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CRISTINA NÚÑEZ
Viernes, 11 de septiembre 2009, 02:06
Alcántara está 'onettiana'. El término es de Miguel Ángel Lama, profesor cacereño y uno de los participantes en las jornadas sobre Juan Carlos Onetti. El autor uruguayo, fallecido en 1994 y del que se celebra este 2009 el centenario de su nacimiento, recibe estos días el tributo de un interesante ramillete de escritores españoles y latinoamericanos, que diseccionan en el conventual de San Benito su vida y su obra, su mundo. Existencialista y profundo, Onetti es una mina de la que, dicen los expertos, nunca se termina de sacar material del bueno. Uno de los asistentes a esta cita, que arrancó ayer y continúa hoy, es el escritor y guionista peruano Santiago Roncagliolo, fenómeno literario con muchos libros vendidos ('Abril Rojo' ganó el Premio Alfaguara en 2006) y sólo 34 años. Su fascinación por la literatura-dolor de Onetti le ha llevado hasta Alcántara.
-¿Quién es para usted Onetti?
-A mí Onetti me encantaba de la adolescencia porque era un tipo que vivía en una cama con una botella de whisky. Eso de entrada, sin importar cómo escribiera. Luego, yo creo que es un autor mucho menos conocido que los autores latinoamericanos contemporáneos, pero también fue muy original, muy europeo, muy existencialista. Su actitud ante la vida se parece a la de 'El extranjero' de Camus o 'La náusea', de Sartre.
-Así que le atrapó su biografía.
-Me divirtió la idea de vivir en la cama con una botella de whisky, es que es mi gran plan de vida.
-En cuanto a lo literario, ¿cuál fue su bautismo onettiano?
-Fue 'Juntacadáveres' , que es una novela sobre un hombre cuyo sueño es poner un prostíbulo, y lo cumple y pone un prostíbulo, pero es una porquería, con prostitutas feas y viejas. Todo es muy sórdido, muy triste y, a la vez, muy fascinante. Sus personajes pasan por cosas que nos pasan a todos. No es que todos queramos poner prostíbulos, pero todos tenemos estos pequeños sueños y estos pequeños fracasos. Me gustó mucho también el cuento 'El infierno tan temido', sobre un hombre que recibe fotos de las infidelidades de su mujer. Onetti no es un autor alegre, si está uno en el ánimo de una comedia romántica no es el autor adecuado, pero sí es uno de los autores que de forma más desgarradora ha hablado sobre las zonas oscuras del ser humano.
-¿Cuál es el mejor momento para leerle?
-Creo que hay momentos que no son adecuados para leer a Onetti, que pueden ser peligrosos. No hay que leerle cuando te han echado del trabajo, cuando te ha dejado tu mujer o cuando alguien cercano se te ha muerto. En esos momentos, mejor no.
-¿Cómo es la atmósfera que se respira en Alcántara? Son un grupo de escritores prácticamente encerrados y hablado de una figura como la de Onetti.
-Todo se está filmando y podrá verse en el Canal Latinoamericano y por Internet. La atmósfera es muy conventual, muy adecuada para reflexionar, para pensar, para conversar, incluso para escribir. Hay mucha camaradería, porque nos conocemos y todos admiramos a Onetti, es una celebración, un año señalado.
-Para empezar han abordado las influencias literarias de Onetti. ¿Cuáles fueron? ¿De qué se empapó?
-Le gustaba mucho Cèline, que es un autor tremendamente canalla. Le gustaba mucho Faulkner, un autor que experimentaba mucho y que jugaba mucho con la forma de los cuentos. Tuvo mucha influencia en él el existencialismo, pero es difícil saber en muchos casos si determinados libros los leyó o están ahí en su obra sin haberlos leído. Los libros son como espejos unos de otros. A veces ves en ellos no sólo lo que reflejan, sino lo que tú quieres ver.
Visibilidad
-Comentaba que Onetti no ha tenido, a pesar la originalidad de su obra y su maestría, la misma relevancia que otros autores latinoamericanos. ¿Cuál fue el motivo?
-Onetti tenía alergia a la vida pública. Solamente dio una conferencia en su vida, cuando le tocaba hablar en actos públicos decía: «yo no hablo, escribo». Vivía encerrado en una cama, y esto no le dio mucha promoción. Es un autor sombrío y nunca le interesó la política. No creía en ella, y los grandes escritores latinoamericanos (Cortázar, Vargas Llosa, García Márquez), todos han tenido un papel político y eso les ha hecho mucho más visibles. Onetti no creía en nada de eso, pensaba que todas las empresas humanas estaban abocadas al fracaso.
-¿Un gran pesimista, un escéptico o un tipo realista?
-Era pesimista, escéptico, y quiero pensar que no era realista.
-¿Con qué se quedaría, entonces, del alma de Juan Carlos Onetti? Creo que esa faceta oscura no concuerda mucho con usted, un hombre visible y con presencia...
-Yo es que tengo dientes, y él no tenía. El decía que tenía una dentadura muy bonita, pero que se la había regalado a Mario Vargas Llosa (risas). Me gustaría tener capacidad para escribir sobre el mal, la crueldad y sobre la tristeza de las personas. Yo suelo escribir con mucho humor y mis novelas son muy distintas. Son muy visuales, en sus novelas hay mucho de lo que le pasa a sus personajes por la cabeza, quisiera tener su introspección.
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