Noche de terror en Cilleros

Ella no quiso volver con el hombre que le había maltratado durante todo su matrimonio, según asegura, y eso casi le cuesta la vida a ella y a su hijo. En mayo del 2007, hacía varios meses que había dejado de vivir con su marido, con Teófilo H. G., en la localidad de Cilleros. Sus hijos eran mayores y ella se fue a vivir a otro pueblo. No obstante, el 25 de mayo accedió a hablar con Teófilo en la casa de la hija común. Teófilo pidió la intervención de sus dos hijos para que su esposa volviera a vivir con él. Se extrañó cuando ella le dijo que no, que ya le había maltratado bastante durante todo su matrimonio y que no estaba dispuesta a continuar con esa situación. La mujer se fue a dormir ese día a la casa de su madre, en Cilleros, en donde también se quedó su hijo. Teófilo comenzó entonces a tejer su venganza. Llamó por teléfono a su suegra para saber si se habían quedado en la casa la mujer y el hijo. Cuando le confirmaron que no se habían ido, cogió una escopeta de caza, una repetidora y la cargó con cinco cartuchos con munición, con postas de 9 milímetros. En los bolsillos metió siete cartuchos más, aunque estos ya eran balas. Además, cogió una maza de hierro de grandes dimensiones. En la ventana del salón Era alrededor de las doce de la noche cuando cogió el coche para ir a la casa de su suegra. Bajó del vehículo armado con la escopeta y con la maza, y de esta manera miró por la ventana del salón para ver quién estaba dentro. Su mujer y su hijo se asustaron al verle con las armas. Teófilo utilizó la maza para intentar abrir la puerta a golpes. La mujer y la suegra se escondieron en una habitación, mientras su hijo intentaba impedirle el paso tirándole objetos y reforzando con su cuerpo la puerta. Con la maza rompió los cristales de la parte superior de la puerta. Mientras gritaba: «Os voy a matar. Llamar a la Guardia Civil que os voy a matar», pasó una mano entre las rejas de la puerta, ya que al no haber cristal podía descorrer el cerrojo. Pero no lo conseguía ya que su hijo no dejaba de tirarle objetos como vasos o cuadros. Al no poder abrir, Teófilo introdujo la escopeta por la puerta y disparó en dirección a donde observó que se movía su hijo con la finalidad de matarlo. Alcanzó al marco de la puerta a una altura de entre 1,30 a 1,50 metros. Teófilo logró descorrer el cerrojo y abrió la puerta. El hijo se arrojó sobre él para intentar quitarle el arma. Los dos cayeron al suelo y comenzaron a forcejear. La escopeta se había encasquillado y ya no disparaba. La madre entonces intervino para recoger la escopeta que estaba en el suelo y salió de la casa para pedir ayuda. Al oír el disparo, de la casa cuartel de la Guardia Civil salió un agente que intervino para reducir a Teófilo. Luego llegaron otros dos guardias y le detuvieron. No se quiso suicidar En el juicio Teófilo dijo que no quería matar a nadie, que lo que quería era suicidarse de un tiro delante de su mujer y que estaba borracho. El tribunal no le ha creído, al comentar que hay pruebas que indican que actuó de forma premeditaba para acabar con la vida de su mujer y del hijo. Una prueba de que no quería acabar con su vida y sí matar a otras personas, es que teniendo munición de bala o de postas, utilizó esta, y llevaba cargada la escopeta con todos los cartuchos que admitía, con cinco. Tampoco se ha acreditado que estuviera bebido. La Audiencia ha condenado a Teófilo H. G. a 10 años de cárcel. Además no puede acercarse a su hijo a una distancia inferior a 500 metros durante 15 años, y a su esposa y a su suegra durante 22 años.