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Álvaro Jiménez, alcalde de Aldehuela del Jerte:: PALMA
Alcaldes extremeños que viven en casa de los padres

Alcaldes extremeños que viven en casa de los padres

Cuatro jóvenes que no han llegado a los treinta y son primeros ediles de su pueblo cuentan cómo les va

J. López-Lago

Domingo, 20 de septiembre 2015, 00:26

En Extremadura hay muchos alcaldes que han arrebatado el poder de su pueblo al anterior partido político o bien han revalidado mandato mejorando sus resultados anteriores. Pero solo una minoría, además, no tiene hijos, vive aún con sus padres y tienen veintitantos años. De hecho, los hay que mantienen fotos recientes de botellón en las redes sociales.

Inevitablemente, los alcaldes más jóvenes de la región también han comprobado cómo en su grupo de amigos han tenido que aguantar más de un vacile al empezar a tratar con la persona que manda en el pueblo.

Uno de ellos, Javier Villar, de Esparragosa de la Serena (1.055 habitantes), lo dice abiertamente: «Ahora me tengo que cortar un poco más para no dar mala imagen pues cualquier tontería te puede traer problemas». Nació el 10 de marzo de 1990, tiene 25 años y ahora mismo es el regidor más joven de la región.

Algunos llegaron a la política desde el paro y todos coinciden en su sorpresa por la rivalidad encarnizada entre partidos con la que se han topado en su nueva etapa.

Ismael Higuera Clemente, de 26, estudió la carrera en Cáceres y hace unos meses algunos de sus antiguos compañeros de piso se enteraron de que era alcalde de Fuenlabrada de los Montes, un pueblo de la Siberia de 1.930 habitantes. «Con aquella noticia se quedaron flipando, aunque a algunos de mi entorno más cercano ya les comuniqué que me presentaba. Siempre hay alguno que te dice que estoy loco, que como me meto ahí (...). Ahora hay mucha gente a la que recibo en el despacho que le choca que sea tan joven», dice este joven nacido en 1989 que cumplió los 26 años el 20 de agosto y que nunca antes se había dedicado a la política.

«Me lo propuso la agrupación local del PSOE y me sorprendió un poco. Yo creo que buscaban un perfil joven porque una de las veces que ganó el partido en mi localidad, en 1999, el candidato tenía una edad parecida. Buscaban a alguien formado y me lo plantearon en octubre de 2014. Entré en una época de asimilación y rápidamente cambié el chip, dejé de buscar trabajo y empecé a estudiar cosas de política, sobre cómo abordar unas elecciones y las necesidades de mi pueblo».

A un mes de elecciones la secretaria de organización, Marisol Mateos, lo telefoneó. Junto a los pesos pesados del partido, como Ibarra, Vara o el propio Pedro Sánchez, querían que él diera un discurso en el Día de la Rosa, una fiesta socialista que iba a tener lugar en Casar de Cáceres. Lo eligieron porque era el candidato más joven. «Pero luego me vino un chico que era candidato en Saucedilla, Cristian, y me preguntó la edad. Yo tenía 25 y él tenía 21 años, y entonces pensé que me podía haber ahorrado el marrón, aunque me vino bien como rodaje pues no estoy acostumbrado a hablar en público».

Cristian no lo consiguió, pero el pasado 24 de mayo Ismael arrebató la alcaldía de su pueblo al Partido Popular, que también usó la misma estrategia poniendo a un candidato joven, aunque en este caso menor de 40 años.

A Javier Villar, alcalde del PP en Esparragosa de la Serena, le inspiró el presidente de su partido, José Antonio Monago. Solo había asistido a algunos plenos anteriormente y dice que le parecieron interesantes. Después se metió por un breve periodo de tiempo en Nuevas Generaciones con el fin de conocer mejor el partido por dentro. «Cuando conocí a Monago, su cercanía me sirvió de inspiración», dice. La última vez que estuvo con él fue en enero, cuando acudió como presidente de la Junta de Extremadura a visitar una bodega cercana. Después asistió a una comida-mitin en Zalamea de la Serena y en apenas cinco meses se convirtió, a los 25 años, en el alcalde de menor edad en Extremadura.

«Me llamó la atención convertirme en alcalde porque mucha gente me decía que no iba a salir pues aquí hay mucha tradición socialista. Al final sacamos cinco concejales, uno más que el PSOE, y creo que fue porque me apoyó la juventud». Su rival en las últimas elecciones tenía más de sesenta años.

Se ofreció él mismo

En realidad, Álvaro Sánchez Cotrina, del PSOE, empezó a mandar antes en la localidad cacereña de Salorino, con 24 años. Ahora, con 28, acaba de revalidar mandato arrasando a la oposición tras obtener en las últimas elecciones seis de los siete ediles en juego en este municipio de 700 vecinos.

Estudió la diplomatura de gestión y administración de Derecho en Cáceres y cuenta que se interesó por lo público cuando empezó a trabajar como agente de desarrollo local.

Para alcalde se ofreció él mismo. «Vi modelos que se podían trasladar a mi pueblo y me fue picando lo de entrar en política. Yo había votado al PSOE, como se ha hecho siempre en mi casa, así que un día me presenté en la agrupación local y dije que no me importaría encabezar la lista siempre que me dejaran hacer mi propio equipo. La verdad es que los compañeros fueron bastante generosos e hicimos una campaña muy a pie de calle para ganarnos la confianza de la gente».

Solo lo supera en precocidad Álvaro Jiménez, del PP, que con 23 años empezó a presidir la corporación municipal de Adehuela del Jerte (380 habitantes) hace cuatro años. También acaba de revalidar mandato mejorando sus resultados de 2011.

Para él todo empezó cuando hace cuatro años acudió con tres amigos del pueblo a una reunión del partido en la que pretendían completar la lista candidata.

Lo conocieron mejor y le pidieron que la encabezara él, pasando de un puesto más allá del cinco a ser el número uno. Casi sin tenerlo previsto, su cara ya ocupaba el cartel electoral. «Cuando me lo ofrecieron yo estaba estudiando Ingeniería Mecánica en Béjar, pero me quedaban pocas asignaturas y me animé. Fue una decisión espontánea porque tampoco soy muy político. De hecho, la campaña fue mínima, un mítin el día que me dijeron, la pegada de carteles y ya está. Cuando me volví a presentar en 2015 fue porque había proyectos en marcha que no quería tirar por la borda, por ejemplo el arreglo de la piscina».

En Extremadura el precedente más conocido de esta cantera de alcaldes es Miguel Ángel Gallardo, que llegó a regidor de Villanueva de la Serena, en este caso una de las grandes poblaciones extremeñas, y sacó mayoría absoluta con solo 23 años. Ahora mismo es el presidente de la Diputación Provincial de Badajoz.

Sin embargo, de entre los jóvenes alcaldes actuales solo en uno se reconoce cierta ambición política. Sería el caso de Álvaro Sánchez, el joven edil de Salorino que en esta legislatura ya es además diputado provincial en Cáceres. Está al frente del área de Juventud, Deporte y Cultura. Cuando el secretario general de su partido, el ahora presidente autonómico Guillermo Fernández Vara, lo visitó en la campaña de 2011 para darlo a conocer hablaba de él como una promesa.

Álvaro Jiménez, por contra, está más atento a su futuro en el ámbito privado. «Yo en realidad no quiero ni dedicarme a la política en el futuro ni escalar puestos en el partido, solo pretendo ayudar al pueblo, pero vivir de lo mío», dice este alcalde del Jerte que trabaja por las mañanas en una empresa de conducciones de agua y atiende la gestión municipal por las tardes, por lo que cobra por diez horas a la semana, «aunque luego al final echas muchas más», precisa.

Antes de convertirse en alcalde Javier Villar estudiaba un grado superior de electricidad y después pasó a una escuela taller, si bien cuando decidió apostar por la política local se encontraba buscando trabajo, igual que el socialista Ismael Higuera.

Sin emancipar

Pero si hay una ventaja que tienen todos ellos para aprovechar mejor la jornada es que aún no se han emancipado. Todos estos alcaldes viven aún con sus padres, algunos incluso con sus hermanos, todos bajo el mismo techo.

«Es que mi madre no quiere que me vaya», dice Ismael Higuera, de Fuenlabrada de los Montes y que antes de empezar a presidir los plenos solo había visto uno.

Primero se diplomó en Empresariales en Cáceres, después terminó en Badajoz la licenciatura de Administración y Dirección de Empresas, hizo un máster en Madrid y cuando le propusieron encabezar la lista del PSOE en su pueblo aún no había encontrado un empleo acorde a sus estudios y trabajaba ayudando a sus padres, que son apicultores.

Aunque en Cáceres use un piso de alquiler, el alcalde de Salorino, también vive allí con sus padres, igual que el primer edil de Esparragosa de la Serena, Javier Villar, que comparte casa además con sus tres hermanos. «Lo hago porque estoy a gusto, si no, me iría», dice. En el caso de Ismael, no solo vive con sus padres y sus hermanos sino que además tienen a una prima en casa.

Falta de picardía

A todos les preocupa la creación de empleo en su localidad y los cuatro tienen un equipo de jóvenes detrás, con varios concejales en puestos de responsabilidad por debajo de los treinta años.

Para Ismael Higuera, de Fuenlabrada de los Montes, en los apenas cuatro meses que lleva como regidor de su pueblo reconoce que la experiencia está siendo positiva, y subraya que está aprendiendo mucho. Mejorar la sanidad local para que los niños vuelvan a ser atendidos en el pueblo, y fomentar el empleo atrayendo actividad privada a la zona son ahora mismo sus prioridades.

A Álvaro Jiménez, el alcalde popular del Jerte, lo que más le ha sorprendido desde que entró en política ha sido la rivalidad. «Solo por ser de otro partido algunos se oponen a muchas ideas, y yo digo que qué más da quién haga las cosas». En su opinión, una de las cosas que aportan los jóvenes es «la falta de picardía, que creo que en política debe sobrar muchas veces, y la dedicación que tenemos».

Por su parte, Javier Villar ya ha comprobado lo complicado que es mandar. «Este cargo era más o menos como lo esperaba, pero he visto que hay gente que intenta aprovecharse del Ayuntamiento. Te dicen que les falta para comer y luego ves que se acaban de comprar un coche nuevo. Son muchos los quebraderos de cabeza, entre otras cosas porque eres alcalde las 24 horas del día».

Entre sus decisiones más recientes figura cambiar la ubicación del botellón y acercarlo al pueblo. «De ese modo a los bares les va mejor y así hay más relación entre los jóvenes y los mayores», explica.

«Yo creo dice Sánchez Cotrina, de Salorino que la primera vez que me votaron lo hicieron por la ilusión que transmitía el equipo, que era muy heterogéneo y con representantes de todos los colectivos. Había ganas de cambio y de acabar con la crispación que había en el pueblo y quizás una persona nueva y joven les dio confianza. Votó más del 90 por ciento. A partir de entonces hemos contado siempre con todo el mundo y hemos fomentado mucho la participación».

Para los cuatro, escuchar a sus vecinos, coinciden, es la ayuda más valiosa, pues son conscientes de que la falta de experiencia en la vida se puede suplir teniendo en cuenta a todo el mundo.

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