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José Ángel Rodríguez, jefe de Planificación Hidrológica de la Confederación Hidrográfica del Guadiana. :: J. V. Arnelas
Otro año seco pondría al Guadiana ante la peor sequía conocida en la cuenca

Otro año seco pondría al Guadiana ante la peor sequía conocida en la cuenca

Hasta ahora no se había afrontado una serie de seis años secos, pero podría llegar en 2019 si no cambia la tendencia

Antonio Gilgado

Badajoz

Lunes, 5 de marzo 2018, 07:49

Los modelos meteorológicos dicen que la cuenca del Guadiana ya vivió entre 1990 y 1995 una sequía muy similar a la actual. Entonces se encadenaron cinco años consecutivos con precipitaciones por debajo de la media y el último fue el peor.

Ahora estamos igualmente en el quinto seco y este 2018 se ha comportado, hasta el momento, como el más rácano de la cadena. La serie 90-95 fue tan excepcional que quedó en el imaginario colectivo. No se había conocido nada igual. Ahora, en cambio, ante el mismo diagnóstico, la situación cambia sustancialmente.

José Ángel Rodríguez es el jefe de Planificación Hidrológica de la Confederación y explica la diferencia. Entonces, aclara, no habían entrado en funcionamiento los sistemas de Alange y La Serena, dos importantes reservas que se llenaron en 2013, el último año húmedo que ha vivido la cuenca. «Lo importante es que arrancamos el periodo seco con todos los pantanos llenos», sentencia. Y aquí es donde hay que acudir de nuevo a la hemeroteca para acordarse de las famosas avenidas del 30 de marzo de 2013. No cabía más agua en el potente sistema central -Serena, Zújar, Orellana-. En el de La Serena, el de mayor capacidad de España y el tercero más grande de Europa con sus 3.220 hectómetros cúbicos, se desembalsó por segunda vez en su historia. De esas rentas estamos viviendo ahora.

Este 2018 las aportaciones no superan el 30 por ciento porque el suelo está seco y el agua no escurre

La acumulación de entonces permite abordar este quinto año seco sin limitaciones, aunque con prudencia. Solo hay que mirar lo que ocurre a pocos kilómetros. En el Guadiana manchego habrá restricciones totales en el regadío.

La parte extremeña sigue en prealerta y lo más probable es que en verano, con los picos de demanda del regadío, entre en alerta. Solo una abultada aportación de lluvias en las próximas semanas podría revertir la situación. «Aquí el quinto año lo pasamos bien, pero el sexto no lo sabemos. No hemos conocidos una sequía de seis años», alerta el director de planificación.

Llegamos a la situación límite con un 2018 lloviendo la mitad de lo normal y con solo un 30% de las aportaciones esperadas porque el suelo está muy seco y el agua no escurre hasta los afluentes o los acuíferos. Enfrentarse a este desconocido sexto año, no es descabellado. «Si se repite el modelo del 90-95, el 2019 debe ser húmedo porque el 96 fue muy generoso en lluvias».

Pero hay que tener en cuenta la influencia del cambio climático. Los estudios apuntan a sequías más largas y avenidas más habituales porque lloverá menos y se concentrará en menos tiempo. «Este escenario es perfectamente posible», sentencia José Ángel Rodríguez.

Para ponerse en el peor de los escenarios, el Plan Hidrológico Nacional obliga a todas las cuencas a redactar su propio plan de sequía. Se trata de un documento de estudio permanente en el que se fijan las prioridades y los umbrales según las reservas.

Cada mes se actualiza el nivel de los pantanos y en función de los datos se fija normalidad, prealerta, alerta o emergencia. En prealerta todos los esfuerzos se centran en concienciar a los usuarios de la escasez, en prealerta hay que pensar en un uso más racional, y en alerta ya hay cortes o se buscan pozos alternativos.

La sequía actual se está gestionando con el plan que se aprobó en 2007. Tras diez años de vigencia, Confederación empezó en diciembre a revisarlo y en estos momentos se encuentra en exposición pública. «Teniendo en cuenta que venimos de cinco años secos y lo que apunta el cambio climático, debemos ser prudentes por si viene un sexto».

Esa prudencia, debe extenderse, sobre todo, en el campo. El 90% del agua que sale del Guadiana se la beben los cultivos, el otro 10% se lo reparten el abastecimiento y el uso industrial. El abastecimiento humano, por lo general, siempre está garantizado. De hecho, las restricciones en el regadío persiguen precisamente garantizar el uso doméstico en los hogares.

Aunque parezca un contrasentido, el sur de la península está mejor preparado que el norte o el Levante para un contexto de escasez. «Nuestros embalses son plurianuales, tienen capacidad para recoger mucho en series húmedas. En el norte son anuales, de un año para otro, por eso cuando se les acumulan dos o tres años con déficit tienen problemas».

Este sistema tan eficaz, apunta el responsable del organismo, tiene también un efecto perverso. Los usuarios no perciben que el agua sea un bien escaso. «Y es conveniente que seamos consiente de que lo es porque el cambio climático nos lo predice».

A pesar de que la sequía ha puesto a prueba el sistema actual, la zona de Tentudía es la que más sufre en cadenas secas.

El embalse de la comarca de Tentudía tiene cinco hectómetros de capacidad y no da para más de cinco años sin recoger. Es la zona más amenazada y en la zona llevan tiempo reivindicando una solución. La primera opción sería otro embalse o agrandar el actual, pero se trata de una zona bajo protección ambiental en la que no se pueden alterar las masas de agua para garantizar el hábitat. Otra posibilidad pasa por conectarlo de forma permanente con Los Molinos de Hornachos, pero habría que bombear y canalizar muchos kilómetros, lo que repercutiría luego en la factura de los usuarios.

Los Molinos ha salvado al embalse de Llerena, que se secó hace un año pero tiene el suministro garantizado desde que se conectó a Hornachos.

Algo parecido ha ocurrido en la comarca de Mérida, que se abastecía tradicionalmente de Cornalvo. La presa tampoco ha resistido este periodo y está casi seca. Afortunadamente, Mérida y el cinturón de pueblos del entorno beben ahora de Alange gracias al famoso anillo perimetral que se construyó hace dos años.

Las lluvias de los últimos días, generosas en algunas zonas, han sido bien recibidas en la cuenca. Pero no son suficientes para solucionar un problema que se arrastra ya durante varios años.

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