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PEDRO ALMENDRO , LETICIA GALLEGO
Jueves, 18 de abril 2013, 11:52
Uno de los problemas que se encuentran los conductores de Badajoz en sus calles desde hace mucho tiempo son los 'gorrillas'. Estos ayudantes del estacionamiento o aparcacoches se encargan de vigilar los huecos libres en las zonas más concurridas de la ciudad a la espera del mejor postor.
Los principales afectados de estas prácticas son los conductores, que se ven obligados a pagar por un aparcamiento en la vía pública. En ocasiones el pago de esta "limosna" por aparcar se hace por compasión, pero en la gran mayoría de los casos es por miedo a que los gorrillas puedan provocar algún desperfecto en su vehículo:
Por Badajoz han pasado alrededor de 175 personas que hayan realizado esta actividad, y en la actualidad la cifra oscila entre 15 y 25. La mayoría coincide en que no existe una solución a este problema. Más presencia policial y que todo el mundo dejara de pagarles son las ideas más generalizadas:
Desde el punto de vista jurídico esta actividad se define como mendicidad agresiva, donde se incluyen todas aquellas personas que piden limosna a cambio de un trabajo como aparcar coches o limpiar parabrisas.
Respecto a las sanciones, tras acumular varias multas económicas, el gorrilla se enfrentaría a una pena de cárcel, de la mitad de duración que la sanción económica. Es decir, por 10 días de multa, 5 de cárcel.
Este tipo de sanciones se consideran administrativas, no penales. Pero gracias a la labor policial se ha conseguido que tras la concatenación de varias multas, estas puedan conmutarse en delitos penales con privación de libertad.
La Policía Local con la colaboración de Policía Nacional son los encargados de sancionar estos delitos y procurar que no aumenten. Los agentes actúan por requerimiento, llamada telefónica o denuncia interpuesta y firmada por el afectado.
Una vez avisados, los cuerpos de seguridad inician un protocolo de actuación basado en personarse en la zona, llevando a cabo una sanción administrativa y una orden de cese de la actividad. Tras veinte minutos, los agentes vuelven para combrobar que el 'gorrilla' ha acatado la orden y se ha marchado. Si continúa en el lugar se abrirán diligencias por desobediencia, quedando expédita la vía penal.
La falta de efectivos y su gran movilidad por la ciudad de Badajoz imposibilita muchas veces comprobar que los gorrillas se han marchado del lugar.
Dependiendo de la zona, estos aparcacoches pueden ser más o menos agresivos con los viandantes y conductores. Allí donde hay una gran demanda de aparcamientos, estarán los aparcacoches ilegales.
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