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«Digo a los jóvenes que busquen un empleo para escribir en libertad»

PPLL

Domingo, 6 de julio 2014, 18:50

Ramiro Pinilla imparte un taller literario. Es una rutina más dentro de una disciplina ejemplar que le aleja por completo de la estampa del jubilado. Él no se ha retirado de la literatura de la misma forma que no es de quienes dejan pasar la vida. Cada día sale a caminar a primera hora de la mañana. Antes, no menos de tres horas. «Ahora -lo dice con una cierta resignación, quizá el único momento en que se permite algo así-, solo camino durante hora y media, no más». Luego lee el periódico y se tumba un rato. Come tarde y se sienta a escribir. Cuatro horas cada día, en las que completa una o dos páginas escritas a mano. Luego, cuando el manuscrito esté completo, lo pasará al ordenador en lo que para él es ya una segunda versión.

Mientras espera que salga a la luz un nuevo título de la serie del detective y librero Samuel Esparta -está previsto para otoño-, Pinilla avanza en otro libro. Una comedia que narra lo que sucede cuando media docena de hombres se reúnen en un caserío a desarrollar sus aficiones, al margen de cualquier obligación o presión familiar. «El punto de arranque, explica, es esa frase que de manera tan habitual las mujeres arrojan a sus maridos: 'Tú no tienes fuste'. A partir de ahí, se trata de ver quiénes de entre esos varones resisten la llamada de sus esposas». Un libro en tono de humor que quizá sorprenda a alguno de sus lectores.

La escritura y el taller literario llenan su tiempo. A veces, se acerca hasta su casa algún escritor joven. O aspirante a escritor. «Me preguntan qué hacer, y siempre les digo que sigan escribiendo, pero que se busquen un empleo. Solo así conseguirán la verdadera libertad para escribir lo que quieran».

Una reciente operación de cataratas le ha permitido recuperar la lectura, un hábito que casi había perdido. «Es como si me hubiera habituado a no aprender más. Reconozco que estoy poco al día en cuanto a las novedades literarias y los escritores jóvenes». Las noticias y la novela que tiene entre manos llenan su tiempo. «Tardaré al menos un año en acabarla», dice en la puerta de su casa mientras mengua la luz y uno de sus gatos camina perezoso por el jardín, como si buscara un requero de ciegas hormigas.

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