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ANTONIO J. ARMERO
Domingo, 1 de febrero 2009, 11:13
El setenta por ciento de los pinos que hay en Extremadura tienen riesgo alto o muy alto de padecer el Bursaphelenchus Xylophilus, la enfermedad forestal más conocida como 'el gusano del pino'. El dato procede de un estudio que publicaron en el año 2006 J. María Fernández y Alejandro Solla, de la Escuela de Ingeniería Técnica Forestal de la Universidad de Extremadura (Uex), adscrita al campus de Plasencia. Su informe concluye que en la comunidad autónoma hay 81.043 hectáreas en las que la amenaza es alta y otras 27.091 en las que es muy alta. «Esto se debe -argumentan- a que la región cuenta con temperaturas cálidas prolongadas y con casi un 75 por ciento de sus pinares ocupados por Pinus Pinaster, especie muy susceptible al nematodo». De hecho, ha sido un ejemplar de esa variedad el primero en España en el que se ha detectado la enfermedad. Fue en octubre, en un árbol del paraje conocido como 'Las peñas del Drago', en la sierra de Dios Padre, en el término municipal de Villanueva de la Sierra, en la comarca de Gata. Como publicó HOY el pasado día 28, el hallazgo obligará a talar y destruir (mediante quema o triturado) antes del 1 de abril todos los pinos existentes en una superficie de 1.215 hectáreas en torno al ejemplar en el que se encontró la patología. Los técnicos de la Consejería de Agricultura y Desarrollo Rural de la Junta de Extremadura estiman que se perderán entre 225.000 y 250.000 pinos. Fernández y Solla distinguen tres zonas en las que abundan los pinos pinaster, los más expuestos al peligroso gusano: Sierra de Gata-Las Hurdes, Las Villuercas-La Serena y la línea Plasencia-Jaraíz-Navalmoral de La Mata. Según su investigación, las masas con el mayor riesgo están en las comarcas de Herrera del Duque y Puebla de Alcocer. El calor, un factor vital Los dos expertos del departamento de Biología y Producción de los Vegetales advierten que «la enfermedad del marchitamiento de los pinos es la patología forestal que mayores daños maderables ha causado en el este asiático y en Japón». Tanto es así que este último país existe un instituto dedicado específicamente al estudio de este mal, al que los expertos califican como la mayor amenaza mundial para los bosques de coníferas. Los autores del estudio explican que «el factor que más influye en el desarrollo de la enfermedad es la temperatura, de modo que a temperaturas superiores a 20-25 grados en julio o agosto centígrados se observa mortalidad del arbolado». «Otros factores que influyen -añaden a continuación- son el déficit de humedad en el aire y el estrés hídrico de la planta. Aluden para justificar estas conclusiones a estudios previos realizados en Norteamérica y Japón. De hecho, entre las más de treinta referencias que incluye la bibliografía de su investigación hay autores de distintas nacionalidades. Tanto en Extremadura como en gran parte de la Península Ibérica se dan las condiciones idóneas para el desarrollo de esta enfermedad forestal, debido entre otros factores a que las temperaturas medias durante los meses de julio y agosto superan los 20 grados. Los dos expertos de la Uex abordaron su estudio con el objetivo de «cuantificar, mediante un Sistema de Información Geográfica (SIG), el riesgo de aparición y de desarrollo del Bursaphelenchus Xylophilus en Extremadura». Además, hacían hincapié en la importancia de las labores preventivas dada la particularidad extremeña de estar tan próxima a Portugal, donde en la época en la que ellos hicieron su investigación, el año 2006, el 'nematodo de la madera del pino' ya era un asunto muy preocupante que había puesto sobre aviso a las autoridades europeas en la materia. El primer brote en el país luso fue en 1999, pero tras unos primeros trabajos que parecieron frenar el avance de la patología, más tarde se comprobó que se había extendido, hasta acabar por convertir al cien por cien de la superficie del país vecino en un territorio en cuarentena, que es la situación actual. Fernández y Solla estudiaron el territorio de la comunidad autónoma, superior a 4,1 millones de hectáreas, de las que 740.154 son de uso forestal arbolado. Según sus datos, sólo el 13 por ciento de los pinares extremeños presentan un riesgo bajo. «La mayoría de las masas situadas en las comarcas de Herrera del Duque, Puebla de Alcocer, sur de Plasencia y sur de Navalmoral presentan un riesgo muy alto», escriben los analistas. Las industrias madereras También apuntan otra cuestión a tener en cuenta: la presencia de industrias transformadoras de la madera. En este punto, destacan la alta concentración en las cercanías de Coria y de Hervás. Su trabajo, publicado en el año 2006, cobra especial actualidad en estos días. «En el caso de que el Bursaphelenchus Xylophilus se detectara en España -planteaban-, las medidas de control podrían enfocarse hacia la erradicación mediante la eliminación del arbolado en focos, y tratamientos insecticidas contra el vector». Y abordaban también una cuestión capital: el posible contagio. «Es poco probable que la enfermedad avance desde Portugal a través de los insectos vectores, cuyo vuelo en la mayoría de los casos no supera los cuatrocientos metros -advierten Fernández y Solla-. Lo más probable es que se observen síntomas de la enfermedad en algún pinar a consecuencia de su introducción por el hombre a través de trozas de madera húmeda e infectada, tal y como suele ocurrir en otras epidemias».
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