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Taberna do Adro: «Un restaurante inexplicable»

Taberna do Adro: «Un restaurante inexplicable»

Encantos y desencantos de una taberna cercana a Elvas

Sábado, 17 de mayo 2014, 13:30

No me explico este restaurante. Lo tiene todo y lo pierde todo. No me explico este restaurante portugués llamado Taberna do Adro, situado en Vila Fernando, a 15 kilómetros de Elvas por el último cruce a la derecha partiendo del acueducto. Me lo recomendó un bloguero de viajes de Badajoz de quien me fío. Para ser exactos, no ensalzó su comida, sino su curiosidad. Y es curioso, desde luego, pero podría ser magnífico y lo estropea por descuidado... por inexplicable.

Vila Fernando es un pueblecito blanco y sencillo con casas de planta baja, que también tienen su rareza: en algunas, la chimenea es casi tan grande como el resto del edificio. Y en medio del pueblo, junto a la iglesia, esta Taberna do Adro, que tiene su punto prometedor según te vas acercando. En el exterior, varias mesas de madera invitan a comer al aire libre, o mejor, a cenar porque en estos días soleados y calientes, el mediodía es duro y no hay sombra que refresque.

Al entrar, el encanto de la sala acoge, sosiega y aventura una buena jornada gastronómica. En algún sitio había leído que el servicio era antipático y distante. Creo que no es cierto. Te reciben amablemente, el trato es familiar y te conducen a una de las siete mesas del local, sobre la que se dispone lo mejor de la casa: los entrantes.

Taberna do Adro

Comida

1/5

Atención

3/5

Ambiente

2/5

Nuestra valoración:

Precio:

€€€€

Pero antes de empezar a comer, hay que fijarse en la decoración rústica de platos, detalles y cachivaches de otro siglo, hay que ir al baño para disfrutar con la colección de botecitos de colonia, en el de las señoras, de utensilios antiguos, en el de caballeros. Suena una suave música de fados modernos (Cristina Branco, Mariza, Ana Moura), se acerca la señora a saludar y el joven camarero ofrece la bebida (buena colección de vinos alentejanos) y avisa de que si quieres que retiren algún entrante, no hay problema.

¡Pero cómo vas a rechazar aquella sinfonía de platitos deliciosos! Olvídense de infumables patés de sardinas y de aburridas «manteigas» con sal. Sobre la mesa, buen pan en un saquito, aceitunas comestibles, un queso sublime, un melón sin gracia (lo disculpamos: no es tiempo de melón), un correcto «paio de lombo», unos pimientos asados muy sabrosos y unos trozos de tortilla de patata gigante que están muy ricos. En realidad, parece más un pudin que una tortilla y está hecha con mucho huevo y poca patata, pero se come con placer. Aunque el placer supremo llega de la cocina en forma de tibornas recién hechas: unas rebanadas de pan tostado, untado en aceite y especiado que saben a gloria.

Hasta ahí, todo perfecto o casi perfecto. El problema inexplicable llega con el plato fundamental de la comida. En la Taberna do Adro siempre tienen lo mismo y te dan a elegir entre gallina tostada o con tomate, lomo de cerdo asado o manitas de cerdo con cilantro. Eso no es malo si los platos son buenos. Pero no es el caso.

Pedimos lomo asado y gallina tostada. Llega primero la gallina y aquello parece las sobras desmigajadas de un pollo a punto de formar parte de una masa para croquetas. Pero no nos engañemos, no es pollo es gallina pura y dura, sobre todo dura. El lomo también es fibroso y ambos platos inspiran narraciones quevedescas contando los esfuerzos quirúrgicos realizados en el baño para extraer de entre los dientes las fibras allí alojadas.

Taberna do Adro

  • Dirección Largo João Dias de Deus, 1 (352,77 km)

  • Localidad Elvas

  • Teléfono 351 268661194

  • Horario Cierra los miércoles

  • Terraza

  • ¿Tiene Cruzcampo? No

Pasado el trance de la carne, vuelven los elogios: la guarnición de la gallina y el cerdo son tres deliciosas bolas de migas de espárrago, de patata y de tomate, ya saben, una especie de puré espeso de pan y verduras la mar de rico.

Los postres, también de primera: sericaia, tarta de requesón, bollo de miel y nueces... Después, un licor de ginginha buenísimo, un café café y una cuenta (18 euros por cabeza) presentada de manera original, ideal para guardar en un romántico diario de viajes. Y me pregunto yo: ¿por qué estropean con la gallina y el cerdo una comida que empieza muy bien y acaba sublime?

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