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LUIS EXPÓSITO
Domingo, 21 de junio 2009, 10:28
Corrían los años 50 cuando mucha gente apostaba por el fin del negocio del corcho en Extremadura. La multinacional Coca-Cola había decidido de la noche a la mañana quitar las coronas de este producto que hasta entonces aparecían en todas sus botellas.
La convulsión fue grande, pero el sector logró sobrevivir hasta nuestros días. Ahora, se enfrenta a un reto parecido, con la salvedad de que «entonces el cambio fue de la noche a la mañana y ahora hay más tiempo para reaccionar», asegura Miguel Elena, director del Instituto del Corcho y una de las personas que más sabe de este sector.
Por el momento, la caída de la demanda provocará que más de la mitad del corcho que se podía coger esta campaña se quede en los propios árboles.
Pocos productos hay más típicos que el corcho. Se extrae del alcornoque, (Quercus suber L.), uno de los actores principales de la dehesa. En torno a él gira la economía de amplias zonas de la región, especialmente la radicada en las cercanías de San Vicente de Alcántara, donde funcionan setenta empresas de transformación.
Problemas
Sin embargo, se trata de una actividad que viene atravesando por problemas desde hace varios años, una situación que se ve agudizada por la crisis financiera que atenaza al conjunto de las economías occidentales.
Detrás de todo está el descenso en el consumo de vino que se viene arrastrando desde hace tiempo, apunta Andrés Gilo, que es el gerente de la industria Sanvicork.
La crisis además incide en el segmento de los vinos más caros, los que precisamente usan más corcho para sus tapones.
Por si fuera poco, la última reforma comunitaria lleva aún más problemas al sector vitivinícola. Productores y bodegas están pasando por un duro trance y estos últimos producirán menos esta campaña. Por lo tanto, consumirán menos tapones, remata Joaquín Rodríguez, presidente de la patronal Asecor, de la que Gilo es secretario.
Detrás de estas siglas está la Asociación Sanvicenteña de Empresarios del Corcho, que agrupa a la gran mayoría de empresas extremeñas.
En todo caso, hay que tener en cuenta que más del 80% de la producción ibérica (España y Portugal) se dedica a la exportación. Por tanto, una rápida recuperación económica de las economías más potentes ayudará al sector, con independencia de la que haya aquí, apunta Gilo.
Existe un segundo condicionante, aunque menos relevante: la competencia que supone en ciertos segmentos los tapones de plástico y sintéticos.
La 'saca' de la presente campaña comenzó el pasado día 1 y amenaza con ser una de las más flojas que se recuerdan. «Estamos en una campaña difícil, creo que se va a quedar en los árboles el 50% del corcho. Me temo que quizás más», abunda Elena.
Rodríguez va más lejos. «Ese 50% se va a superar por mucho. Sobre todo teniendo en cuenta que este año la campaña va a ser muy larga».
Llueve sobre mojado. El año pasado ya se dejó sin sacar la cuarta parte del producto, porque la crisis empezaba a acentuarse.
Menos demanda
A pesar de eso, no hay peligro de desabastecimiento del mercado. La demanda ha caído y hay existencias suficientes debido a lo que no se vendió la campaña pasada, asegura Gilo. Además, los stocks se vienen acumulando desde hace tres campañas.
De hecho, la patronal Isocor, que a pesar de ser andaluza engloba a alguna firma extremeña, apunta que el 80% del material de la campaña pasada permanece todavía sin vender
Para Miguel Elena, «a la actual crisis hay que unirle la situación previa de crisis que tenía el sector. Hay que tener en cuenta las dificultades por las que atraviesa el mundo del vino, está en una situación comprometida». Cuenta que este mercado está sufriendo una erosión y el consumo se está reduciendo.
Además, esto está incidiendo en los precios. «En la última semana ha habido una reactivación del mercado en base a una bajada de precios». Las primeras estimaciones hablan de caídas que pueden oscilar entre el 20% y el 50%.
Y por su fuera poco, la crisis financiera también se deja notar. Las ventas se tienen que realizar al contado, debido a la falta de créditos
Sin embargo, este experto asevera que 'la guerra de los tapones' no tiene tanta incidencia como se podría pensar. «Hay un segmento del vino que nunca va a cambiar su comportamiento. La parte más alta de la gama, el producto de más calidad, no va a dejar de usar el corcho». El problema es que sólo supone el 5% del total.
A medida que la calidad baja, aumenta la presencia de los tapones alternativos. En la base de la pirámide se encuentra el producto con mayor rotación, «que sólo tiene en cuenta el precio» a la hora de buscar un tapón. Ahora mismo, el 70% del mercado sigue estando en el corcho, pero es un porcentaje que baja.
Sea como fuere, Elena pretende relativizar la situación. Recuerda el ejemplo de la Coca-Cola para explicar que ya vinieron malos tiempos. «Estamos ante un ciclo nuevo» sentencia.
Una opinión parecida mantiene Andrés Gilo, de Sanvicork. «Los tapones pueden ser de muchas calidades. Las ventas de los mejores se están manteniendo, porque los vinos de gran calidad se conservan mucho tiempo en la botella. Los que están notando la bajada son los peores, como los aglomerados. Se usan para vinos de consumo rápido». Por si fuera poco la que está cayendo, los industriales extremeños de corcho de quejan del 'handicap' con el que tienen que competir frente a los productores portugueses.
Mismas armas
Joaquín Rodríguez, presidente de Asecor, asegura que aquellos parten con ventaja puesto que tienen unos costes laborales más bajos y otras facilidades por parte del Gobierno luso, como una menor carga fiscal. «Así no podemos competir, somos menos competitivos». Además, el país vecino ha aprobado un paquete de ayudas, cercano en su conjunto a los 180 millones de euros, para ayudar a los corcheros a pasar la crisis.
Ante esta situación, las tres asociaciones españolas de transformadores (la extremeña Asecor más la andaluza y la catalana) han pedido al Gobierno español un plan de las mismas características.
«Lo hemos cifrado en 70 millones porque no queremos ser desproporcionados. El corcho supone en España algo menos de la mitad de lo que mueve en el país vecino».
Para conseguir el objetivo, han mantenido contactos con el Ministerio de Industria y van a hacerlo con el de Medio Ambiente. Rodríguez justifica este paso en que «somos importantes para el medio ambiente. Captamos dióxido de carbono en vez de emitirlo y el corcho no contamina, a diferencia de lo que ocurre con el los cierres de aluminio y con los de plástico».
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