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Eugenio Bravo, con su carretilla lista para cargar. :
«Los turistas caerán como moscas»

«Los turistas caerán como moscas»

Los repartidores tiran de la carretilla para completar el trabajo después de las 11 de la mañana, hora límite con sus vehículos

Manuel M. Núñez

Miércoles, 24 de febrero 2016, 00:29

«Esto no se puede hacer sin avisar, de un día para otro». Ese fue el comentario que les tocó escuchar más de una vez a lo largo del día a los agentes. El dispositivo especial con motivo de la entrada en vigor del nuevo sistema de accesos al casco histórico se montó en la Plaza de Santa Clara y la Concepción. La Policía Local, a través de la subinspectora Isabel Mendoza, señaló que se había optado por los puntos que podrían ser más problemáticos a priori.

Hubo quejas, dudas y mucho desconocimiento. El primero de todos por parte de quienes decían que había sido una medida improvisada. Lo cierto es que las cámaras comenzaron a instalarse en diciembre de 2014. Hace más de un año ya.

El cambio ha sido duro para algunos. Es el caso de Jorge Montes, que trabaja en la imprenta Tomás Rodríguez. «No lo sabía. No tenía ni idea. Cuando venía esta mañana el policía me ha dicho, cuidado Jorge, son 200 euros de multa y cuatro puntos del carné si pasas. Me he quedado a cuadros».

Su caso es idéntico al de otros dos compañeros que se vieron ayer en la misma situación. Iban a trabajar, dos en coche y otro en moto, y se encontraron la sorpresa. No sabían que desde ayer el acceso a la parte antigua y alrededores en vehículo está un poco más difícil.

«Si nos encargan un pedido después de las 11 horas ya no podemos entrar a repartir en la ciudad monumental. No es normal», señala Ana Belén Roncero, que trabaja en el Mostazo de la Plaza del Duque. Ayer se dieron varios casos. «Hemos tenido que llevar en una carreta hasta la Plaza de Santa María 10 paquetes de botellas de agua. ¿Qué pasa con el servicio a domicilio?», se pregunta.

Los distribuidores no lo tienen fácil. Antes de las 11 de la mañana sus vehículos deben estar fuera del casco histórico. « A mí me han matado con esto. Tengo que llevar mercancía a San Juan, a la parte antigua, a la Plaza... Algunos locales abren a las 10 ó 10.30 horas. ¿Cómo voy a tenerlo todo listo a las 11? Es imposible». Eugenio Bravo, repartidor de Provecaex, contaba que apenas había podido hacer todos los encargos. «He tenido que sacar la carretilla y subir el material a pulso. Esto es mortal», se lamenta al tiempo que hace un pronóstico: «Los turistas van a caer como moscas».

Más optimista se muestra José Manuel Leo, taxista, que muestra una vieja tarjeta de acceso al casco histórico como si fuera ya pieza de museo :«Nosotros apenas vamos a notar el cambio, si acaso a mejor. Yo llevo un año en esto y no he visto siquiera los pivotes».

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