

Secciones
Servicios
Destacamos
CARMEN FERNÁNDEZ DE VEGA
Viernes, 24 de julio 2009, 10:37
Los artistas miembros de la agrupación folclórica de la isla de Pascua son como la cerveza, donde van, triunfan. Y ellos lo saben. «Ayer estuvimos tres horas, después de cenar, contando historias sin cesar a los bielorrusos. No paraban de interrogarnos. Estaban muy interesados y nosotros, encantados. Lo importante es que se conozca nuestra cultura».
La isla de Pascua es la más alejada de tierra firme de cuantas existen en nuestro planeta. Se encuentra en medio del Pacífico a 3. 800 kilómetros de las costas chilenas. Es una isla polinesa y en idioma rapa nui significa 'ombligo del mundo'. Por sus esculturas gigantes o mohais es bien conocida.
Philippe es el embajador de la Isla de Pascua en España, y en Europa, y estos días en Badajoz. Aunque todos los miembros de su grupo viven en Barcelona, conocen muy bien las costumbres y el idioma rapa nui de la isla chilena. Además, Philippe permaneció varios años en esta isla.
Ellos han sido los más madrugadores. A primera hora ocupaban la terraza de la residencia universitaria Hernán Cortés mientras decoraban con pintura sus cuerpos porque lo que es ropa, no llevaban demasiada.
A una de sus mujeres le están pintando una espiral en el trasero (lo lleva al descubierto) con tierra volcánica procedente de la isla de Pascua, traída expresamente. ¿No le hacen cosquillas los pinceles?, pregunto. «No», contesta ella. ¿Se siente cómoda con tan poca ropa? «Claro, estoy orgullosa y contenta de estar integrada en esta cultura. Yo soy española. La mayoría de los miembros del grupo somos de diferentes países: mexicanos, españoles, surinameses...»
¿Por qué eligió la cultura rapa nui? «Siempre he sentido una gran inquietud por conocer las culturas del mundo, no limitarme sólo a la mía, a la que conocemos desde que nacemos. Yo no tengo esta identificación con mi tierra. Tengo una identificación más general con todo el planeta. Me interesan todas y con la que he conectado más es con ésta», desvela Laura.
Lejos del patio, unas salas más allá, se encuentran los miembros del grupo Yacambú de Venezuela. Han sido los primeros en terminar de arreglarse. Del resto de los grupos, no hay rastro hasta que aparecen los panameños. Llega un hombre vestido con un traje con cientos de cintas multicolores, semejante al del Jarramplas de Piornal. Pero el miembro de Panamá Folclor porta bajo el brazo un Nemo de peluche. «Es una especie de burla a los españoles», dice.
«Nuestra danza surgió en una región de Panamá, en la provincia de Colón, donde los negros congo danzaban, era una especie de rebelión contra sus nobles, (los españoles)» Para ello, se vestían con harapos, sobras de los vestidos que los españoles les daban». Existía un rey y una reina conga, un diablo y un pajarito que daba las buenas y malas nuevas.
Idiomas
Con siete nacionalidades y sin conocer bien el idioma del prójimo, la comunicación no resulta tarea fácil. Pero, ni siquiera el lenguaje ha sido un impedimento para el intercambio. «Algunas palabras en inglés y otras por señas -resume una chica venezolana mientras se ríe-. Si supieras. con quienes mejor hemos conectado ha sido con los de la república de Daguestán (rusos)».
Son precisamente los rusos y bielorrusos los que más dificultad están teniendo para comunicarse con el resto. «Ni ellos ni nosotros controlamos mucho el inglés», dice una panameña. Además, también se han encontrado con algún problema con la comida. «Los de Daguestán no pueden comer cochinillo, tal vez por su religión», aventura una chica.
Quienes aseguran no tener ningún problema con la comida son los panameños. «Es espectacular. Sin duda, es lo que más nos ha gustado. Es muy parecida a la nuestra», explica una chica que va vestida de reina. El arroz en Panamá es uno de sus alimentos básicos. Una organizadora también explica que «a todos los miembros de los grupos les hemos preparado comidas típicas de la tierra».
Gorros de Montehermoso
Los recuerdos se inventaron para mantener vivo en la memoria lugares, personas, viajes... «Siempre hacemos intercambios de souvenirs con el resto de los grupos para conservar esa bonita experiencia que significa para nosotros cada festival al que asistimos», cuenta Lisbeth.
Badajoz también les tiene preparado algún recuerdo. Llevarán sombreros de Montehermoso a sus países de procedencia, revela Ángeles Galea, una de las organizadoras. «Seguro que les llaman la atención».
Sin duda, el mejor recuerdo para cada uno de ellos será la experiencia compartida, porque hoy es fácil mantenerse en contacto. «Nos intercambiamos nuestras direcciones de correo y Facebook», cuenta uno de los bailarines.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Favoritos de los suscriptores
Recomendaciones de HOY
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.