Reformator para todo

Las crisis económicas tienen su parte buena: nos obligan a plantearnos las cosas desde puntos de vista que ni imaginábamos que alguna vez pudiéramos tener. Las crisis, en fin, nos empujan a ser de otra manera, algo que ya no se dice así, sino empleando un verbo de moda que lo explica casi todo: reinventarse.

Quién nos iba a decir que los restaurantes de lujo se convertirían en taperías y que los menús largos y estrechos de 50 euros acabarían convertidos en medios menús de 4 euros. Cómo imaginar que las tiendas convertirían cada día de la semana en una jornada de rebajas empleando el truco de nombrarlos en inglés, el black friday, o de adjetivarlos y presentarlos de manera llamativa: Los días de oro, Los días locos, The perfect weekend, La maratón de ofertas, El día sin IVA, La semana de las marcas, Ofertas flash, La semana de la mujer o, como he leído en un escaparate: Liquidamos porque queremos.

De la anterior crisis fuerte, la de los años del hambre, nos han quedado costumbres inveteradas. Por ejemplo, que si se cae el pan hay que recogerlo, persignarse con él y seguir comiéndolo o que tomar tres huevos el mismo día puede llevarte a Urgencias.

No sé qué nos quedará si salimos de esta. ¿Se mantendrá el black friday, desaparecerá el medio menú, dejarán de ofrecernos por cinco euros un cubo lleno de cervezas con una ración de rabas y otra de salchichitas, podremos viajar en avión por 20 euros o en bus a Sevilla por cinco?

Una de las reinvenciones por crisis que más me llaman la atención es la de las empresas de albañilería y derivados. Hace diez años, si se montaba una constructora, fuera grande o pequeña, se solía llamar con el nombre o el apellido de sus orgullosos fundadores: Constructores Blas, Excavaciones Saavedra, Construcciones Clemente y Matías, Durán y Moreno S.L., Promociones Herminio.

Eso se ha acabado. Ya no mola. Con la crisis, las constructoras y empresas de arreglos y reformas se reinventan también y apuestan por nombres sonoros y divertidos. Me encanta ir paseando y encontrarme las furgonetas de estos ocurrentes reinventores de sí mismo. La empresa más conocida quizás sea maridoparatodo.com, que juega con la gracia de proponerse como la pareja, ideal e imposible, capaz de acabar con cualquier inconveniente. Pero también nos podemos encontrar con A Puntapala Construcciones y Reformas, cuya sede está en Malpartida de Cáceres, o con Reformas Anticrisis, una empresa que es toda una declaración de intenciones desde su nombre.

Por las calles de los pueblos y ciudades de Extremadura circulan furgonetas que presentan a su dueño como una auténtica máquina de obrar y construir, es el caso de la empresa Reformator, que no solo nos sugiere que reforma como un coloso, sino que nos induce a asociarlo con el film de Schwarzennager y a creer en un milagro: que acabará rápido, o sea, Reformator y Terminator. El señor Reformator responde al familiar nombre de Marco, lo cual explica la necesidad de imaginar para registrar su empresa. Hay que reconocer que no es lo mismo ofrecerse como Reformator que presentando una tarjeta donde ponga Reformas Marco.

Aunque no crean que todo es hiperbólico y potente tipo A Puntapala, Maridoparatodo y nombres así de llamativos. El lirismo también llama al gremio de chapuzas, reformas y albañilería. En Mérida, encontré la otra mañana la empresa extremeña más poética de la construcción y derivados. Se llama 'El poeta del frío'. Mérida es muy especial en esto de los arreglos y las instalaciones. Ya en los años 60 había un taller de electricidad y electrónica que respondía al sugerente nombre de "El sanatorio de la radio". Ahora, retorna la originalidad, esta vez con una vena tan poética que, cuando llega el verano, llamas a este 'poeta del frío' y no sabes si te va a instalar un acondicionador de aire o a recitarte un soneto que te dejará helado. En fin, reinvenciones de la crisis.