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miriam f. rua
Jueves, 2 de febrero 2017, 23:42
Dos pintadas con dos iniciales han aparecido en los últimos días en la muralla exterior de la Alcazaba, que son visibles desde la ronda de la Circunvalación. Están a escasos metros, son del mismo autor y están hechas con spray negro.
Esto que en cualquier pared es un acto vandálico, tratándose de la Alcazaba, el principal monumento de la ciudad y catalogado como Bien de Interés Cultural, se traduce en atentado contra el patrimonio, castigado en el Código Penal.
Esta no es la única agresión contra la Alcazaba. En el tramo recién rehabilitado entre la Torre de Espantaperros y la puerta del Alpéndiz ya hay vallas de protección arrancadas, ladrillos de barro y tejas rotas y esparcidas, corredores de muralla con inscripciones ralladas en la propia piedra plagadas de nombres, corazones y fechas.
En la parte de la muralla anterior, la rehabilitada en la primera fase, el panorama no es mejor. Hay cascos de litronas tirados sobre el tejado de las antiguas Casas Consistoriales que evidencian que el botellón sigue siendo práctica habitual en el adarve, han arrancado el panel explicativo de la Torre del Pendón y los grabados en el lienzo salpican la muralla exterior. En definitiva, signos que afean la imagen del principal reclamo turístico de la ciudad y que hablan del poco valor que le otorgan algunos ciudadanos.
El vandalismo campa a sus anchas y la Alcazaba se lo pone en bandeja: poca iluminación nocturna, puertas abiertas sin horario y nula vigilancia. Precisamente, en enero se cumplió un año del acuerdo de los cuatro grupos políticos del Ayuntamiento, sellado en la Comisión de Cultura, para instalar cámaras de seguridad en el recinto amurallado de la Alcazaba. Entonces, se descartó la posibilidad de cerrar el monumento de noche, que es un desahogo para el aparcamiento de los vecinos del Casco Antiguo, pero sí se aplaudió la idea de instalar cámaras de videovigilancia.
El primero en lanzar esta idea, de hecho, fue el propio alcalde, Francisco Fragoso, quien tras los daños que sufrió la muralla en mayo del 2015 cuando cinco menores arrancaron fragmentos a lo largo de 30 metros anunció en sus redes sociales que estudiarían la instalación de cámaras en la Alcazaba. Ni sobre esto ni sobre el acuerdo de la Comisión de Cultura han habido avances.
Debate abierto
Las nuevas agresiones reabren el debate sobre la desprotección del patrimonio. La asociación Cívica, en este sentido, es clara en sus peticiones sobre la Alcazaba: mayor conciencia por parte del Ayuntamiento para presentar el patrimonio en perfecto estado y disuadir los actos vandálicos, mayor presencia policial e instalación de cámaras de vigilancia, instalación de la iluminación interior de la Alcazaba, implantación de unas brigadas patrimoniales que repongan inmediatamente cualquier desperfecto para evitar el efecto llamada y cierre nocturno.
El Ayuntamiento, por su parte, no se ha pronunciado respecto a si ha habido avances para instalar las cámaras de vigilancia. En cuanto a las pintadas que han aparecido en la muralla, el concejal de Limpieza, Antonio Ávila, ha dicho: «Iremos a verlas a ver si tenemos el producto que pueda eliminarlas». Habitualmente, la limpieza de grafitis se hace con chorros de arena a presión, pero este tratamiento no es adecuado para todas las superficies. De hecho, no puede aplicarse sobre mortero. «Pediremos asesoramiento técnico a Patrimonio para retirarlas», añade.
La última actuación en este sentido ha sido la reciente limpieza de grafitis en la poterna de San Vicente, junto al instituto Castelar.
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