

Secciones
Servicios
Destacamos
|
Lunes, 2 de marzo 2009, 10:22
En primer lugar, les recomiendo que lean la conversación que mantiene William Corbett con el coleccionista Winn Kramarsky transcrita en el catálogo de la exposición Nueva York. El papel de las últimas vanguardias, que pueden disfrutar en el Museo Esteban Vicente de Segovia, comisariada por Elizabeth Finch y Ana Martínez de Aguilar a partir de una selección de 117 obras de 71 artistas, de un total de 3000 piezas que compone la Colección Kramarsky, realizadas entre mediados del siglo pasado y la más estricta actualidad. Disfrutar, vuelvo a repetir el verbo que mejor define la contemplación de esta magnífica muestra de minimalismos, donde hay obras y no artistas-marcas, además obras que recogen distintos momentos de los artistas, con el fin de observar su evolución, o mejor, abarcar su vida creativa, y siempre el gran interés de Kramarsky por los procesos, por el cómo, Empecé a interesarme en los dibujos se sincera con Corbett -, porque cuando era niño y, como sabes, yo era un niño muy malo, malo de verdad- me solían llevar a rastras a los museos. Allí algunos adultos se quedaban parados delante de las pinturas y comentaban: la calavera significa que nos vas a vivir eternamente, o la cáscara de limón significa que no todas esas sandeces que te cuentan-. Yo tenía muy poca paciencia con los adultos (), así que me ponía a dar vueltas por ahí, hasta que un día entré en una sala de dibujos, y allí no había ni un alma. Ni siquiera un vigilante. Te podías encaramar a la vitrina, y mirar de cerca, y ver cómo estaba hecho. Hoy sigo haciéndolo. Quiero ir, mirar y ver cómo se hizo. Hay una cosa verdaderamente emocionante que creo que poca gente conoce, excepto los coleccionistas, y es que, en un determinado momento, tienes una hoja de papel en la mano. No tiene cristal, no está enmarcado, y no hay nada más excitante bueno, quizás mi mujer- que la sensación de estar justo ahí, la sensación de percibir el movimiento de la mano del artista haciendo lo que se ve ahí. No hay nada parecido, de verdad.
Para la comisaria Elizabeth Finch , conservadora de arte americano del Colby College Museum of Art, la presente exposición sitúa el minimalismo en un contexto amplio, con lo que se reconocen sus deudas para con el expresionismo abstracto y sus indicios Pop art, y se incorporan sus contactos con la ciencia y la literatura y sus conexiones con el movimiento Earthworks, el arte conceptual y el performance art, Esta colección ha identificado de una manera silenciosa la diversidad del minimalismo o de los minimalismos- desde los años setenta, los mismos años en que se centró sobre todo en el dibujo moderno y contemporáneo. Desde un punto de vista estricto, el minimalismo estadounidense se limitaría a unos cuantos artista: Carl Andre, Dan Flavin, Donald Judd, Sol LeWitt y Robert Morris, todos ellos presentes en esta exposición, y a la tendencia, dentro de la abstracción, a convertir la obra de arte en objeto que empezaron a concebir y fomentar hacia 1963. El listado prosigue, así Esteban Vicente, Barnet Newman, David Smith, John Cage, Agnes Martin, Ellsworth Kelly, Cy Twombly, Douglas Hueblen, Robert Ryman, Jasper Jonhs (la conversación recoge una anécdota), William Anastasi, Eva Hesse, Robert Grosvenor (sorprende lo que puede hacer con una cinta adhesiva), Frank Stella, Ed Ruscha, Elena del Rivero (artista española afincada en Nueva York), Robert Mangold, Robert Smithson (no falta su famosa espiral), Brice Marden o Richard Serra, este último en la primera sala, y ampliamente representado. Además de otros menos conocidos, pero de gran calidad, como son los casos de Eve Aschheim, Jill Baroff, Nancy Haynes, Sharon Louden, Carol Seborovski, Teo González (también en Nueva York), Steven Steinman, Joan Waltermath o Lucio Pozzi, y sus dibujos hechos a ciegas; en todos ellos pervive la idea de proceso, tan querida por Kramasrky, Y como cuando se trabaja sobre papel es casi imposible corregir, ese momento inicial es decisivo. Eso es lo que me interesa: que alguien tenga el valor y la idea de hacer ese trazo original.
Pero sobretodo, Nueva York. El papel de las últimas vanguardias es sin duda una muestra sobre la defensa del papel, del dibujo como lenguaje artístico autónomo, una muestra realmente exquisita en lo formal y en lo conceptual, por ello merece la pena visitarla, Pensemos -nos dice Elizabeth Finch- en el arquitecto que esboza en una servilleta de papel los primeros rasgos de un edificio. Años después, cuando esas líneas finalmente existan como un espacio construido, la servilleta tendrá tanta capacidad de provocar admiración como el propio edificio, si no más. Y ello es así porque la vemos como lo que es: un pensamiento fortuito suspendido, la incidencia de una energía transcrita. El carácter personalísimo de esta exposición se hace extensivo al Catálogo, que además de la conversación y el texto Momentos dibujados de Elizabeth Finch, bellísimo, tiene un interés añadido: los comentarios de 27 artistas incluidos en la colección sobre algunas de las obras expuestas.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Recomendaciones de HOY
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.