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Dos garrafas de cuatro kilos de garbanzos valencianos sobre el pilón de una fuente del pueblo.
El garbanzo mágico

El garbanzo mágico

En Valencia del Ventoso dicen cosechar legumbres prodigiosas

J. R. Alonso de la Torre

Miércoles, 16 de diciembre 2015, 07:28

Los mejores garbanzos del mundo son extremeños y ya tenían fama hace más de un siglo. Los mejores garbanzos del mundo son de Valencia del Ventoso y doy fe de su calidad porque me compré varias garrafas de cuatro kilos, se los he regalado a medio Cáceres y todos los días recibo parabienes y agradecimientos por tan sutil regalo. Y no es pitorreo, que ya sé que una garrafa con cuatro kilos de lo que sea es de todo menos sutil pero... ¿Y el garbanzo que contiene? ¡Ay el garbanzo! Grande, de piel lisa, harinoso, absorbente hasta el punto de que masticas y no comes una legumbre, comes todo lo que se coció con ella.

En 1910, el Diario de Huelva ya anunciaba dónde se encontraba el mejor garbanzo. En su edición del 3 de agosto, un avispado comerciante extremeño proclamaba su riquísima mercancía: «Miguel Macías Perulero. Valencia del Ventoso (BA). Exportador de cereales y legumbres y del legítimo garbanzo fino de Extremadura». Un lujo de legumbre que se vendía al nada módico precio de una peseta el kilo.

Cuentan las crónicas que los garbanzos de Valencia del Ventoso triunfaron cuando en el siglo XIX subió mucho el precio del pan y del trigo, por lo que se convirtieron en un alimento base. Y parece ser que a los viajeros que hacían la ruta de Badajoz y Mérida a Sevilla y Huelva por ferrocarril, les encantaba detenerse en la estación de Zafra y comer garbanzos de Valencia del Ventoso en colmados famosos como el popular Turrafa.

Pero la leyenda no empieza ahí, que viene de muy atrás. Estos garbanzos valencianos se los enviaban directamente al rey Carlos III y, el mito definitivo: Luis XIV, el Rey Sol de Francia, se llevó a Versalles a un cocinero de Valencia del Ventoso, que, a su vez, cargó con varias arrobas de garbanzos de su pueblo. Cuando los probó el monarca, dijo que, ¡por sus soles!, en las cocinas de Versalles no volverían a entrar otros garbanzos que no fueran los de aquel mágico pueblo extremeño.

Porque los garbanzos de Valencia del Ventoso, además de ser los mejores del mundo, se comercializan como mágicos, ya sea a granel ya sea en garrafas de plástico, como las de agua, conteniendo lotes de cuatro kilos. Es un producto de pura proximidad: no se comercializan a gran escala y lo mejor para conseguirlos es ir a por ellos al mismo Valencia y de paso te comes un cocido en el hotel Fuente Nueva.

Eso es lo que hicimos hace un par de semanas. Así que, decididos a comer los mismos manjares que el Rey Sol, aparecimos por Valencia una mañana de sábado y no hizo falta preguntar demasiado por los famosos garbanzos mágicos: los anuncian en algunos comercios y los venden en los supermercados del pueblo. Servidor se hizo con ellos en el Spar: a 1.50 euros el kilo, en garrafa y a 1.25, a granel.

Son garbanzos de secano, no se riegan. Se sembraban, y en algunos casos aún se siembran, con el costal al hombro y arrojando la semilla, entre mediados de febrero y principios de marzo, arrancándose a finales de julio. Entonces se llevan a la era, se trillan, se criban y se ventean para limpiarlos. Casi siempre a mano, pura artesanía garbancera.

En Valencia, cultivan unas mil hectáreas, cosechan alrededor de millón y medio de kilos y pelean por conseguir la Denominación de Origen. Gran parte de la producción la vende directamente el agricultor. Yo me traje unos kilos y ahora presumo de comer lo mismo que Carlos III y que Luis XIV, es decir, la mejor legumbre del mundo, el garbanzo mágico de Valencia del Ventoso. ¿Y por qué son mágicos? ¡Ah! Nadie ha sabido explicármelo. Hay que probarlos.

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