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FERNANDO GALLEGO
Lunes, 9 de junio 2014, 07:25
Levantó una mano cuando Cristo esperaba una bola para sacar el córner. Un Cristo que tomaba aire a bocanadas, porque el equipo poco podía más. La grada, como mínimo, seguía sufriendo. Y entonces él, por si acaso, volvió a levantar la mano, y la agitó varias veces, para que le viera bien Cristo y también los defensores del San Juan. Y Cristo se la puso perfecta, y entonces Mansilla se elevó como nunca para rematar como siempre, y la adrenalina comenzó a fluir por el Romano. El Mérida evitaba la prórroga, pasaba a la final por el ascenso y se sacudía una tonelada de peso de encima en el descuento, después de sufrir lo inconfesable.
Porque sí, volvió a jugar con fuego el Mérida. Y hasta se quemó un poquito. Durante fases del partido estuvo a merced del San Juan, que nunca fue peor que el equipo de Bernardo Plaza. Y eso que el Mérida salió como tenía que salir: arrollando. Presionó en campo rival, juntó mucho sus líneas y pisó cada vez que quería el área navarra. De esta forma estuvo a punto de sentenciar la eliminatoria a los siete minutos, cuando Toni, con todo a su favor tras una dejada de Santi Amaro, estrelló el cuero en el travesaño desde el borde del área pequeña. No importaba, por cómo se estaba desplegando el equipo el gol podía llegar más temprano que tarde.
Pero entonces el Mérida dejó de combinar en el centro del campo para, cada vez que recuperaba la bola, lanzar en largo a las espaldas de la defensa del San Juan, a ver si Cristo, Troi y Toni enganchaban alguna. No engancharon ninguna porque no salió ningún pase bien. Y los navarros, que tontos no son, comenzaron a resoplar y, luego, a estirarse. A estirarse tanto que acabaron por darle la vuelta a las sensaciones del partido y siendo superiores al Mérida: Rives lanzó alto y fuerte desde la frontal del área en el 21', Mansilla sacó un centro en la bocana de gol después de que Rives se fuese del mano a mano con Manu en el 28' y el propio Manu atajó un cabezazo del mismo Rives a un metro de la línea de gol en el 43'.
Tras el descanso se volvió a repetir la película del inicio: el Mérida salió arrollando y el San Juan no pasaba de centro del campo. Pero otra vez, como al inicio, la situación fue dándose la vuelta de a poco. Tal vez tuvo que ver con la entrada al campo de Iriguibel en el 54', que reactivó las acciones ofensivas de los suyos. Tanto que una jugada individual suya acabó con el gol de Rives que empataba la eliminatoria en el 61'. El Mérida zozobró, tanto psicológica como físicamente, porque estuvo muerto muchísimos minutos. De hecho, dos minutos después del gol, Manu salvó en un mano a mano con Iriguibel el 0-2. El Mérida era por entonces más individualidades que equipo, o sea que no era nada. Le faltaba fútbol y más presencia ofensiva. Y entonces Bernardo Plaza sacó a Borja y a Sunny. Y, más tarde, a Jorge Caballero.
Y con ese nuevo dibujo, con Javi Chino de pivote y Troi y Borja llevando balones a Cristo, Jorge Caballero y Sunny, el Mérida vivió unos últimos minutos de asedio. Con los dos equipos rotos ya físicamente. Y entonces en el último córner de la tarde, con el equipo extenuado y la afición angustiada, Mansilla levantó la mano y... Ya saben qué pasó.
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