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Cristina Núñez
Sábado, 25 de julio 2015, 00:25
Es una piedra relevante en el pasado de Cáceres, que aclara detalles sobre su origen romano y su fundación. Se trata de una lápida votiva dedicada a Lucio Cornelio Balbo, patrono de la colonia Norba Caesarina, que fue fundada por Cayo Norbano Flaco. La placa, hallada en el Foro de los Balbos en el año 1930 durante la construcción del mercado de abastos, se incorporó en ese momento a los objetos del despacho de la Alcaldía, algo que no se ha modificado desde entonces. Hasta ahora.
Después de todo este tiempo se trasladará al Museo de Cáceres en virtud de un convenio de cesión para su exhibición que se ha establecido entre el Ayuntamiento y la Dirección General de Patrimonio, y por el cual podrá verse en una de las salas de este recinto. «Tiene un valor incalculable. Cuando se encuentra vienen técnicos de Madrid para valorarlo y se decide ponerla el despacho», explica el investigador Alonso Corrales.
Allí ha permanecido hasta hace dos años, cuando se quitó para proceder a las obras de remodelación del salón de plenos y del lugar de trabajo de la alcaldesa. En ella puede leerse de forma abreviada «Lucio Cornelio Balbo (Imperator) Colonia Norbensis Cesarina Patrono», lo que viene a significar «la colonia Norbense Caesarina a su patrono, el general Lucio Cornelio Balbo». Se estima que su fecha de procedencia es de los años 32 al 20 Antes de Cristo.
«Es el primer dato que utilizan los investigadores, porque siempre se había dudado entre si el origen de la ciudad era Castra Caecilia o Castra Servilia, que son dos campamentos romanos asentados en Cáceres», acota Corrales.
Aunque el Museo de las Veletas ya existía cuando se encontró este hallazgo, todas las autoridades, explica el investigador, coincidieron en que ocupara el despacho del alcalde. Ni siquiera durante la Guerra Civil se cambió de sitio.
El director del Museo de Cáceres, Juan Valadés, ha explicado a este diario que se está preparando el convenio para la cesión en depósito de esta pieza, pero que la titularidad seguiría correspondiendo al Ayuntamiento de Cáceres, igual que sucede con la estatua de la diosa Ceres, que también se exhibe en las salas de este museo. «Es una pieza de primer orden», afirma Valadés, que reconoce que el asunto está ahora un poco parado por el traspaso de poderes.
Aunque aún no está decidido, es muy posible que esta pieza sea exhibida en la sala IV, la dedicada al pasado romano, dentro de la sección de Arqueología. Todavía continúa dentro de las dependencias del Ayuntamiento de Cáceres, pero no a la vista.
Aunque el Ayuntamiento no ha dado muchos detalles sobre el porqué de este traslado, se entiende que la nueva configuración del despacho de Alcaldía, tras su remodelación, no posibilitan que se coloque esta pieza. La exhibición en un museo permite que la vean muchas más personas, aunque Alonso Corrales considera que «debería continuar allí porque es un símbolo de la ciudad, el mayor símbolo antiguo que tiene la ciudad de Cáceres».
Cree que el Museo Municipal, en la plazuela de Publio Hurtado, a pocos metros del edificio consistorial, también podría ser un buen lugar para acoger esta piedra, un sitio que ha recibido una importante inversión en reformas.
Otros objetos
Esta placa fundacional no es el único objeto que ha salido del despacho de la alcaldesa. Encima de la chimenea se encontraba tradicionalmente un pequeño retablo del siglo XVI. Es una tabla dorada y policromada que representa a San Jorge luchando contra el dragón. Es de autor anónimo. «Es el centro de un pequeño retablo que había en la capilla de San Jorge que estaba en una pequeña capilla en el Ayuntamiento hasta que se rehizo el edificio en el siglo XIX y se quitó», explica Alonso Corrales.
Después de una época en la que esta pieza pasó «de mano en mano», en 1889 el alcalde Juan Sanguino Michel propone que se pida al Ayuntamiento para el museo este retablo tallado. Es Alfonso Díaz de Bustamante en los años 60 el que hace los trámites para que esta pieza forme parte del despacho de los alcaldes, y hasta ahora, no se había movido de allí.
Según informan desde el Consistorio, este retablo se encuentra actualmente en el despacho que ocupó la alcaldesa durante el periodo en el que se llevaron a cabo las obras, en otro edificio conectado con el principal. «Se tiene previsto que se quede en el Ayuntamiento», se informa sin dar más detalles sobre el destino final de este elemento patrimonial.
Hay un tercer objeto que también se hallaba en el despacho de alcaldía y que ya no puede encontrarse allí. Se trata de los fueros de la ciudad, que proceden de 1229. Es un documento que, aunque no es literario, ofrece una instantánea muy fiel del Cáceres de 1229, año en el que las tropas de Alfonso IX tomaron la ciudad y la arrebataron del dominio almohade.
Son 504 capítulos, una prolija concatenación de normas y obligaciones que describe la sociedad, las relaciones económicas o de propiedad de la época. «También es un libro único», cuenta Corrales.
Hace dos años se celebraron unas jornadas para darlo a conocer al público. Desde las obras de remodelación del salón de plenos permanecen en una caja fuerte y no se saca. Ni siquiera en aquella ocasión, con motivo de estas jornadas, se atrevieron a exhibirlo, y se tiró de un facsímil.
Por otro lado, continúa en restauración, tal y como explicó la propia alcaldesa, el crucifijo que se retiró del salón de plenos. Tras no aprovechar los casi dos años que estuvo en obras esta habitación del Ayuntamiento para tenerlo a punto, la escultura lleva ya varios meses en el taller de la Universidad Popular, que está siendo el encargado de reparar todas las grietas de este Cristo. La talla, que procede del siglo XVII, del periodo del Barroco, cuenta con varias en la zona de las extremidades del Cristo y del sudario.
La intención es que vuelva a su lugar original, pero no hay fecha y el espacio en el que estaba colocado lo ocupa ahora un retrato de Felipe VI. A simple vista, no se ven muchos más huecos para situar el crucifijo. Hay que recordar que en distintas ocasiones Cáceres Laica ha pedido la retirada del crucifijo, pero los tribunales siempre han dado la razón al Ayuntamiento en su deseo de mantenerlo a la vista del público.
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