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EFE
Viernes, 18 de julio 2014, 09:54
De haber tenido más fuerzas los cuatro primeros toros, la corrida de la Quinta hubiese sido de nota. Pero no. Hasta la salida del quinto, el público se había aburrido mucho mientras que los toreros habían pasado una tarde apacible, sin ver salir a ninguno de esos «cárdenos» que tanto temen.
uGanadería. Toros de La Quinta, bien presentados aunque algunos sueltos de carnes, bravos y flojos en conjunto, salvo los dos últimos que fueron los más complicados.
uToreros. Antonio Ferrera, silencio y oreja. Julián López 'El Juli', pitos y pitos. Ivan Fandiño, oreja y dos orejas.
uPlaza. La plaza se llenó en tarde canicular.
Pero salieron al final un quinto que espabiló enseguida y puso al 'El Juli'' en aprietos, y un sexto que ostentó todas las complicaciones de este encaste tan particular. La diferencia entre las dos respuestas que tuvieron por parte de sus toreros respectivos, fue que 'El Juli' no se dio coba, mientras que Fandiño apretó, bajó la mano y se adueñó de la situación, del toro y de la tarde.
El primero de Fandiño fue un cárdeno bravito, sin fuelle ni poder, al que pulseó a la perfección, lo cual le permitió aprovecharse de las doce embestidas buenas que el toro tenía. Muy encajado y templado el torero, lo mejor de su labor surgió al natural. Frente al sexto, el más vivo y áspero del lote, Fandiño pasó de las miradas sospechosas y de la guasa inicial del toro. Brindó al público, lo que también había hecho 'El Juli' en el precedente antes de abreviar, e hizo lo que mejor sabe: plantarle cara al toro, muy despatarrado y el pecho por delante.
En tanda y media metió al Santa Coloma en su muleta sin importarle los parones y las dudas. Paró, mandó, templó, bajó mucho la mano y hasta se gustó una vez sometido el toro. El estoconazo final hizo brotar las dos orejas indiscutibles.
El primero de Ferrera se desplomó en el segundo muletazo, y a partir de ahí rehuyó toda pelea. Con mucha cabeza, Ferrera le acabó metiendo en la muleta en una meritoria labor. El cuarto fue otro toro flojo y noble, al que Ferrera banderilleó muy bien antes de pulsearlo y de mimarlo con suma maestría, a lo largo de una faena larga en la cual alternaron fases clásicas y redondos inversos. Finalizó con unos naturales hondos en el terreno de tablas y el público le pidió una oreja a pesar de un bajonazo.
El primero de 'El Juli' también tuvo una embestida tan dulce y bondadosa, como apagada por sus pocas fuerzas. Con menos acierto que en otras ocasiones, 'El Juli' se trabajó las series con facilidad pero sin brío. Al quinto, en otros momentos, quizás lo hubiera intentado, y probablemente hubiera conseguido hacerle «romper» en su muleta. Esta vez optó por abreviar.
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