectura y análisis minucioso de las cartas que Godoy y la Reina se intercambiaron, así como en el estudio riguroso de historiadores de prestigio. Manuel Godoy murió en París, pobre de solemnidad, el 4 de octubre de 1852. La noticia no llegó a España hasta mucho después, y pasó completamente desapercibida. No en vano, el llamado Príncipe de la Paz llevaba más de 40 años en el exilio y ya no despertaba interés alguno en el país que lo vio nacer y donde tan desmesurado poder ejerció. Su última voluntad fue ser enterrado en España; por eso sus familiares y amigos aguardaron un año a que las autoridades españolas decidieran repatriarlo. Durante ese tiempo el cadáver de Godoy permaneció en la cripta de la Iglesia de Saint Roch. Pero no hubo repatriación, y el 16 de enero de 1852 sus restos fueron trasladados al cementerio del Este (actual Père-Lachaise), de la capital francesa.

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