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J. López-Lago
Domingo, 31 de enero 2016, 09:24
Enrique Corrales tenía doce años cuando en 1955 ingresó en el Seminario Metropolitano de San Atón. Ayer volvió a este centro educativo religioso portando documentos de la época, como la lista de 65 compañeros de su clase de latín, una lengua sobre la que se insistía demasiado en aquel lugar, decía con ironía. También se acordaba de que la comida se la daban unas monjas que no podían ver por un torno y de que se llevaban tierra en los bolsillos a las habitaciones. «La esparcíamos por el pasillo para oír las pisadas de los curas por la noche cuando se acercaban a los dormitorios», relataba durante un receso de la actividad que organizó ayer la asociación Amigos de Badajoz.
Es un lugar poco conocido, pero con gran importancia y por donde han pasado miles de extremeños, algunos de ellos muy ilustres, explicaba Manuel Márquez, presidente de la asociación, para justificar la visita a la que se unieron más de sesenta personas, unos movidos por la nostalgia, otros por la curiosidad.
Los guió el actual rector, Francisco González, un joven que lleva cinco años en el puesto y que explicó los orígenes, situando a esta institución entre las más antiguas de Extremadura con más de 350 años de historia.
Por allí han pasado desde Manuel Godoy (1767-1861) a José María Calatrava (1781-1846), presidente del Consejo de Ministros y del Tribunal Supremo, o el poeta y bibliófilo Vicente Barrantes (1829-1898) y el escritor José López Prudencio (1870-1949).
Todo empezó, explicó el rector, cuando en 1545 el Concilio de Trento mandó que los jóvenes que se inclinaran por el sacerdocio dispusieran de lugares adecuados para su formación. El 3 de mayo de 1664 nació este centro religioso en Badajoz, donde había una fuerte devoción a San Atón, de ahí que fuera elegido como protector. La primera sede estuvo frente a la Catedral, donde permaneció cien años hasta que se trasladó a lo que hoy es la Plaza de San Atón, convirtiéndose en el primer centro universitario de Extremadura. La ubicación actual en la margen derecha data de 1927 y fue diseñada por el arquitecto y ensayista Francisco Vaca Morales teniendo en cuenta que el lugar está concebido para educar a futuros sacerdotes, de ahí su diseño propicio para el silencio y el recogimiento.
Ahora hay 16 alumnos
En el claustro de las columnas el rector explicó ayer que actualmente hay 16 alumnos. Once están en el seminario menor, donde se cursa desde primero de la ESO hasta segundo de Bachillerato, y otros cinco en el seminario mayor, donde ya con más edad se cursan seis años de estudios eclesiásticos. Prácticamente todos ellos son extremeños.
Debido a la falta de vocaciones la cifra de estudiantes ha descendido en las últimas décadas, por eso en el año 2000 el centro dejó de ser privado y estableció un concierto con la Junta de Extremadura.
Recientemente sus estancias se han ido rehabilitando, y teniendo en cuenta que ya no hacen falta tantos dormitorios el lugar de la planta baja donde antaño vivían los alumnos ahora es un salón de actos con un aforo de 300 personas.
Domingo Castaño, que ahora tiene 71 años y estudió y vivió en este lugar de joven, no había vuelto desde hacía sesenta años. Ayer grabó la visita entera con una cámara. Igual que Enrique Corrales, cuya esposa lo retrató en el patio de las columnas. Cada vez que vuelvan a ver estos documentos se imaginarán de nuevo como niños, un sentimiento parecido al que tuvieron ayer.
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