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José Enrique Chacón, en el departamento de Matemáticas de la UEx, en el campus de Badajoz. :: arnelas
El extremeño que sienta cátedra en la profesión con menos paro

El extremeño que sienta cátedra en la profesión con menos paro

José Enrique Chacón, matemático, ha pasado medio año explicando sus investigaciones en universidades de Estados Unidos

Ángela Murillo

Lunes, 26 de octubre 2015, 00:14

No todos los cerebros brillantes emigran al extranjero. Algunos nacen, crecen y se desarrollan en la región. El matemático José Enrique Chacón Durán (Badajoz, 1977) pasea por el mundo investigaciones alumbradas en la Universidad de Extremadura. Este curso ha vuelto a casa tras pasar medio año en Estados Unidos y ahora cuadra la agenda de 2016 para viajar a Suiza, Alemania y Hong Kong, donde ha sido invitado a varios congresos científicos. Deja atrás las olas de frío de 20 grados bajo cero sufridas en Pensilvania y regresa por una temporada a su tranquilo despacho, parcamente adornado con un póster de la dehesa.

El matemático pacense quería crecer y puso el punto de mira en la Universidad Carnegie Mellon de Pittsburgh, referencia mundial en su campo de investigación, la estadística no paramétrica y el análisis de subgrupos. «Esta disciplina consiste en encontrar, en una nube de datos, subclases de observaciones relacionadas entre sí. Sirve por ejemplo para hallar distintos subtipos de cáncer a partir de análisis clínicos de los pacientes». El extremeño seguía con interés los trabajos del profesor Larry Wasserman, muy relacionados con los suyos. «Me percaté de que conocía mis investigaciones y algunos de sus artículos incluso me citaban. Así que me lancé a escribirle personalmente y empezamos a dar forma a mi visita».

A pesar de compartir enfoque científico, Chacón percibió pronto diferencias en el entorno universitario. Al otro lado del charco «todo el mundo está a tope, hay muchas reuniones y los departamentos manejan presupuestos de hasta un millón y medio de dólares para investigar». Nada que ver con la modesta dotación económica de la UEx. Un año de matrícula en la universidad privada Carnegie Mellon cuesta unos 35.000 dólares y los alumnos no son admitidos así como así. Apunta otra divergencia. «Aquí no se valora tanto que alguien llegue de fuera y ponga el nombre de la Universidad de Extremadura en sus publicaciones». Nada que ver con esas facultades árabes y americanas que si hace falta tiran de talonario para contar en sus claustros con prestigiosos catedráticos.

Además de trabajar duro, el extremeño tiene claro que para dar a conocer al mundo sus investigaciones, hay que «moverse mucho, participando en congresos (ya lleva visitados más de 40 en universidades de todo el mundo), publicar bastantes trabajos (ha firmado más de una veintena), y entablar suficientes contactos». Esta fue una de las razones de embarcar a su familia rumbo a Estados Unidos tras serle otorgada una beca Salvador de Madariaga. Una vez allí, fue invitado a impartir seminarios en otras universidades de Washington y California, e incluso le propusieron hacer un libro. «Un editor ejecutivo me encargó elaborar una recopilación junto a otro coautor». Aunque el balance fue fructífero, no olvida el sinfín de trámites previos. Su esposa es profesora de matemáticas en el instituto de Santa Marta de los Barros y tuvo que pedir una excedencia; hubo que preparar visados; buscar casa, colegio para su hijo de seis años y guardería para la pequeña de tres; solicitar aquí permiso al Rectorado; y comprimir un curso completo en un cuatrimestre para impartir toda la materia a los alumnos.

Nada fácil teniendo en cuenta que da clase en el centro universitario de Mérida y en la Facultad de Ciencias de Badajoz. En la capital autonómica se encarga de varias asignaturas en los grados de Ingeniería Geomática y Topografía, Informática, Telemática y Diseño Industrial. Allí también es docente en el máster en Investigación, en Ingeniería y Arquitectura. En Badajoz es profesor del máster de Ciencias y en el Grado en Estadística. Reconoce que esta parte es la que menos le motiva de su trabajo, y mucho menos «corregir» a los alumnos. «Todos los profesores comenta tenemos obligaciones de docencia y gestión, pero mi verdadera vocación es investigar».

Además de esta nutrida experiencia como docente, Chacón cuenta con bastantes méritos en su currículo de 20 páginas. Empezó a cosechar éxitos ya en su época de estudiante. Fue nombrado alumno distinguido en las licenciaturas de Matemáticas y Estadística, reconocimiento que en 2004 coronó con el Premio Extraordinario de la licenciatura, antesala de un sobresaliente cum laude por su tesis doctoral sobre estimación de densidades. Por si fuera poco, ama la música y pasó un buen puñado de años en el conservatorio hasta obtener el título de profesor de piano.

Ganarse la vida

A diferencia de la trayectoria del experto pacense, otros matemáticos y estadísticos se ganan la vida fuera de la docencia y la Universidad. De un tiempo a esta parte han recalado en muchos ámbitos. Les buscan los bancos; se les necesita en biogenética para estudiar nuevas fórmulas contra el cáncer; hallar métodos para mejorar tiempos de reparto de mercancías; o prever comportamientos de la audiencia ante estrategias de marketing. No es de extrañar que sean los profesionales que sufren menos el paro. Sólo un 5,7 por ciento carece de empleo, según la última encuesta de población activa del INE. «Las empresas aprecian mucho nuestra forma de pensar. Somos muy rigurosos, cuadriculados», como se describe a sí mismo. Según él, se debe a que saben «organizar bien las ideas para razonar de forma lógica, clara y precisa. Y eso hace que nos podamos adaptar a muchas situaciones, y seamos muy versátiles».

A pesar de estas inmejorables expectativas de inserción laboral para los licenciados en Matemáticas y Estadística, las orlas de la UEx parecen ajenas a este fenómeno y siguen mostrando promociones con más fotos de profesores que de alumnos.

Otro campo en auge es el big data y las técnicas de minería de datos. «En esta época apunta Chacón, en la que nos vemos desbordados por la cantidad de datos disponibles, va a ser cada vez más importante para las empresas contar con científicos de datos que sepan sacar partido a la avalancha de información». Él no descarta tender lazos con entidades privadas, pero no se plantea dar un giro a su carrera. «En mi grupo de investigación concluye siempre hemos estado abiertos a hacer colaboraciones puntuales con las empresas».

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