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CELESTINO J. VINAGRE
Viernes, 27 de noviembre 2009, 11:10
La historia es real. Un hombre con un maletín se presenta en un pueblo de la zona de Salvatierra-Barcarrota. No trae dinero sino contratos. Pregunta por el alcalde o el municipal de la población (que controla a veces más que el propio alcalde) y les dice que quiere conocer el listado de propietarios de tierras en zonas de sierras. Les explica el porqué: «Queremos instalar un parque eólico pero, como paso previo, debemos contar con terreno para poder hacerlo. Y eso dejará dinero al municipio y a los propietarios». Casi nadie se niega a dar los datos. El hombre del maletín llega bajo el brazo con el contrato de arrendamiento de esa tierra, que está perfectamente redactado y sólo falta poner el nombre del arrendador y su firma.
En municipios como Salvatierra, La Morera o Salvaleón ya están circulando. Algunos ya los han firmado -los que tienen parcelas baldías- y otros esperan prudentemente a pesar de que los promotores de parques eólicos achuchan. El interés está justificado. En un par de meses, la Junta va a promulgar un decreto para regular el mercado de la energía procedente del viento en Extremadura. La norma establece, entre otros aspectos, las áreas en las que se prohíbe colocar los aerogeneradores por estar sometidas a algún grado de protección ambiental. El Gobierno extremeño va a reducir el número de hectáreas vetadas para los molinillos pero aún así fija casi todas las áreas de medianas y grandes sierras como espacios no autorizados. Esto es, siguen faltando hectáreas de terreno para parques eólicos que puedan ser rentables.
Permitido
Entre eso y que en la primera convocatoria de la Consejería de Industria ya se repartieron 23 proyectos de parques eólicos en otros tantos espacios, lo cierto es que la tarta de la energía eólica tiene menos huecos que catar. Prácticamente, sólo uno nuevo. Efectivamente, han acertado: en la zona suroeste de la provincia pacense, en una franja de sierras continuas desde Salvatierra, Salvaleón y Barcarrota, de un lado, y La Parra, La Morera y Nogales, de otro, antes cerradas a los molinos pero que tendrán vía libre a partir de 2010.
La lucha por conseguir esos arrendamientos es feroz entre los promotores eólicos porque a la hora de contar con la futura autorización administrativa de la Junta para el parque eólico y, después, estar en el registro de preasignación de cupos de megavatios del Ministerio de Industria, cuenta mucho la rapidez de los expedientes. Quien antes cumpla con los requisitos, antes tendrá derecho a recibir la prima subvencionada del Estado y, por tanto, a construir los aerogeneradores para producir energía eólica.
Los vecinos de los pueblos están, por decirlo finamente, tan mareados como ilusionados. «Esto parece un domingo cuando llegan los testigos de Jehová», reflexiona con cierta sorna una mujer de La Morera. HOY ha comprobado como sólo en esta localidad se han presentado representantes de cuatro empresas distintas para recabar la cesión de tierras. «Yo no sé mucho del asunto, la verdad. Lo único que pienso es que si al final se puede instalar un parque eólico en el pueblo, eso será bueno, para el ayuntamiento, muy justo de dinero, como para los propietarios», indica su alcalde, Juan José Amo (PP).
En Salvaleón, mientras, se ha organizado una reunión entre propietarios y empresas para convencerles de la bondad de alquilar sus tierras. Y la mayoría han dicho que sí. Entre ellos, el alcalde, Leandro Torres (PSOE), tan entusiasta defensor como el vecino primer edil de Barcarrota, el también socialista Santiago Manuel Cuadrado. «Se abren expectativas de futuro de riqueza y empleo para los pueblos», concluye Cuadrado.
Los representantes de las empresas eólicas han invadido los pueblos para arrancar, cuanto antes, el compromiso por escrito de sus vecinos. Necesitan sus tierras. Se les ofrece por el alquiler de sus parcelas entre 3.500 y 6.200 euros al año si construyen el parque y proponen un arrendamiento durante 30 años. Con esta propuesta matan dos pájaros de un tiro: captan terreno para un parque eólico de mayor o menor dimensión y aniquilan el proyecto de la competencia.
El alcalde de Salvatierra de los Barros, Tomás Mesa (PSOE), no esconde cierto escepticismo ante estos contratos. Porque estudió Derecho o por puro sentido común, pide a los vecinos que, antes de firmar, lean bien lo que se les presenta y evalúen sus beneficios y perjuicios. Es lo mismo que indica un experto en energías renovables. «No deben tener prisa por los arrendamientos de sus tierras. Si al final quieren hacer allí un parque eólico, ya les rondarán de nuevo», recomienda.
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