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Matías Tejela. :: efe
Notable corrida de Fuente Ymbro

Notable corrida de Fuente Ymbro

Destacadas también dos faenas, una de Uceda Leal y otra de Matías Tejela

BARQUERITO

Miércoles, 28 de mayo 2014, 10:01

Rechazaron en los reconocimientos la corrida prevista de José Luis Perera y entró en escena otra de Fuente Ymbro, traída de la noche a la mañana. No pareció, sin embargo, corrida improvisada. Sino todo lo contrario. Como si estuviera preparada y escogida de antemano. Variada de hechuras, de diverso remate, y de tres pintas distintas también, la corrida acabó siendo casi la mejor de la feria. Casi.

FICHA DEL FESTEJO

  • uToros. Seis toros de Fuente Ymbro (Ricardo Gallardo), en sustitución de la corrida anunciada de José Luis Pereda y La Dehesilla. Corrida de rico remate y serias hechuras. De muy buena nota primero y tercero, ovacionados. Manejables los demás, con la excepción de un sexto violento.

  • uToreros. Uceda Leal, una oreja y silencio. Curro Díaz, silencio en los dos. Matías Tejela, saludos tras un aviso y silencio.

  • uPlaza. Madrid. 19ª de San Isidro. Tres cuartos de plaza. Nubes y claros, templado

Un toro de gran calidad: un tercero corto y achichonado, muy cargado de cuartos traseros, bajito pero hondo. Otro de singular nobleza, el primero de los seis, muy apaisado de cuerna, rizado el cuello, despapado, tan corto de manos como el tercero, más amplio y más largo. Prontos y nobles, los dos metieron la cara, vinieron y repitieron. Lo hicieron, además, sin turbulencias, a compás y con ritmo.

El primero enterró por dos veces pitones al salir del caballo de pica y se cobró dos volatines con sonoros batacazos. Las caídas, a plomo. Los apoyos tuvieron después un punto de fragilidad. Ese punto fue, sin embargo, parte de la gracia del toro, que solo echó el borroncito de avisar con rajarse. Una sola vez. Uceda Leal lo toreó con buen son por la mano derecha, no tanto por la izquierda, acertó con el terreno preciso -las rayas, paralelo con las tablas-, midió bien las fuerzas del toro y, la mano baja, lo templó casi en la media altura sin quebrantarlo. Fue toro agradecido.

Detalles de cara escuela en los remates de tanda: cambios de mano ligados con el de pecho, los recortes por delante, airosas salidas. Lo difícil fue saber colocarse delante de una cuerna tan abierta, y enganchar y ligar a pesar de todo. Una gran tanda breve con la izquierda. Algo larga la faena. Mejor sus dos primeros tramos que el último. Estaba a gusto el torero de Usera. Una estocada cobrada con ciencia y valor. Una oreja por mayoría raspada.

Más completo que el primero fue el tercero. Se soltó en más de una baza, pero no llegó a irse nunca. Esas sueltas, que malograron un serio quite de Uceda Leal a la verónica, fueron también parte de su gracia. La gracia es la personalidad del toro y, aunque cueste asociar las dos ideas, es la casta también. En Fuente Ymbro abundan los toros escarbadores. Pero no es el escarbar de mansedumbre sino de comezón. Lo propiciará el terreno donde se crían. Ese gran tercero de la tarde murió escarbando y aculado en tablas. Antes de eso, con media espada dentro, todavía se estiró de bravo queriendo embestir. Contará entre los mejores que el ganadero ha echado en Madrid.

Tejela se entendió enseguida con el toro, que por la mano derecha llegó a planear pero tuvo por la otra su punto picante. Brillante apertura de faena rodilla en tierra, dos soberbios muletazos cambiados. En solo dos tandas en redondo apareció lo mejor de Tejela: la facilidad, la lógica, el empaque, la soltura, la calidad. Hervía la cosa. Con la izquierda el toro se revolvió antes de tiempo y Tejela no se atrevió entonces tanto. Volvió a la mano derecha, y volvió a dibujar, pero en los remates cambiados por la izquierda se abrió exageradamente y se le fueron una vez los pies. Buena faena, pero no redonda. Media estocada, dos descabellos.

Aunque el segundo pegó arreoncitos y no se avino al toreo de toques de Curro Díaz, la corrida parecía embalada tras el arrastre del tercero. Los tres espadas brindaron al público los tres últimos toros. Descarados los tres. Cinqueño un cuarto remangado, armadísimo y afilado; muy ofensivo el quinto, todo cara, de galopes desatados; lomudo y largo el sexto, que, todavía levantado, tenía por delante traza fiera.

Muy codicioso el cuarto, que no paró, pero se soltó a tablas varias veces y pegó además algún trallazo. Uceda toreó en la querencia del toro y tal vez no fuera la solución más feliz. Faena segura pero de desigual hilván. A Curro Díaz le costó aguantar la correa del quinto, que fue de más a menos, pero que en la fase de más, y también en la de menos, pesó lo suyo. Muletazos muy cortitos, y el toro protestaba. Al hilo del pitón no pudo Curro ni pintar esos garabatos tan suyos y tan sabrosos. El sexto, que derribó y desmontó al Chano Briceño, y se enceló con el caballo, fue, a diferencia del primero, toro ingrato. Tejela se puso y descaró. Pero el toro se lanzaba con brusquedad y se violentó. Embestidas agresivas pero más de defenderse que de atacar. Tejela tuvo la feliz idea de abreviar y la fortuna de cobrar un pinchazo hondo tan en su sitio que bastó.

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