Seguimos vigilando
En España los periodistas todavía trabajamos bajo el amparo del artículo 20 de la Constitución, que protege el derecho «a comunicar o recibir libremente información veraz»
Ángel Ortiz
Domingo, 5 de junio 2016, 09:48
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Ángel Ortiz
Domingo, 5 de junio 2016, 09:48
En octubre del año 2009, este diario levantó una gran polvareda mediática, política y social porque publicó en su web un vídeo en el que se veía cómo varios vigilantes del centro de menores Marcelo Nessi de Badajoz reducían y atizaban a un interno. Las imágenes obtenidas por las cámaras de seguridad mostraban una secuencia dura y violenta. Los hechos habían ocurrido el 28 de julio y la Fiscalía, indignada con lo sucedido, intervino. La noticia saltó a los informativos nacionales y durante semanas la polémica se mantuvo viva.
De lo que no se habló entonces es de que el redactor que logró la exclusiva, Evaristo Fernández, y un servidor tuvimos que responder ante una juez por la procedencia de aquel vídeo. Ni él ni yo ofrecimos ningún detalle. ¡Que me aspen!, pensé. ¿Todavía hay jueces en España que ignoran para qué sirve el secreto profesional de un periodista y lo importante que es? Fui acusado de un delito de obstrucción a la justicia y tuve que declarar como imputado ante otro juez semanas después. Recuerdo que se me reclamó colaboración y se me advirtió de que, si me negaba, tendría que asumir las consecuencias. Respondí que las asumiría. Pero que en España los periodistas todavía trabajamos bajo el amparo del artículo 20 de la Constitución, que protege el derecho «a comunicar o recibir libremente información veraz». Prefería asumir las consecuencias judiciales de no desvelar nuestras fuentes a todo lo que implicaba triturar la credibilidad del HOY, construida durante décadas, contando cómo obtenemos (siempre por cauces legales) nuestras informaciones.
Aquel caso, mi presunta obstrucción a la justicia, fue archivado. Entonces pensé que con toda la lógica del mundo. Ahora creo que por fortuna. A la vista de lo que ha ocurrido con nuestros compañeros de El Comercio de Asturias, que se enfrentan a penas de cárcel por descubrir y contar que un diputado del PP, David González Medina, fue condenado por tráfico de drogas en 2004 y sancionado por consumo de estupefacientes en 2011, los plumillas pronto vamos a tener que entrar a las redacciones besando nuestras libretas y santiguándonos, como los toreros que se arriman. En el cajón de mi escritorio guardo una medalla de la Virgen de la Soledad y una imagen de la Inmaculada.
Esto de la democracia, la libertad de prensa, de expresión y el imperio de la verdad y la ley se está poniendo cada vez más arriesgado. Algunos políticos, como el diputado González Medina, encajarían perfectamente en los ecosistemas políticos de China, Rusia, Venezuela o Arabia Saudí. Sin embargo, han sido incluidos en la candidatura electoral de un partido democrático como el PP. Uno que además sabe el elevado precio que a veces ha habido que pagar en este país el que pagó, por ejemplo, Gregorio Ordóñez, asesinado a manos de ETA por defender derechos y libertades básicos. Episodios como el de González Medina ayer retiró su demanda, pero solo por no perjudicar al PP al menos sirven para recordar que aún contamos en España con diarios como El Comercio. O como el HOY. Y que en sus redacciones siguen trabajando personas comprometidas con el relato de aquellos hechos que incomodan al poder o desnudan la mentira.
¿Por qué, cuando Evaristo Fernández y yo pasamos por aquel trance a cuenta del vídeo del Marcelo Nessi, nada se supo ni contamos? A diferencia de la gravedad de lo ocurrido en Gijón, aquello eran gajes de oficio. Nosotros nunca somos noticia. Tampoco lo hemos sido, por poner el último ejemplo, cuando, por no ser tan dóciles como pretendió la anterior administración extremeña, sus represalias no las sufrieron solo los profesionales del HOY, sino también algunos de sus familiares. Tristemente.
Así pues, gracias a los que compran regularmente este periódico y no desprecian como inútil o superada su aportación. Por suerte para Extremadura y los extremeños. Por ellos, por ustedes, seguimos vigilando.
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