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MANUEL LUIS LUENGO
Sábado, 23 de agosto 2014, 08:40
En el último Campeonato de Europa de atletismo, Extremadura estuvo representada por tres atletas: el llerenense Álvaro Martín, la zoriteña Teresa Urbina y el montijano Javier Cienfuegos. Pero a ellos, bien podría sumarse un atleta que en el estadio Letzigrund de Zúrich alcanzó la gloria: Borja Vivas. Aunque nació en Málaga, el recién coronado subcampeón de Europa de lanzamiento de peso tiene sus raíces en Extremadura, y concretamente en Badajoz. Toda su familia, tanto paterna como materna, es natural de la capital pacense. Como dice Quini, amigo íntimo de la familia, «son de Santa Marina de toda la vida».
Su padre Fernando Vivas, era policía, y por cuestiones laborales la familia tenía que irse trasladando de lugar de residencia. Su hermano mayor sí nació en Badajoz, y su hermana en Gran Canaria. A él le tocó en Málaga, hace 30 años, poco después de que sus padres se instalasen allí.
A pesar de haber nacido en la capital de la Costa del Sol y de que se haya criado entre sus calles, Borja reconoce que no sólo se siente malagueño y que Badajoz es casi todo para él. El hecho de tener unos padres y un hermano que han nacido aquí, le sirve para decir que es casi pacense. «Vivo en Málaga porque obviamente aquí es donde trabajan mis padres y donde me he criado, pero se puede decir que tengo el corazón dividido».
Borja ha pasado en Badajoz muchos de los veranos de su infancia. Aún recuerda los viajes desde Málaga cuando la carretera no estaba arreglada. «Se hacían eternos y parecía que no llegábamos nunca». Además no se olvida de cuando jugaba con sus primos por la avenida de Colón y «hacía un calor tremendo, casi tan parecido al de Málaga».
A pesar de la exigencia y del compromiso que requiere la competición de alto nivel, Borja y sus padres vienen cada vez que pueden a Badajoz. Aquí continúa residiendo casi toda su familia y su abuela paterna, la única que le queda.
Como dice su tío, el radiólogo pacense José María Vivas, Borja suele venir en Navidades a visitar a su gente y también aprovecha cada competición cercana para escaparse a Badajoz. Él fue uno de los familiares que más vibró cuando el lanzador se hizo con la tan ansiada medalla. «Lo viví con mucha emoción, porque lleva persiguiendo algo así más de 10 años». También le gusta resaltar el apoyo y la cercanía del plusmarquista nacional, Manolo Martínez, con su sobrino. «Cuando Martínez estaba en sus últimos años, cogió a Borja de la mano y le ha tratado como a un hijo. Le ha apadrinado. Ha estado incluso en Suiza dándole su apoyo».
Familia unida
Fernando, el padre del lanzador, es también uno de sus mayores apoyos. Dice que su mujer Feli, sus hijos y él, intentan compaginar sus trabajos y vacaciones para coincidir con Borja en las grandes competiciones y poder arroparlo de cerca: «Disfrutamos mucho estando con él y pensamos que a él también le gusta y le anima».
Asimismo, Fernando Vivas se niega a perder sus raíces e insiste en la vinculación de su hijo con la capital pacense. «Su madre y yo somos extremeños de pura cepa, y aunque él es malagueño porque nació y se crió allí, sus genes son de Badajoz y es también extremeño de arriba a abajo».
Por supuesto, no borra de su memoria los veranos que pasaban en Badajoz. Recuerda que cuando Borja era pequeño, iban al río, donde el subcampeón dio sus primeras brazadas. «Dábamos paseos por San Francisco y por Castelar, y buscando siempre la sombra claro, porque en Badajoz, el calor ya se sabe.».
A pesar de la distancia, los éxitos de Borja les valen a él y a su familia numerosas muestras de apoyo y felicitaciones procedentes de la ciudad. «La gente desde Badajoz nos llama, nos felicita, nos menciona en redes sociales e incluso lo hacen personas que ni conocemos», señala Fernando Vivas.
Su fan número uno
Pero si hay una persona que familia y amigos insisten en destacar por el apoyo incondicional, es Maruja Mera, la abuela paterna de Borja. A sus 90 años, es la fan número uno del medallista europeo. Ella conserva todos los recortes de periódico en los que sale su nieto y reconoce que se le pone la carne de gallina cuando recuerda lo sucedido en Zúrich. «Estaba pegada a la tele y no pude contener las lágrimas de alegría. Me acordé mucho de mi marido que murió hace años, que era muy amante de sus hijos y de su familia, y también de mi hijo Santi, un tío de Borja que falleció».
Maruja, la abuela de España como la llama un amigo de la familia, dice que a su nieto le ha gustado siempre Badajoz. «Aunque haya nacido en Málaga, para mí es también extremeño». Recuerda que hace poco, Borja estuvo compitiendo en Lisboa y se pasó por la casa familiar. «Íbamos a salir a comer toda la familia, pero él dijo que no, que tenía que comer las croquetas de su abuela, y le tuve que hacer una fuente, tiene una boquita.», señala riendo la abuela.
La anciana describe a Borja de niño como «un trasto». «Era más malo que un dolor. Como era el pequeño de los tres hermanos, estaba un poquito mimado -ríe mientras habla- y tenía que salirse siempre con la suya».
Recuerda que cuando venía a pasar los veranos a Badajoz, Borja se juntaba con sus primos y se pasaba todo el día para arriba y para abajo con la bici. «Andaba jugando todo el tiempo por Santa Marina, por Colón y por la calle Antonio Ayuso (antes Margarita Nelken), que es donde yo vivo». Como buena abuela, también le preparaba la merienda. «Los bocadillos no te imaginas como eran, enormes, como él». Pero sin duda, en lo que más insiste Maruja es en lo orgullosa que se siente de Borja y lo contenta que está viéndole triunfar. «Merece la pena haber llegado a los 90 años sólo por haberme llevado esta alegría».
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