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ALBERTO RODRÍGUEZ GONZÁLEZ
Miércoles, 2 de marzo 2011, 03:04
El 4 de Marzo de 1811, pasado mañana hace doscientos años, el General Menacho, alcanzado de lleno por una bala de cañón, murió en el baluarte de Santiago mientras arengaba a los defensores de Badajoz en una acción contra el enemigo. Desde entonces se convirtió en uno de los grandes nombres de la Guerra de la Independencia, muy apreciado en esta ciudad.
Para ensalzar su recuerdo, y recogiendo un sentir popular encauzado por el periódico El Orden, en Marzo de 1892 el Capitán General de Extremadura, Federico Ezponda, creó una comisión para erigirle un monumento, «decoroso aunque modesto». Con la colaboración de la guarnición, Ayuntamiento, entidades y ciudadanos, en un año el proyecto se hizo realidad, levantándose un monumento que el 2 de Mayo de 1893 fue inaugurado en un brillante acto en el que participó la ciudad entera. Fue el primer monumento erigido en Badajoz, y pronto se convirtió en uno de los hitos más representativos de la ciudad. Rodeado de hermosos jardines, fue lugar preferido por lo badajocenses para el paseo.
Para realzarlo el Ayuntamiento construyó una vistosa escalinata frente a la calle del Pozo, que a partir de ese momento pasó a denominarse Calle de Menacho.
Como es sabido, la obra fue diseñada por el capitán de Ingenieros Julio Carande Galán y ejecutada por los marmolistas Antonio Zoido y Antonio Almendros, que también tallaron los leones de las basas. Lo que no ya es tan sabido es su coste total, que no llegó a 6.000 pesetas; en términos de hoy, unos 35 euros. Los cuatro leones se hicieron por 1.500 pesetas; esto es 9¤, a razón de 375 pesetas, o lo que es igual, menos de 2,5 ¤ cada uno. Costes que, aparte el asombro que puedan causar hoy, lo que indican es la rígida administración aplicada a su empleo.
Menos conocido aún es que el monumento se inspira en otro que sigue muy de cerca: la columnata de la Plaza de España de Roma, erigido poco antes, 1856, en honor de la Inmaculada Concepción, con ocasión del Dogma de su Virginidad, utilizando una enorme columna hallada en 1777, y allí colocada para celebrar la proclamación del Papa Pío IX.
Su autor, el arquitecto Luigi Poletti, que poco antes había concluido la reconstrucción de la basílica de los Ángeles, concibió un esbelto conjunto de casi treinta metros de altura. Para hacerse una idea, la torre de la catedral de Badajoz, mide cuarenta.
La columna, de 17 metros, sobre la que se alza una imagen en bronce de la Inmaculada Concepción, de 6 metros, descansa sobre una base de cuatro cuerpos en avance en los que, ocupando el lugar que en la memoria de Menacho corresponde a los leones, figuran, en tallas de mármol de gran cuerpo que a su vez evocan las de los evangelistas de bronce de Juan de Ávalos en el Valle de los Caídos, los personajes bíblicos Moisés, David, Ezequiel y Elías.
En gesto simbólico de devoción y cariño, cada año, el 8 de Diciembre, festividad de la Inmaculada, los bomberos de Roma despliegan una gran escalera desde la que colocan a los píes de la Virgen una guirnalda de flores blancas.
Frente a tan hermoso homenaje, en la Memoria de Menacho lo que se hace cada día, para escarnio, más que de los salvajes que lo perpetran impunemente, de la ciudad entera, y de la situación que lo tolera, es profanarla con pintadas atentatorias que son como nuevos cañonazos asestados al insigne General Menacho.
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