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La tercera generación de murgueros

La tercera generación de murgueros

La cantera del Carnaval se ensancha con los 400 niños que este año participan en las murgas infantiles y juveniles

MIRIAM F. RUA

Viernes, 10 de febrero 2017, 07:38

David Pardo ocupa el centro en la primera línea de la murga juvenil del colegio Compañía de María que el año pasado ganó el Combita, el cariñoso apelativo que recibe el concurso de murgas infantil y juvenil. Es alto, desparpajado y tiene maneras de murguero con tablas. No en vano, este será el tercer año que va a cantar coplillas al López de Ayala. Su murga favorita es Al Maridi y su murguero de cabecera Abel Sansinena, aunque se refiere a él como Gadafi -en alusión a su personaje del año pasado en la murga Los Water Closet- porque aunque se pone sus vídeos para copiar sus movimientos, ni sabe su nombre ni lo conoce. Ahora tiene 13 años, pero cuando haga los 16 y pueda dar el salto al concurso de adultos, las murgas se lo rifarán. Quédense con su nombre.

Él es solo uno de los 400 niños que este año suma la cantera del Carnaval, duplicando el número de 2016. En total, 20 agrupaciones -11 infantiles y 9 juveniles- vienen a darle músculo al concurso de adultos. Ellos son la tercera generación de murgueros, conseguida gracias a la exitosa iniciativa municipal 'Aulas de Carnaval', que en su tercer año ya tiene una proyección prometedora.

De hecho, este año se ha abierto a la participación fuera de las aulas, con la incorporación de la asociación de bailes regionales, y para el Carnaval de 2018 ya hay nuevos colectivos que han pedido sumarse. «Han conseguido un espacio en la fiesta, unos seguidores y ha caído bien a la ciudad y a los murgueros», valora Luis Rodríguez, coordinador del proyecto y veterano murguero.

Con la cantera también se vuelve a incorporar a la familia al Carnaval. «Conseguimos que los padres acompañen al hijo a las actuaciones, que se disfracen con ellos y que esos días no se vayan fuera de la ciudad. Al final tenemos 400 niños que son casi 1.000 padres, lo que significa movilizar a un colectivo importante», añade.

De la implicación de los padres sabe mucho la murga juvenil 'La Compañía te trae a los duendes de la tierra'. «Nuestros padres nos apoyan mucho y son ellos los que preparan la puesta en escena. Nosotros tenemos mucha ilusión y se la contagiamos», cuenta la murguera Celia Rey. Tanto que, como confiesa su compañero Luis Sánchez, «en los Carnavales pasados, los cansamos».

Identidad

Con este proyecto, también se está creando identidad. Al contrario de lo que pudiera pensarse, los murgueros de la cantera no sueñan con cantar en las murgas punteras, sueñan con que su murga llegue al concurso de adultos. «Me gustaría participar con mi murga porque nos llevamos muy bien, vamos al mismo colegio y al mismo curso», cuenta Candela García de la Compañía de María. El director del colegio, que es también el monitor de esta murga, Matías Reviriego, confiesa que ese es su reto: «Nosotros aspiramos a subir como grupo completo en adultos en primero de Bachillerato».

En el otro lado están las murgas que se estrenan este año, como las del colegio Enrique Iglesias, que presentan dos grupos infantiles, que este febrero descubrirán un Carnaval distinto. Por su edad -entre ocho y doce años-, el concurso de adultos no está en su cabeza de momento. Están descubriendo este año qué es una murga, el trabajo que tiene detrás y lo que quieren es actuar en el teatro. «Lo que más me gusta es que vamos a ir al teatro a actuar todos juntos como un equipo», cuenta Laura Gil, de la murga 'Por un mal experimento, así me encuentro'. Para su compañera Abril Méndez, el teatro también será el gran momento para el que llevan trabajando desde octubre. De su padre, murguero de Espantaperros, ha cogido un consejo: «Que vaya a participar y no piense en ganar».

Precisamente, una de las novedades de este Carnaval es que el concurso infantil se convierte en certamen para perder su carácter competitivo. «Daremos diversos premios para que todos los niños se sientan partícipes y orgullosos», argumenta Luis Rodríguez. Además, se ha fijado un repertorio obligatorio, más corto que el de juveniles y adultos: tendrán que cantar presentación, cuplés y popurrí.

El concurso juvenil también viene este año con novedades. Se ha eliminado el repertorio libre y se ha instaurado el mismo que en el concurso de adultos. Como premio este año, organizarán una vez pasado el Carnaval un encuentro de todas las agrupaciones y las tres primeras murgas tendrán reservados los palcos del López de Ayala para ver en directo las semifinales del concurso de adultos.

Tanto el certamen infantil como el concurso juvenil este año cambia de día. En esta ocasión se celebrará el sábado 18 de febrero para facilitar la asistencia de familiares y de los propios murgueros. Y además, se dividirán las sesiones: por la mañana será el turno de las infantiles y por la tarde de las juveniles.

Además, ya tienen comprometidas sus actuaciones el sábado de Carnaval en los escenarios municipales de la Plaza Alta y de La Soledad.

Capitaneando a cada una de las agrupaciones participantes, están los propios murgueros. Con su trabajo, explica Luis Rodríguez, les marcan el camino para sacar adelante la murga. «Les explicamos qué es un campo semántico para que sepan hacer una letra, cómo son las rimas y luego le introducimos la actualidad local y nacional. Tenemos muy en cuenta los contenidos educativos para desarrollar la murga y también la capacidad de crítica y análisis», explica. Después, a los juveniles, con los que son más exigentes, les enseñan a tocar la guitarra, el bombo, la caja y a hacer su propio disfraz.

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