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Sergio Lorenzo
Jueves, 30 de mayo 2013, 12:09
Desde ayer por la noche la ciudad de Cáceres tiene un poblado paralelo, una 'localidad' formada por 23 casetas y 77 atracciones en la que viven feriantes en sus caravanas. Un pueblo de la diversión en el que miles de cacereños intentarán olvidarse por unos días de la tristeza de la crisis.
Este lugar de la alegría sólo estará activo cinco días, ni uno más ni uno menos. Ayer, la alcaldesa de Cáceres, Elena Nevado, se encargó de dar vida al Ferial después de 20 minutos de fuegos artificiales que comenzaron a las once de la noche. Tras el último estallido de color en el cielo, se encendieron los 230.000 puntos de luz que iluminaron todo el recinto, dando más brillo a la puerta principal que cuenta con 28.000 luces alrededor de sus 15 metros de altura y 13 de ancho.
Tras los aplausos de cientos de personas que apreciaron el espectáculo, los cacereños comenzaron a disfrutar de la primera noche de la Fería de San Fernando, tomándose los vasos de cariñena con barquillo en Los Maños, o bebiendo mojitos a 3 euros y litros de cerveza a 4.
Los que se quisieron poner ya en situación se compraron un sombrero vaquero por 2 euros (blanco o negro) y empezaron a jugar a la tómbola, a las carreras de camellos o, más situados en su papel, cogieron un rifle para disparar en los puestos autodenominados salones de tiro.
Entre las atracciones, además de la noria y el ratón vacilón, están los terribles Clic Flac y los barcos que viajan por el aire como el Clipper. Más tranquilos son el látigo olímpico «para todos los públicos», o las barcas de agua en donde el precio es de 2 euros si monta una persona y 3 euros si lo hacen dos; se asegura que el tiempo que se va a estar embarcado es de 1 minuto y 45 segundos. Los castillos flotantes están en varias esquinas, con un precio de 2,50 euros por un tiempo entre plásticos de aire y 12 euros por 6 veces.
En medio de las atracciones hay numerosas máquinas de refrescos cuyo precio no ha subido: un euro por lata.
Las gogós de largas piernas y los bailarines musculosos ya estaban ayer animando las casetas de El Quinto Pino (la del Partido Popular) y El Redoble. En la calle principal de las casetas, hay más prestancia que otros años, más madera que da más empaque a casetas como la del Club Taurino, María Bonita, Bahía y Canterville Bostón.
En esta zona estaba programado que el vacío de las casetas que han abandonado el lugar lo llenara un mercadillo de ferias, que sería la primera vez que se montara, pero al final no se ha instalado porque no ha interesado a los vendedores ambulantes que prefieren tener sus puestos en las zonas de siempre del ferial, que cuesta menos. El vacío lo llenan puestos de hamburguesas.
En la feria se ven cosas curiosas, y si a alguno otro año le sorprendió el churro de chocolate relleno, esta vez puede impresionarle la 'baguette blanco y negro', con la mitad llena de salchichas blancas y la otra mitad de morcilla.
La Chocolatería Los Artesanos, «desde 1932 al servicio del cliente» permanece abierta hasta bien entrada la madrugada para los más devotos de la fiesta. La gente apura el tiempo. Al pueblo de la alegría ya sólo le quedan cuatro días.
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