

Secciones
Servicios
Destacamos
FRAN HORRILLO
Lunes, 30 de noviembre 2015, 00:05
Otto y Amelie no pueden evitar quedarse ensimismados mientras observan con sus prismáticos el elegante vuelo de unas aves que han volado más de 4.000 kilómetros para llegar a su paraíso invernal: Extremadura. Este matrimonio alemán admite que observar los desplazamientos diarios de las grullas, desde las áreas de alimentación hacia los dormideros donde se concentran por las noches, supone una experiencia única para apasionados del mundo ornitológico que lo contemplan por primera vez.
A escasa distancia del Parque Periurbano de Conservación y Ocio 'Moheda Alta', en Navalvillar de Pela, en las parcelas de arroz de las traseras de la charca de Gorbea, está uno de los dormideros de grulla común más grandes que existen. Puede acoger más de 10.000 aves en algunos períodos. Se debe a la alternancia entre dehesa y regadío en sus 120 hectáreas.
Por eso, este fin de semana se ha celebrado el Festival de las Grullas, que ha coincidido, además, con el Día de las Grullas en Extremadura que también organiza Adenex desde hace ya 24 años. La jornada pretende divulgar la importancia de nuestra región para estas aves migratorias y la cita tuvo lugar en el Parque Periurbano de Conservación y Ocio 'Moheda Alta'. La previsión era que se acercaran hasta este lugar unos 3.000 aficionados a las aves, un atractivo que no se quiere desaprovechar. Por eso se han programado visitas a los dormideros de estas aves, rutas ornitológicas senderistas, rutas en bicicleta y bus, espectáculos de animación para niños, talleres y una recreación de la fiesta de Interés Turístico Regional 'La Encamisá'.
Para asistir al mismo, la Dirección General de Turismo de la Junta de Extremadura ha puesto a disposición de los visitantes autobuses para viajar a la Dehesa Moheda Alta, que partieron de Badajoz, Cáceres, Plasencia, Trujillo, Villanueva de la Serena, Don Benito y Mérida, ofertan do un total de 250 plazas.
Un hervidero
El fin de semana Pela ha sido un hervidero de personas. No obstante, este trasiego es normal durante todo el invierno, indica la responsable del centro de interpretación existente en Moheda Alta, Ana Isabel Moreno: «Aquí todos los días viene gente. En octubre hemos tenido excursiones de Madrid, Málaga, Cuenca, Tarragona, Galicia. Y luego suelen venir muchos extranjeros, de Alemania, Francia, Inglaterra, Holanda o Suecia. Muchos de ellos vienen siguiendo a las grullas e incluso acaban en Marruecos».
El centro de interpretación de Moheda Alta cuenta con tres salas: una audiovisual, otra dedicada a la grulla que expone una familia a tamaño real y otra sobre la dehesa.
Como indica Moreno, desde el mes de octubre se ven surcando los cielos extremeños a estos grupos de aves que vuelan en grupo dibujando una especie de 'V'. La bandada es además muy reconocible al oído gracias a su característico graznido.
Las grullas empiezan a arribar a Extremadura y se incrementa progresivamente su número hasta alcanzar la máxima población entre diciembre y enero. Las llegadas más tempranas se producen en las primeras semanas de octubre y las últimas aves aguantan hasta mediados de marzo. Hay ejemplares que no migran y que permanecen aquí durante el verano, pero suele tratarse de una minoría de aves débiles, enfermas o con alguna lesión.
Proceden de sus zonas de reproducción, áreas pantanosas en el norte de Europa, en de países como Suecia, Noruega, Finlandia, Letonia, Polonia o Alemania, y viajan hacia la Península Ibérica en busca de un invierno más suave y llevadero. Se estima que en torno a 139.000 ejemplares pasen los próximos tres meses en Extremadura, de los que más de 80.000 eligen la zona centro de la región. Suman casi el 40% de la población europea occidental y más de la mitad de la población española de grullas. Y es que, la comunidad autónoma extremeña es la principal área de invernada para las grullas comunes europeas en su migración.
A comienzos de la primavera efectúan sus danzas y a finales del verano, cuando detectan una disminución en las horas de sol, inician la migración invernal hacia el sur. Las familias de grullas, con sus pollos nacidos el verano anterior, pasan el invierno alimentándose de bellotas en las dehesas, aunque también comen en los cultivos de cereal de secano, donde buscan las semillas de trigo, cebada y avena, mientras que en los rastrojos de regadío optan por las semillas de arroz y maíz. Al anochecer, los bandos de grullas regresan a los dormideros situados en tranquilas y apartadas orillas de los embalses extremeños,
Su número puede experimentar cambios cada temporada, ya que la cantidad de aves que llegan a Extremadura está estrechamente relacionada con las condiciones climatológicas imperantes y la disponibilidad de recursos. Los inviernos duros pueden provocar que las poblaciones que suelen invernar más al norte, especialmente en Francia (Las Landas, Lac du Der-Chantecoq) y Gallocanta (Aragón), vuelen hasta Extremadura. Del mismo modo, los inviernos suaves reducirían la presencia en la región en favor de zonas más norteñas.
La grulla común (Grus grus) es un ave zancuda incluida en el Catálogo Regional de Especies Amenazadas de Extremadura y catalogada como especie 'de interés especial'. Se trata de un ave de tamaño grande y silueta estilizada, con cuello y patas muy largas y plumaje grisáceo. El adulto presenta la cabeza negra, con una zona roja en el píleo de piel desnuda y una franja blanca que se dirige desde detrás del ojo hasta la parte posterior del cuello.
Degradación de las dehesas
Jesús Valiente, de Adenex, recuerda que su asociación lleva desarrollando el Programa para la Conservación de los Hábitats de Invernada de la Grulla Común en Extremadura desde 1998, y ha establecido con el apoyo de la Unión Europea (UE) la primera Red de Reservas Biológicas para las Grullas en España en las mejores áreas de invernada. Sin embargo, quiere llamar la atención sobre la degradación de las dehesas: «Las grullas europeas eligen mayoritariamente Extremadura porque su hábitat fundamental en invierno son las dehesas de encinas y aquí encuentran un alimento que conocen bien desde hace miles de años: la bellota. Sin embargo, los cambios producidos en la agricultura en las últimas décadas han modificado el paisaje de amplias zonas de nuestra región, aportando a las grullas un alimento muy abundante y fácil de obtener: maíz y arroz, que se encuentra desperdiciado en los rastrojos tras la cosecha mecanizada. Esta forma de alimentación 'artificial', en las extensas rastrojeras de cultivos de regadío, ha variado en los últimos años la distribución invernal de las grullas en Extremadura, produciéndose enormes concentraciones en áreas como las Vegas Altas del Guadiana y disminuyendo su número en muchas localidades tradicionales. Al mismo tiempo, las dehesas de encinas sufren un proceso de degradación, con escasa o nula regeneración del arbolado. Además, para el desarrollo de los regadíos que hoy se cultivan con maíz y arroz se han arrancado en los últimos años miles de hectáreas de encinar. Pero no hay que olvidar que el futuro de las grullas en Extremadura va a seguir dependiendo de nuestras dehesas de encinas».
Por eso, Valiente advierte: «Los cultivos de estos productos que hoy favorecen a las grullas, ofreciéndoles abundante alimento, pueden cambiar muy pronto, dependiendo de las tendencias de la Política Agraria Común de la UE. Cuando estos territorios se empiecen a cultivar con otros productos, las grullas necesitarán su hábitat invernal original, que es también el hábitat fundamental de los extremeños y que tenemos la obligación de preservar para las generaciones venideras».
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Favoritos de los suscriptores
Recomendaciones de HOY
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.