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MARÍA JOSÉ TORREJÓN
Martes, 30 de junio 2009, 13:49
La Escuela de Bellas Artes Eulogio Blasco, de la Diputación Provincial de Cáceres, acaba de cerrar su curso con una asignatura pendiente. Cada año deja fuera al diez por ciento de personas que aspiran a estudiar en sus aulas por falta de espacio. La sede de la escuela, enclavada en el Palacio de Ulloa, en plena Ciudad Monumental, no da más de sí. Pero, de momento, la institución provincial descarta trasladarla a otro lugar. «La escuela tiene una ubicación privilegiada», apunta Felicidad Rodríguez, directora del área de Cultura de la Diputación.
Eso sí, Diputación estudia ampliar el horario de clases a la mañana para poder dar respuesta a la demanda de plazas. Hasta ahora, sólo una de las seis especialidades que se imparten en la Escuela de Bellas Artes se puede estudiar en horario matinal. Se trata de Diseño Gráfico, que también oferta clases en horario vespertino. Los cinco talleres restantes -Dibujo, Pintura, Escultura, Cerámica y Grabado- sólo se imparten por la tarde.
El lunes se clausuró en el Complejo Cultural San Francisco la exposición de fin de curso que cada temporada organizan los alumnos de la Eulogio Blasco. Este año han pasado por sus aulas un total de 198 personas. El perfil del alumnado, ilustra Rodríguez, es muy variado. Hasta ahora, la mayoría de las personas que se matriculaban en las disciplinas artísticas lo hacían por pura afición. Pero, poco a poco, va aumentando el número de alumnos que llegan a la escuela para buscar una salida al mercado laboral. Sobre todo, los matriculados en Diseño Gráfico, la disciplina más joven. Es el caso de Trini Casares. Tiene 48 años y hasta el pasado mes de diciembre trabajaba en una promotora. Pero la crisis la envió al paro. Así que pensó que lo mejor era reciclarse. «El diseño me gusta y disfruto mucho con las clases», comenta esta alumna.
Alfonso Puerto estudió Historia pero, en la actualidad, trabaja como diseñador gráfico en una empresa cacereña. Se ha formado en la Escuela de Bellas Artes. «Desde siempre me gustó el mundo de la imagen y el diseño. Cuando me enteré de que en Cáceres se podía estudiar esta disciplina, no lo dudé y me apunté». En su opinión, los puntos fuertes de la escuela son su profesorado, los horarios flexibles, el aprendizaje individualizado y el compañerismo que se crea. «He tenido la inmensa suerte de trabajar en lo que a mí realmente me gusta», apostilla.
Un trampolín
Pero Alfonso no es el único alumno que ha encontrado trabajo gracias a la formación obtenida en la Escuela de Bellas Artes. María Polán estuvo cinco años en el taller de Dibujo y cuando acabó se matriculó en el de Diseño Gráfico. Ahora trabaja como ilustrador médico en el Centro de Cirugía de Mínima Invasión Jesús Usón. «El profesorado es muy bueno. Son grandes profesionales y se vuelcan con los alumnos. Nos ayudan y aconsejan», comenta esta alumna.
Hay algo que Trini, Alfonso y María echan de menos. El alumnado de la Escuela Eulogio Blasco reivindica desde hace tiempo la homologación de los estudios. «Nos vendría muy bien porque lo primero que te piden cuando vas a buscar trabajo es la titulación», comenta Trini. Pero, de momento, la Diputación Provincial de Cáceres no se plantea dar este paso. No es el momento más adecuado, comenta Felicidad Rodríguez. «No nos podemos plantear la homologación por la situación actual que atraviesan la enseñanzas artísticas. Es un momento complejo», explica. A cambio, apunta la directora del área de Cultura, la Escuela de Bellas Artes apuesta por la calidad. «El nivel de nuestras enseñanzas es muy alto y no tiene nada que envidiar a la enseñanza reglada. Hoy por hoy las empresas privadas buscan la calidad», subraya. Además, Felicidad Rodriguez aclara que el diploma que obtienen los alumnos puntúa, a la hora de hacer una oposición, como si se tratara de un curso reglado.
El abanico de enseñanzas artísticas de la Diputación Provincial se completa en la ciudad con la Escuela de Danza, con sede en el Complejo Cultural San Francisco. Sus plazas, al igual que ocurre en la Escuela de Bellas Artes, también se cubren al cien por cien y hay aspirantes que se quedan fuera. Este año ha tenido 70 alumnos. «Somos la única institución pública que hace este tipo de oferta educativa. Y, si podemos, la mejoraremos», concluye Rodríguez.
Las clases volverán a ambas escuelas en octubre. Un mes antes, durante la primera quincena de septiembre, se abrirá el plazo de preinscripción para los nuevos aspirantes y el de matriculación para los antiguos alumnos. Unos días después se llevarán a cabo las pruebas de acceso. El precio de la matrícula ronda los 170 euros anuales para todas las disciplinas. El equipo docente de la Escuela Elogio Blasco está integrado por siete profesores, mientras que en la Escuela de Danza sólo hay uno.
Los alumnos del Palacio de Ulloa se han ido ya de vacaciones de verano. Pero el edifico de la parte antigua llegará a septiembre con su asignatura pendiente: la falta de espacio que limita el crecimiento de una escuela con cinco décadas de historia.
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