Borrar
Calle San Pedro, llegando a la plaza de San Juan, punto neurálgico de Cáceres. :: lorenzo cordero
El pijo barato

El pijo barato

Menacho resiste como puede mientras Pintores no levanta cabeza

J. R. Alonso de la Torre

Miércoles, 29 de octubre 2014, 08:01

Cuando Javier Krahe venía a cantar a Badajoz, se alojaba en el hotel Cervantes y Fernando Utrera, gerente de la sala Mercantil, se iba con él de copas, cerraban los bares y acababa llevándolo al Cervantes y arropándolo en su cama para dejarlo tranquilo y dormidito. Ahora, los músicos que vienen a las salas duermen en el hotel San Marcos, y en él me alojo yo también cuando voy a Badajoz porque es barato, es cómodo, es céntrico, me tratan con cariño, las tostadas con aceite del desayuno están muy buenas y, además, duermes rodeado de artistas.

El fin de semana pasado, mientras veía en el bar del hotel el Madrid-Barça, no dejaban de pasar por allí chicas rubias y delgadas como suspiros. ¿Cómo era posible tal concentración de ayes? Sencillo: eran patinadoras artísticas que estaban en Badajoz para un campeonato.

En contraste con ellas, se movían por el hotel unos tipos modernos, barbudos y con aire inconfundible de artistas. Eran Jero Romero y sus músicos, que venían a tocar a la sala Aftasí y entretenían los desayunos hablando de productoras y grabaciones. Todo muy comedido y normalito, no como aquella vez que tocaron Los Delinquentes en la sala Mercantil y durante la noche reventaron el hotel tocando la guitarra hasta el amanecer.

El San Marcos es muy útil para pasear por el centro de Badajoz. ¿Y qué es el centro? Pues el centro neurálgico de las dos capitales extremeñas es el lugar donde se afanan captando socios los chicos y las chicas de ACNUR, la agencia de la ONU para los refugiados. Se trata de un grupo de jóvenes entusiastas, que abordan a los viandantes, mantienen con ellos unas charlas muy divertidas, al menos eso parece por las risas y el desenfado, y luego los asocian o no.

Estos chicos de ACNUR tienen una especial intuición para colocarse en el punto urbano por donde más gente pasa. En Cáceres se ponen donde la calle San Pedro se convierte en plaza de San Juan. En Badajoz escogen el punto más abigarrado de la calle Menacho. Curiosamente, en ambos lugares están dos negocios hosteleros muy frecuentados y de moda. A saber, en Cáceres, Monte Bianco, una cafetería-pastelería de toda la vida. En Badajoz, Granier, una cafetería-panadería (tienen 42 tipos de pan) que ha abierto donde antes estaba Uterque, la tienda más fina y exclusiva de Inditex.

Mientras en Cáceres, Pintores, la calle comercial por excelencia, languidece y agoniza, con negocios que cierran y no reabren; en Badajoz, Menacho resiste, al menos a simple vista.

Me ha llamado la atención que los nuevos comercios de Menacho apuesten por una línea de moda que me hace gracia: la ropa barata para pijos: el pantalón chino de ocasión, la 'barbour' de imitación a mitad de precio, la americana entallada de bolsillo derecho bajo la tetilla a 120 euros en vez de a 300. Menacho se las ingenia y aguanta mientras en Cáceres, solo la apuesta de la calle Moret, paralela a Pintores, por la gastronomía y la originalidad (megabocatas, ecoferias), parece apuntar al futuro.

¿En Cáceres se tapea y en Badajoz se compra? Puede ser. Desde luego, el sábado, en Primark, vi a más cacereños comprando que cualquier sábado en Pintores. Fui a por un pijama-disfraz para mi hijo treintañero. Son pijamas de lana del Pirineo, abrigan como nada y cuestan tres euros. Le compré uno de canguro, pero me pareció tan confortable que me he quedado con él. Me lo pongo para escribir, para leer, para ver la tele y para dormir la siesta. A veces, si paso frente a un espejo, me siento ridículo. Pero lo supero. Es más auténtico ir de canguro que de pijo barato.

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

hoy El pijo barato