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¿Y la lanza?. Turistas en agosto del 96 ante la estatua ya sin lanza.
San Jorge recupera la lanza perdida

San Jorge recupera la lanza perdida

Numerosos cacereños y turistas habían llegado a creer que en realidad la imagen fue diseñada de forma incompleta por su autor

Manuel M. Núñez

Domingo, 23 de noviembre 2014, 09:02

San Jorge, el patrón de Cáceres, luce su lanza completa. Puede parecer algo obvio, pero no lo es tanto. Durante años el santo se ha presentado en la plaza que lleva su nombre a lomos del caballo pero con solo un trozo de empuñadura. Más abajo, a la altura del cuello del dragón, la punta. Y en medio nada. Una escena típica, tan tradicional que muchos cacereños e incluso visitantes habituales de la ciudad han llegado a pensar que el autor de la estatua ecuestre situada en las escalinatas de la iglesia de San Francisco Javier la diseñó así a propósito, de forma incompleta.

Solo hay que echar un vistazo a las guías, blogs y referencias turísticas que aparecen en Internet para darse cuenta de que lo normal es encontrarse a San Jorge con media lanza. Así aparece en la inmensa mayoría de la imágenes que reproduce el buscador Google cuando se introducen tres referentes: 'San Jorge', 'Cáceres' y 'Estatua'. La prueba se hace en cuestión de segundos y corrobora que la escena que pueden ver ahora quienes recorren el corazón de la ciudad monumental es muy distinta a la que ha sido habitual durante años. La explicación la tiene la Universidad Popular (UP).

«El Ayuntamiento nos hizo el encargo de restaurar la imagen y así se hizo. Fue un trabajo limpio, bastante sencillo y que ejecutó el monitor de forja, José Manuel Moreno», explica Fátima Gibello, licenciada en Bellas Artes y especialista de la UP. Las fotografías de San Jorge con esa 'media lanza' también se repiten en el archivo histórico de HOY. Hay varias de turistas ante la estatua en la década de los 90. En una información de julio de 1992 ya se destaca que las gamberradas se habían convertido en algo habitual. «Hasta le han arrancado la lanza de metal a la estatua», se resalta en el texto.

Sin embargo, el estado original de San Jorge no era el de la amputación de su arma, por mucho que eso sea lo que vecinos y viajeros se han acostumbrado a ver. La imagen se colocó el 26 de agosto de 1966, obra del escultor madrileño José Rodríguez. «Se sacó una primera copia en paradero desconocido, de la que se obtuvo copia fundida en bronce por el artista Eduardo Capa», detalló Alonso Corrales en una conferencia organizada en 2004 por la Asociación de Coloquios Históricos de Extremadura. El conocido divulgador de la historia local incluso dio cifras del coste: 60.000 pesetas (360 euros) la original; y 25.000 pesetas (150 euros) la copia.

El templo de la Preciosa Sangre preside el entorno. Metros más abajo, la escultura que encargó el alcalde Alfonso Díaz de Bustamante, ocupa un espacio de visita obligada para los miles de turistas que cada año pasan por ese rincón de la ciudad. En su hornacina, el santo inmortaliza la leyenda, con la lanza en su mano derecha, protegido con el casco y girado hacia la izquierda mientras la bestia levanta la cabeza amenazante. Es una de las estatuas ecuestres de referencia en la capital. Tiene 1,30 metros de altura y hasta la intervención de los técnicos de la UP había venido luciendo incompleta. El anecdotario da mucho de sí, como confirma Antonio Bueno Flores, escritor turístico. La imagen del santo con la lanza a medias servía de excusa para contarle a los visitantes, cuenta, como «Cáceres había perdido el tren de la revolución industrial pero había adaptado su enorme riqueza cultural a la nuevas tecnologías, lo que permitía a San Jorge matar al dragón -subraya- con un mando a distancia». Ese relato refleja como lo normal ha sido durante este tiempo ver solo dos trozos de lanza.

La acción de la Universidad Popular consistió en colocar una barra que permita volver a la imagen primaria que diseñó el escultor. «La original era de bronce y ahora se ha utilizado hierro, aunque integrada perfectamente en el conjunto», señala la restauradora Fátima Gibello. Es una forma de evitar el efecto llamada sobre posibles robos, a tenor de la diferencia de valor que tienen ambos elementos, sugiere la especialista. Si hay algo que ha caracterizado a ese San Jorge son los actos de vandalismo. No solo le han partido el arma sino que hasta le llegaron a teñir «de chillones colores», rememora Alonso Corrales.

En febrero de 1980 cundió el pánico. La estatua desapareció. Cuando los vecinos vieron la hornacina vacía se temieron lo peor, había sido robada. No llegó a suceder, aunque estuvo muy cerca. Varios individuos quisieron llevársela, pero no llegaron a consumar el intento. Pese a ello, el deterioro de la misma fue evidente. La escultura acabó movida de su sitio natural y con los pernos que la sujetaban rotos.

Durante algún tiempo San Jorge 'abandonó' las escalinatas de la plaza y fue trasladado a los talleres municipales para ser reparado. Las gamberradas incluso llevaron a plantear la posibilidad de colocar una reja de protección para evitar nuevos ataques. Con el paso de los años volvieron a repetirse. La lanza quedó partida. Hasta que el Ayuntamiento hizo el encargo a la Universidad Popular. El arreglo permite ver a San Jorge entero. No obstante, todavía queda trabajo por hacer. El lomo del dragón también tendrá que pasar por el taller.

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