
'El legado de los Cohen' y el tesoro del Cáceres oculto
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Salvador Guinea ha vuelto a las andadas. Se le está volviendo a ir la cabeza con el tesoro no descubierto de Cáceres, que es de todos los cacereños... también de él. Hace 6 días llegó a la Redacción con un libro que me tiró en la mesa cuando estaba ensimismado juntando letras en el ordenador.
–Ahí lo tienes – me dijo, señalando el tomo –. Te reías de mí cuando te dije que bajo el edificio del Ayuntamiento, en el subsuelo, hay un receptáculo con el tesoro escondido de los Cohen, judíos de Cáceres que tuvieron que dejar ahí joyas y todo lo que tenían de valor al verse obligados a abandonar a toda prisa la ciudad en 1492, al ser expulsados, y ahora sale este libro contando una historia de intrigas y asesinatos que gira sobre ese tesoro escondido. Léetelo y te darás cuenta de lo que nos estamos perdiendo.
El libro se titula El legado de los Cohen y está escrito por María Gema Marín, una mujer natural de Ahillones (Badajoz), que vivió en Cáceres entre sus 14 y 18 años. Es su tercera obra.
El libro es tan reciente que se presenta en la Feria del Libro de Cáceres, que desde este viernes está en el Paseo de Cánovas. La propia alcaldesa, Elena Nevado, es quien lo presentará el próximo domingo, el 29 de abril. Trae a la autora la Asociación Cultural Poetas de la Estatua de Gabriel y Galán.
Me he leído de carrerilla el libro, muy entretenido y documentado, que está lleno de intrigas en la época actual, basadas en historias del pasado. Bien podría hacerse con esta obra un guión para una serie televisiva de éxito.
Recoge la interesante historia de Los Fratres de Cáceres, una orden religiosa y militar que se crea tras la reconquista de Cáceres en 1169, que tenía como misión frenar los ataques de los seguidores del Islam y proteger a los peregrinos del Camino de Santiago. Llamados inicialmente Los Freires o Caballeros de la Espada, su iglesia era la de Santiago, viviendo alrededor del templo, por lo que pasaron a llamarse Caballeros de Santiago. Es el origen de la importante Orden de Santiago.
Según se cuenta, el 10 de marzo de 1173 cuarenta fratres dieron su vida por defender la ciudad. Se hicieron fuertes en una torre en donde los almohades los fueron matando, para luego cortarles las cabezas y exhibirlas en las almenas de la ciudad que pasó a ser otra vez mora. Se afirma que esa torre fue la de Bujaco, pero en 'El legado de los Cohen' se da como más cierto que fue la Torre Redonda del Palacio de Carvajal.
En el libro se habla del tesoro de estos caballeros y el de los judíos de la familia Cohen. El rabino Sargas Cohen vivió en la Casa de los Trucos, en la calle General Ezponda, que tenía habitaciones secretas y pasadizos, y que sería comprada en 1595 por el obispo Galarza, que hizo un túnel desde el Palacio Episcopal a esta casa en donde vivía su hermana con unos ocho sobrinos. Otros Cohen vivían en la llamada Casa del Tesoro, en las traseras del edificio del Ayuntamiento de la Plaza Mayor. Algunos tenían tan seguro que aquí los judíos habían escondido tal cantidad de riquezas, que cuando sus propietarios vendieron la casa en 1987 al constructor Julio Simo, firmaron un contrato en el que se indicaba que si alguna vez se encontraba el tesoro, para ellos sería la mitad. A cambio de terrenos, Julio Simo entregó la casa al Ayuntamiento en 1991, para que ampliara sus dependencias, y ahí están trabajando funcionarios municipales, puede que sobre arcones llenos de oro.
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'El legado de los Cohen' también centra su argumento en que desde el siglo XIII hasta la actualidad, la ciudad está gobernada por doce familias que se ayudan entre ellas para ser cada vez más ricas y poderosas, familias apellidadas Solís, Hernández Mancha, Ribera, Sande, Dávila, Ulloa… que se reconocen por tener un lema: 'Fer de Fer', el que aparece en la fachada del Palacio de los Golfines de Abajo, que significa 'pertenencia de por vida', ya que ningún miembro de las 12 familias puede abandonar la secta. El maestre, que gobierna a sus doce 'apóstoles', comete crímenes con un puñal de misericordia.
Lo que más me ha llamado la atención del libro es que habla bastante de túneles y pasadizos bajo la Ciudad Monumental, que tienen hasta tres niveles.
En el año 2003 hicimos en este diario un extenso reportaje sobre aljibes, criptas y pasadizos, en el que el investigador Alonso Corrales Gaitán, especializado en construcciones ocultas, se lamentaba de que Cáceres no explotara turísticamente su sorprendente subsuelo. Se decía que los turistas sólo veían el aljibe del Museo, cuando estaba cerrado uno tres veces más grande, que es el que está debajo de la Iglesia de San Francisco Javier; y que se podían hacer visitables túneles como el de la Victoria, el que usaron los cristianos para reconquistar definitivamente la ciudad en 1229, que comunica la base exterior de la Torre de los Pozos con los jardines del Museo de Cáceres. A Corrales le hicieron caso en el aljibe de San Jorge, y ahora es una gran atracción turística; pero no en los pasadizos. En esta misma Feria del Libro, este lunes, día 23, Alonso Corrales presentará una nueva edición de 'Cáceres, sus construcciones ocultas'. Es la tercera edición de este libro que habla de los numerosos pasadizos, aljibes y criptas que hay en Cáceres. Las otras ediciones se han agotado.
El pasado viernes por la tarde estaba hablando con el compañero Manuel Caridad, en la Redacción, sobre todo esto, mostrando mi preocupación por la salud mental del fotógrafo.
–¿Tú qué opinas? ¿No se le está yendo la olla a Guinea con todo esto del tesoro? – Le pregunté.
–Creo que se puede dudar del contenido, pero no del continente. Es decir – se explicó al ver mi cara de extrañeza –, podemos dudar de la existencia de ese tesoro, pero no de que esos pasadizos siniestros son un auténtico tesoro turístico. ¿Te imaginas el placer de los turistas en un mes de agosto, cuando les están enseñando la Ciudad Monumental a las dos de la tarde, a casi 40 grados, que les metan en un túnel fresquito a seis metros bajo tierra para recorrer por debajo la Plaza Mayor, o para ir del Palacio de los Golfines de Abajo a la Taberna del Inglés? Ese tesoro turístico está ahí y es fácil recuperarlo, con sólo unos cuantos trabajadores que apuntalen los túneles y desescombren pasadizos.
No nos habíamos dado cuenta de que hacía poco había llegado Guinea y que escuchó las explicaciones de Caridad.
–¡Yo me ofrezco voluntario para recuperar el pasadizo bajo el Ayuntamiento! ¡Quiero ser el primero en encontrar el tesoro! – Gritó con los ojos fuera de órbita.
Cada loco con su tema.
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