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Alejandro Cercas es eurodiputado desde hace nueve años.|HOY
«Es una enorme mentira decir que el despido es caro en España»
ALEJANDRO CERCAS EURODIPUTADO SOCIALISTA

«Es una enorme mentira decir que el despido es caro en España»

«Tenemos que salir de la crisis siendo más productivos e imaginativos, no destrozando nuestro sistema de bienestar», afirma el político cacereño

M. M.

Domingo, 21 de diciembre 2008, 11:47

El eurodiputado cacereño Alejandro Cercas ha sido durante la última semana el protagonista del Parlamento Europeo por su defensa de las ponencias en contra de la directiva de tiempo de trabajo. La norma que permitiría las jornadas de hasta 65 horas semanales fue rechazada para satisfacción de muchos trabajadores que veían en ella un retroceso en los derechos laborales. En esta entrevista Cercas, ex diputado por Cáceres y eurodiputado durante nueve años, afirma que la crisis económica no puede servir para eliminar el estado de bienestar. -Ha sido usted el héroe de la semana al contribuir a tumbar la directiva de las 65 horas. -Héroe no, dejémoslo en protagonista. El héroe es un hombre solitario, sólo ante el peligro, y yo he estado muy acompañado. -Se temía que el Parlamento no parase la directiva. -Por supuesto. Para que tuviéramos este resultado 200 diputados tenían que votar contra sus gobiernos y las presiones eran grandes. Ha sido muy importante que hayan atendido a su conciencia y no a sus partidos. -¿Qué hubiera pasado si hubiese perdido usted la votación? -La directiva entraría automáticamente en vigor. Se prepararían leyes en muchos parlamentos para eliminar el límite de las 48 horas. Se estaría preparando la ruptura del mercado de trabajo de Europa. Millones y millones de trabajadores no tendríamos la garantía de las 48 horas. Es verdad que la gente dice que las 65 horas no son obligatorias, pero se estaría presionado por los empresarios y muchos trabajadores aceptarían perder un derecho fundamental por no perder el derecho al trabajo. Se habría generado la posibilidad de renunciar a un derecho. Hoy sería esta directiva pero mañana podría ser la del salario mínimo. Habríamos sentado un precedente en el que los derechos son renunciables, y eso era el fin del derecho del trabajo. -¿La crisis económica amenaza las conquistas sociales del último medio siglo? -He estado hablando con un amigo que tiene una empresa de construcción en Cáceres y hemos estado hablando de la crisis. Me ha contado que ha recibido a albañiles que le han ofrecido renunciar a su indemnización por despido a cambio de trabajo. Él les ha dicho que no porque es socialista. Con la crisis es el momento de acentuar las medidas de protección de los más débiles. Necesitamos tener más claros los derechos de los trabajadores y no debilitarlos. Hemos de salir de la crisis no destrozando nuestro sistema de bienestar sino haciéndonos más productivos, más imaginativos y creativos. -España está en una situación especialmente frágil en materia de empleo. -Tenemos una alta tasa de temporalidad y eso hace que estén en peligro muchos empleos. Es una crisis de unas dimensiones desconocidas. Nos queda todavía una etapa de destrucción de empleo antes de que empecemos a ver la recuperación. -Ahora que hay problemas de empleo aparece la receta de siempre: abaratar el despido. El FMI dice que hay que flexibilizar el mercado de trabajo. -La palabra de moda es flexibilidad. Hace unos días viajaba con Fernando Suárez, antiguo ministro, y hablábamos de esta cuestión. Él me decía que cuando se habla de que el despido en España es caro hay que puntualizar. Es caro el despido improcedente. Cuando una empresa no tiene razón y despide a un trabajador es verdad que es caro, pero cuando una empresa necesita despedir a un trabajador no es absoluto caro. Es una enorme mentira que el despido sea caro. Lo que es caro es echar a la gente por capricho. Pero una empresa no debe echar a la gente a la calle por capricho o sin razones. Pero no arreglaría la crisis que el despido improcedente fuera gratuito. Al contrario. Si tenemos una serie de cautelas contra el despido improcedente es muy sano, porque si no se aprovecharían coyunturas como ésta para hacer despidos en masa sin ninguna necesidad. Es lógico que haya empresas que tengan que hacer expedientes de regulación, pero no es razonable que se aproveche y terminemos haciendo de nuestra capa un sayo. EL FMI, la CEOE y hasta el Banco de España hablan a veces de manera impropia, confundiendo las churras con las merinas. La cosecha del 92 -El año que viene son las elecciones europeas. ¿Va a seguir como europarlamentario? -No lo sé. Llevo nueve años como europarlamentario y para mí ha sido una experiencia buena. Soy de la generación de los políticos del 82, que no fue una mala cosecha, de los últimos de Suresnes que está en activo. Salí de la ejecutiva en el 96, vino otra generación de líderes y yo me fui a Europa. He ayudado a mi partido, a mi país y a mi región lo que he podido. Pasar por las instituciones europeas te da una riqueza de matices. -Hace uno días, Leguina se quejaba de que los nuevos dirigentes socialistas habían barrido y no aprovechaban la experiencia de los veteranos. -Es ley de vida. Una generación no aprende de la anterior. Los veteranos somos molestos para los jóvenes que llegan. La juventud no suele aceptar de buen grado los consejos. Todos solemos pecar de adanismo, pensar que antes de nosotros no ha habido nadie. Pero creo que Zapatero está reconsiderando muchas cosas de la primera legislatura. No han servido los consejos. Yo hice el Pacto de Toledo, y nunca me han preguntado. Pero yo también olvidé a los anteriores, que me habrían ayudado a no equivocarme. -Aunque no sea en primera fila ha sobrevivido tanto a Felipe González como a Ibarra. -Sí, pero probablemente porque cambié de tercio. -¿Cómo ve a Extremadura desde Europa? -Se ve un cambio enorme, quizá se observa mejor desde fuera. Y me ha parecido ejemplar la transición de Juan Carlos a Vara. Puede parecer peloteo pero no lo es. Le tengo mucho cariño a Juan Carlos, a pesar de las diferencias que tuvimos. Siempre dije que no tenía que irse porque terminaría rompiéndose Cáceres por un lado y Badajoz por otro, pero no ha sido así.

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