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M. J. T.
Domingo, 4 de octubre 2009, 02:34
Carlos Sánchez (Cáceres, 1973) se convirtió en guía turístico por un día. Fue el encargado de desgranar a los participantes en la ruta organizada por el Colegio Oficial de Arquitectos de Extremadura los detalles de los edificios más destacados construidos durante los últimos años en la ciudad.
-¿Cáceres tiene mucha arquitectura de vanguardia que mostrar?
-Sí. Lo que nos mueve a todos los arquitectos es hacer ver que tenemos una arquitectura moderna, contemporánea y vanguardista en la ciudad en la que vivimos. Esto no sólo ocurre en Cáceres, también pasa en cualquier núcleo de población extremeño. Además de la Ciudad Monumental, tenemos un montón de ejemplos de buena arquitectura contemporánea hecha no sólo por arquitectos de renombre internacional, sino también por arquitectos de aquí a los que, de vez en cuando, les permiten hace buena arquitectura. No siempre se demanda arquitectura.
-¿Qué criterios prevalecen?
-Muchas veces se busca un producto con una serie de premisas entre las cuales no siempre está la arquitectura. La arquitectura es algo más que construcción. Es algo que tiene lo que debe tener la construcción pero que, además, tiene que tocar la fibra del usuario, tiene que despertar emociones. La arquitectura es algo sensitivo, algo que te estimula. Y esto es lo que sabemos hacer los arquitectos, aunque no siempre nos dejan.
-Y los ciudadanos no siempre sabemos apreciarlo...
-Efectivamente. Creo que los arquitectos estamos en deuda. Algo tenemos que ver si no hemos sabido divulgar esa cuestión. Debemos ganarnos el reconocimiento popular, igual que ocurre en la música, en la pintura o en la literatura que se hace ahora.
-Ha mostrado una decena de edificios, ¿con cuál se queda?
-No puedo citar un ejemplo. Función y emoción van unidas. Le Corbusier propugnaba que las obras de arte se deben renovar y no estar colgadas permanentemente. Decía que, ahora que tenemos posibilidad de hacer copias, deberíamos tener un arsenal de obras de arte para colgarlas en la pared en función de nuestro estado de ánimo. Con la arquitectura ocurre lo mismo. Si tengo que elegir, me quedo con Álvaro Siza. Es un arquitecto que está próximo ya a los 80 años y que ha sido siempre fiel a sí mismo.
-Sentirá pena, entonces, por la paralización del proyecto que había diseñado Siza para la cantera de Olleta, ¿no?
-Es un tema muy controvertido. No conozco el proyecto en profundidad. Estuve en el colegio cuando lo presentó y tengo que reconocer que, quizá por mitomanía, me fijé más en la figura que en el proyecto en sí. En cualquier caso, la idea de un auditorio natural, enorme y al aire libre no deja de ser muy estimulante. Otra cosa distinta es el desarrollo residencial que acompañaba a este proyecto. De todas formas, estoy convencido de que todo lo que hace Siza lo hace con calidad. A mí me gustaba la idea del auditorio sobre una cantera.
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