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La Pontificia Comisión de los Bienes Culturales de la Iglesia ordenó el 2 de febrero de 1997 la concentración de los archivos eclesiásticos. En Badajoz había una larga tarea por hacer. Con muchos documentos dispersos por las parroquias, el entonces arzobispo, Santiago García Aracil, encargó este trabajo a Teodoro Agustín López López, el archivero de la diócesis. A sus 75 años ya se ha jubilado, pero sigue escribiendo e investigando en el archivo eclesiástico de la calle San Juan de Ribera número 13.
Este martes hablará en el Aula HOY sobre su experiencia. Discurso valiente para un tema que siempre despierta interés.
Ponente Teodoro Agustín López López. Director de los Archivos Eclesiásticos entre 2006 y 2018.
Conferencia y coloquio La historia en los archivos eclesiásticos en Badajoz.
Agenda Martes, 6 de febrero. A las ocho y cuarto de la tarde en el salón de actos del Colegio Oficial de Farmacéuticos. C/Ramón Albarrán, 13.
-Su legado es la reunificación de archivos. ¿Fue fácil?
-El archivo la catedral estaba en la catedral, el del obispado en el obispado. Después estaban los parroquiales. Los he concentrado todos aquí en Badajoz. Le di a los curas una guía sobre cómo ordenar lo que tenían. He ido a las 300 parroquias en el camión a por ellos. No ha habido ningún problema.
-¿Y han colaborado?, muchos párrocos y autoridades locales se oponen a este tipo de traslados.
-Sí, muy ejemplarmente. Pero hay que reconocer la verdad. El arzobispo Santiago García Aracil se preocupó de que hubiera esta concentración y lo ordenó. Esta reunificación no fue un capricho, se trataba de cumplir con lo que pide Roma.
-¿Fue usted consciente de algunas protestas?
-Han protestado algunos investigadores locales que eran amigos del cura del pueblo y se llevaban los libros sin control alguno. Esa es la triste realidad. Te encontrabas los archivos en armarios sin llaves, en cristales. Algunos están muy deteriorados y se trata de salvaguardar el patrimonio cultural.
-¿Por qué despiertan tanto interés los archivos de la Iglesia?
-Yo veo un contrasentido. Me llama la atención esa atracción en un mundo tan secularizado. Aquí se recoge la realidad de la Iglesia. Los canónigos, las misas... Hay cuestiones históricas interesantes. Por ejemplo, se puede saber si un día hubo una misa por alguna enfermedad de alguna reina. En Capellanías se recogen los fieles que han dejado un dinero para que se digan misa en su nombre. Marín de Rodezno, el fundador principal de la catedral, dejó esta petición. Llevamos tres siglos diciendo una misa en su memoria cada primer jueves de enero. Ese tipo de información es la que tenemos aquí.
-¿Pero no se busca solo esa información?
-Hay gente que viene con mucha fantasía. Con ideas que no son reales. Confunden el morbo con la realidad. Una vez vino un investigador y nos dijo que le diéramos las 200 cajas de la Guerra Civil. Su teoría era que no se las queríamos dar, cuando en realidad no existen.
-¿Estamos, por tanto, ante un patrimonio desconocido?
-Yo creo que son desconocidos. Hay investigadores que los sobrevaloran, creyendo que hay archivos que no existen. Al no conocerlos hay ciertas fantasías. Viene gente con mucha fantasías a los archivos eclesiásticos. También hay quien los infravaloran. Consideran que los archivos son un gueto para unos cuantos o solo para el clero. Yo he intentado evitar esos dos extremos y hacer ver que es una realidad abierta a todos.
-¿Pero son públicos o privados?
-Los archivos de la iglesia son privados que dan un servicio cultural abierto, pero insisto, son privados. Cuando decimos archivo secreto vaticano no es secreto de ocultismo, sino archivo privado del Papa.
-¿Los obispos también tienen archivos secretos?
-Sí, lo destruyen cuando se van. Es privado porque corresponde a cuestiones de su gestión. Es una cosa particular. La gente no entiende que al archivo secreto del obispo no tiene acceso nadie, ni el archivero. Son de acceso público, pero como en toda institución y organización, hay cuestiones reservadas y secretas.
-¿Y en toda la historia no se ha conservado ninguno considerado secreto?
-De la época de la Inquisición hay algo de un obispo del que no quiero citar su nombre y critica precisamente lo que hacía la Inquisición.
-¿Qué tipo de investigadores se acerca a este tipo de documentos?
-Habitualmente acuden para resolver árboles genealógicos. Buscan descendientes y ascendientes de personajes históricos o de antepasados familiares.
-¿Hasta dónde podemos llegar buscando antepasados?
-Tenemos archivos parroquiales desde el siglo XVI. A partir del Concilio de Trento de 1563 se empiezan a escribir las partidas de nacimiento.
-¿Son totalmente accesibles?
-En teoría sí, pero igualmente hay una legislación concreta. Ha habido problemas en muchas diócesis y en alguna ocasión incluso ha intervenido la Santa Sede. A veces se ha culpado a nuestro archivo de que no dejábamos los libros sacramentales, pero es que en algunos casos lo prohíbe Roma. La culpa no es del archivero, hay que cumplir lo mandado.
-¿Cómo empieza uno a organizar tantos siglos de documentación y en una provincia con tantos obispados?
-Lo primero que hay que hacer es clasificar y en la clasificación debemos tener en cuenta la historia de la diócesis. La tarea que me encomendó el obispado fue precisamente la de ordenar. Partíamos de muchas entidades distintas produciendo documentación.
-¿A qué se refiere con entidades distintas?
-Hablamos de los archivos de la Iglesia, pero ¿de qué iglesia? En la provincia de Badajoz hay cuatro obispados. El de Badajoz va desde Alburque a Jerez. En dirección Zafra, todo lo que está a la derecha es de Badajoz y a la izquierda de la carretera es Orden de Santiago. El obispado y priorato de la Orden de Santiago está en León y aquí tenemos provincia de León en Extremadura. Su vicario reside en Llerena y tiene a su vez dos provisioratos: el de Llerena y el de Mérida. A esto se unen la vicaría de Jerez y la de Tentudía, por eso en esa zona hay muchos pueblos como Arroyomolino de León, Fuentes de León o Calera de León. En la Serena hay dos obispados. El de Magacela/Villanueva y el de Zalamea. Tenemos, por tanto, cuatro obispados.
-¿Hasta cuándo estamos con este modelo?
- Estuvimos desde 1255 hasta 1873. Fue la bula de Pío IX la que suprime esta división y hace que cada parroquia se incorpore a la sacristía de la catedral más cercana. Hay diez pueblos del sur de Badajoz que pasan a la de Córdoba porque es su catedral más próxima. Hasta 1958 el Papa no ordena que pasen estos que quedan a Badajoz. Ordenar todo esto ha sido mi gran obra.
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