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A. GILGADO
Viernes, 6 de noviembre 2009, 13:07
A Rodríguez Ibarra no le gusta pasar desapercibido. Anoche le esperaban en la Residencia Universitaria de Caja de Badajoz un auditorio lleno de jóvenes vestidos de gala. Abundaban los trajes de chaqueta, las corbatas y los tacones altos. El llegó en vaqueros y descorbatado.
Se excusó. «Vengo de Sevilla y entre pararme a cambiarme y llegar tarde, he preferido venir de esta guisa». Pero su atuendo no fue lo único que llamó la atención: su discurso también.
Los jóvenes estudiantes que abarrotaban el salón de actos -era obligatorio asistir a la charla- escucharon como un profesor de universidad prejubilado arremetía contra el sistema educativo en el que ellos se habían formado.
Ibarra realizó una encendida defensa de la sociedad de las nuevas tecnologías. Alabó las transformaciones sociales y económicas que se han alumbrado en la época de Internet, Google, Facebook y Tuenti. Recordó que ahora la realidad ha tomado una dimensión virtual donde se han cambiado los tiempos, las distancias y las prácticas sociales. «¿Os imagináis la vida sin Google?», preguntó con cierta ironía al público.
Se declaró «un inmigrante a la sociedad virtual» y criticó a todos aquellos que se resisten a abrazar este nuevo modelo.
Llegados a esta defensa del virtualismo, el profesor Ibarra advirtió: «Todo ha cambiado menos el sistema educativo».
En su opinión, este atraso tiene parte de culpa del fracaso escolar. «El sistema educativo actual mata los sueños y las ideas de los estudiantes».
A su juicios, en las aulas de enseñanza de hoy se produce un choque entre el alumno digital y el profesor analógico. Una situación que asemejó a lo que sucedía con los zurdos en las escuelas del Franquismo. «En mi época, a los que escribían con la izquierda se les ataba la mano para que aprendieran a hacerlo con la derecha». Ahora, comparó, a los chicos se les mete en clases con pizarra, tiza y «a partirse» la muñeca copiando apuntes. «Como en el siglo XIX», sentenció.
El dirigente socialista ve un «tremendo error» que las nuevas generaciones interactúen de forma digital durante todo el día y en las aulas se les someta de forma analógica. «Esto no tiene ningún sentido».
Poco tardó el conferenciante en meterse en el bolsillo a los oyentes. Comprobó que sigue teniendo tirón entre personas que, en su mayoría, no han tenido la posibilidad de votarle. Aunque más de uno lo hubiera hecho con mucho gusto. Ese es el caso de Cristina Bayón. Tiene 19 años. Estudia segundo de Ingeniería Industrial y la última vez que vio a Ibarra antes de anoche fue en un mitin que dio en su pueblo cuando ella aún cursaba primaria. «Es un referente para la clase política de Extremadura».
Pero no todos son incondicionales. Macarena, que ha venido desde Cuenca a la facultad de Medicina de Badajoz, reconoció que asistió a la charla porque se celebraba en la residencia. «Si hay que salir fuera, yo ni me acerco». La joven manchega tenía una visión más lejana del orador. «He escuchado que hizo cosas muy importantes por Extremadura. Pero yo soy de ciencias. La política me aburre».
Su comentario despertó más de una risa en la tercera fila y muchos asintieron su desinterés. Entre ellos, Elena Tintoré, de Zafra. También «de ciencias», de Medicina para ser más exactos. «Es justo decir que ha sido muy influyente en la región».
Tanto a los seguidores como a desinteresados, el expresidente les instó a luchar por los sueños y por desarrollar sus ideas. Pero antes quedaba por delante una cena de postín en la residencia y una fiesta hasta la madrugada. Al fin y al cabo, anoche los universitarios celebraron su gala de inicio de curso. Aunque algún invitado se saltó el protocolo de la etiqueta.
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