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DE PERFIL | Víctor M. Casco Ruiz Diputado de Izquierda Unida en la Asamblea

Apóstata de la fe y ortodoxo de IU

El político cacereño se convierte en símbolo de la modestia económica tras los escasos bienes que ha declarado poseer en el Parlamento regional

JUAN DOMINGO FERNÁNDEZ

Domingo, 29 de abril 2012, 11:38

Nacido en Cáceres hace 36 años, hijo de transportista y limpiadora, Víctor Casco acarició con 13 años la idea de hacerse cura, pero según él mismo ha declarado, poco después se reconocía «aconfesional» y ya a los 16 años «ateo perdido». Así que en vez de militar y comprometerse en la fe de sus mayores, parece que la fuerza centrífuga de ese rechazo le empujó a otros compromisos: el de la militancia en el Partido Comunista y en Izquierda Unida. Y se empeñó en marcar distancias con el catolicismo heredado hasta el extremo de que decidió llevar a cabo un acto público y formal de abandono o apostasía de la Iglesia Católica que le fue reconocido al anotar la Notaría del Obispado de Coria-Cáceres su renuncia en el libro de "Declaraciones sobre el bautismo recibido".

Pero mucho antes de desembocar en ese gesto altamente simbólico, Víctor Casco ya había dado muestras de su carácter tenaz y laboriosidad como estudiante y dirigente universitario. Criado en el barrio de San Blas, cursó los estudios de Secundaria en el IES Al-Qázeres y los de Historia en la Facultad de Letras de la UEx. Siempre con beca. Su media en el bachillerato 7,5 y el 8 de media en la carrera se lo permitieron. El último curso compatibilizó los estudios con una beca especial en la Biblioteca de la Facultad que le obligaba a tres horas de trabajo.

Coordinador de la asociación universitaria Ajex, a Víctor Casco le recuerdan todavía muchos periodistas como la antítesis del universitario pasota. «Durante el debate de los estatutos en el claustro, se veía que era de los que se habían leído los textos con detalle».

La primera fotografía que se conserva en el archivo de HOY de Víctor Casco le muestra, recién cumplidos los veinte años, con una melena que le resbala por los hombros, junto a José Hinojosa, entonces secretario local del Partido Comunista, y Gerardo Antón, "Pinto", el veterano guerrillero. En esa época Casco era secretario local de las Juventudes Comunistas.

Desde 2001 coordinador local de IU en Cáceres, en 2003 se convirtió, con 27 años de edad, en concejal y tras la marcha de Manuel Cañada pasó a ser coordinador regional de IU, responsabilidad para la que, cuatro años después, presentaba la dimisión irrevocable. Él mismo ironiza y define en su blog aquel momento: «Una subida rápida, vertiginosa... y una caída a la velocidad de la luz». Tras un periodo en el que, según explica, logró «metabolizar el resentimiento» (IU no obtuvo representación en la Asamblea de Extremadura), Víctor Casco se concentra en su trabajo en la Biblioteca Municipal del Palacio de la Isla y en su labor en la Asamblea Local de IU y en el Ateneo de Cáceres, donde en 2010 fue nombrado coordinador de la Sección de Historia y Arqueología en sustitución de Marcelino Cardalliaguet.

Pero llegan las elecciones autonómicas del 20-N y Víctor Casco se convierte en uno de los tres diputados de IU con capacidad de inclinar, por acción u omisión, la balanza del gobierno a favor del PP o del PSOE. A partir de ahí la historia es bien conocida.

Ahora, la declaración de bienes de los diputados de la Asamblea catapulta a Víctor Casco al primer plano noticioso al situarle entre los parlamentarios más humildes: sin inmuebles, sin acciones, sin coche propio, tiene un saldo medio en el banco de 266 euros y un seguro de vida que no supera los 30.000 euros. A pesar de ello, en su cuenta de Twitter ha tenido que salir al paso de quienes le atribuían un "sueldazo" para dejar bien claro que cobra 2.980 euros al mes, de los que entrega a IU el 30%, y con ese dinero paga un piso alquilado en Mérida, a donde viaja tres días a la semana en tren desde su ciudad natal.

Soltero, sin hijos y amigo de llevar siempre un libro en las manos, ¿cómo es en realidad Víctor Casco?

Además de tenaz y «muy trabajador», más de un testimonio coincide en presentarle como alguien que siempre aparentó más edad y madurez que la que figuraba en su DNI. «En lo personal es chapado a la antigua. Con decirte que una vez fue al Cerro de los Pinos a plantar árboles y se presentó con zapatos de tafilete», explica uno de sus compañeros de militancia.

Intelectual

Intelectualmente sólido, bien formado, algunos militantes de su partido lo describen como el más ortodoxo ideológicamente, «el único de los tres que cumple el programa de Izquierda Unida».

El propio Víctor Casco ha esbozado algún autorretrato, la introspección biográfica. En su cuenta de Twitter se define así: «Blasfemo, republicano, rojo, ateo... un dechado de virtudes. Diputado autonómico por IU, viviendo en Cáceres y resistiendo al mundo».

Cultivador de una retórica con ecos del pasado, orador que bordea la grandilocuencia, evita los excesos verbales salpicando sus intervenciones con humor e ironía, esos ingredientes con los que la inteligencia resta solemnidad y añade convicción a los discursos.

Víctor Casco, que es el segundo de dos hermanos, fue miembro activo de grupos ecologistas (Sierra de la Mosca y Ecologistas en Acción) y en la última asamblea federal de IU formó parte de la 5ª Lista, que cerraba junto a Manuel Monereo. También es miembro del grupo de pensamiento y análisis Socialismo XXI. Republicano confeso (en 2004, siendo concejal, pidió que el 14 de abril ondeara la bandera republicana en el Ayuntamiento) siempre ha prometido sus cargos con la muletilla de «sin renunciar a la III República». Ex fumador y coleccionista de cachimbas, lector de obras históricas es un apasionado del cine y de la música del jazz. «Y no se te olvide señalar» me dice uno de sus amigos, «que ahora se ha vuelto un entusiasta de los vinos». Lo saben bien quienes le siguen en Facebook y en Twitter. Dicho queda.

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