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¿Qué ha pasado hoy, 9 de marzo, en Extremadura?
Un bombero forestal trabajando en la extinción de ayer por la tarde en Oliva de Plasencia. :: Andy solé
Un incendio en Oliva de Plasencia obliga a desalojar naves  y viviendas

Un incendio en Oliva de Plasencia obliga a desalojar naves y viviendas

El viento cambiante durante la tarde complicó la extinción de un fuego que rodeó el pueblo

REDACCIÓN

Martes, 19 de agosto 2014, 00:28

Jesús González descolgaba ayer por la tarde el teléfono del bar Cáparra resoplando. «Aquí hemos pasado mucho miedo».

Lo decía a las ocho y media de la tarde. A esa hora ya no sentía la amenaza de las llamas cerca del pueblo, una angustia que se extendió entre los poco más de trescientos vecinos casi tan rápido como las columnas de humo.

En Oliva fue ayer uno de esos días que se recordará durante mucho tiempo: aviso por la megafonía del Ayuntamiento para mantener la clama, desalojo de las naves llevándose a la carrera animales y vecinos peleando codo con codo con los retenes para evitar que las llamas saltaran de una carretera a otra.

El resultado, según las primeras estimaciones de la Junta, hablan de más de trescientas hectáreas de pastos y matrorral quemadas alrededor del pueblo. Pero el susto lo lleva cada uno por dentro.

Sobre todo los vecinos que viven más a las afueras y que tuvieron que dejar sus casas por precaución a mediodía. Afortunadamente, pudieron volver a final de la tarde sin problemas. En mitad del nerviosismo hubo qu atender a una señora por un ataque de ansiedad, según cuentan efectivos que trabajaron en el siniestro.

También fue una tarde complicada para los ganaderos. Muchos tuvieron que sacar a vacas y caballos ante la proximidad del incendio. En este desalojo, un ganadero perdió a dos terneros recién nacidos que quedaron redeados por las llamas, aunque el recuento definitivo de bajas no se ha cerrado porque las cabezas que pastaban en las fincas corrieron en estampida asustadas.

De la causa que prendió el pasto poco se sabe, ahora se inicia la investigación, lo que sí se conoce es que se originó a las diez y media de la mañana en una cuneta cercana al puente de la Garganta, en la carretera de Salamanca. De allí fue propagándose y quemando pastos. Durante las primeras se llegó a controlar y todo apuntaba a que se extinguiría sin problemas, pero la situación se complicó con el viento, que reavivó de nuevo las llamas.

Los efectivos que trabajaron en la extinción tuvieron que sortear durante toda la tarde los cambios de viento mientras que en el pueblo crecía la incertidumbre al ver que las llamas se aproximaban a las viviendas. El papel de los helicopteros fue crucial. Gracias a las muchas fincas con charcas podían carga y descargar en poco tiempo. Más tarde se sumó el hidroavión. En total diez efectivos aéreos, siete camiones y trece retenes consiguieron domesticar el incendio hasta que a las cinco de la tarde se controló por completo. Los vecinos tampoco se quedaron de brazos cruzados, además de salvar sus animales y sus vehículos, trazaron cortafuegos con los arados de los tractores y vigilaron el perímetro de las llamas. A las seis de la tarde se dio por concluido, aunque tres retenes se quedaro toda la noche.

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